Alejandra Pizarnik es para muchos la última poeta del superrealismo. Basta asomarse a sus versos para encontrar en ellos la fuerza del inconsciente y del mundo simbólico de los sueños y el deseo. Este mes se cumplirán los 87 años del nacimiento de esta grandísima poeta argentina. Si todavía no la has leído, te invitamos a asomarte a nuestro canal de YouTube donde podrás encontrar algunas lecturas de sus poemas. Alejandra Pizarnik es, sin lugar a dudas, una de las poetas más significativas de la poesía latinoamericana del siglo XXI.
Quién fue Alejandra Pizarnik
Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires el 29 de abril de 1936, en el seno de una familia de inmigrantes ucranianos. Su infancia estuvo marcada por un sentimiento de extrañeza provocado por su condición de pertenecer a una familia migrante y también por sus problemas de salud que la llevaron a recluirse del mundo, y encontrar su refugio en la literatura.
Su pasión por el lenguaje la empujó a leer de forma obsesiva las obras de Rimbaud, Joyce, Artaud y Proust y poco a poco fue acercándose a la poesía del superrealismo, con la que se sentiría brutalmente identificada, y en la que podríamos enmarcar su búsqueda estética.
Fue su profesor Juan Jacobo Bajarlía quien la impulsaría a trabajar con esmero en su estilo poético. Él la ayudó a corregir sus primeros textos y le presentó al pintor Juan Battle Planas, que sería fundamental en la formación estética de Pizarnik.
Su interés por el psicoanálisis también despertaría una visión del lenguaje distinta, abriendo en ella una estética que revolucionaría la poesía latinoamericana: la estética que arraiga en el mundo onírico y en los hilos subterfugios que conforman el yo.
Después de una estancia de cuatro años en París, Pizarnik regresaría a Buenos Aires convertida ya en una sólida poeta: y la cultura porteña la recibiría con los brazos abiertos. Sin embargo, en su interior algo estaba roto, y no habría forma posible de reconstruirlo. El fantasma de la infancia herida la perseguiría hasta ponerla contra las cuerdas.
El 25 de septiembre de 1972, Alejandra Pizarnik ingirió cincuenta pastillas de Seconal sódico y falleció a los 36 años. Antes de llevar a cabo esta última y determinante acción escribió aquellos versos que la catalputarían para siempre como la poeta de lo oscuro y de la búsqueda interminable de sentido que todos aspiramos a encontrar en el lenguaje.
La poesía de Pizarnik
La muerte es seguramente el elemento más reincidente en la obra de Pizarnik. A veces en una referencia directa, a veces disimulada y, en ocasiones, como una simbología aludiendo a otra cosa. Porque ésa era la capacidad de esta rabiosa poeta: escribir siempre sobre otra cosa. Cuando leemos sus poemas algo se rompe dentro de nosotros. Y no sólo es el tema. No solamente nos araña al referirse al dolor, a la soledad, a la extrañeza de saberse siempre la rara del mundo, es también un quiebre interior que tiene lugar por el uso valiente e inusual del lenguaje. Eso convierte toda la obra de Pizarnik en un gran libro de referencias cruzadas donde entramos para no abandonarlo nunca.
La obra de Pizarnik es una de las más asombrosas del siglo XX, un legado que ha influido en toda la poesía que se escribió y se escribirá después de ella. Sus últimas palabras fueron la clara exploración de su psique, la confirmación de una entrega total a la palabra y al sentido del sinsentido.
La obra de Pizarnik se compone de libros abisales que se encuentran escarpados en la roca, como si fueran gritos de auxilio permanente. Árbol de Diana, La tierra más ajena, Extracción de la piedra de la locura, La condesa sangrienta y El infierno musical. Su poesía es un regalo que nos abisma contra nosotros mismos y, al mismo tiempo, nos ofrece una nueva forma de mirar el lenguaje. La palabra siempre apunta a lo que la palabra no significa: ésa creo que es la gran idea subyacente a todo lo que ha escrito Pizarnik.
Sin duda, leerla marca un antes y un después en nuestra manera de concebir la vida y el lenguaje. Te invitamos a visitar nuestro canal de Youtube donde estamos creando una gran biblioteca poética sonora, y donde no faltan poemas de Alejandra Pizarnik tales como «Cenizas», «Fronteras inútiles» y «La única herida». Aprovecha para suscribirte al canal y recibir cada semana nuestros nuevos poemas.
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.