Entre los autores que más admiro, a los que más regreso, se encuentra Amos Oz uno de los pocos hombres en el mundo que entienden de qué va la paz y por qué no acepta concesiones. En los últimos meses he pensado más intensamente en él; lo he buscado en bibliotecas con ansias, en Internet. Algunos autores tienen la extraña habilidad de huir del ruido y de las miradas por un tiempo prolongado, y no queda más que esperar. Ya volverá, siempre vuelven.
Mientras tanto, en esa búsqueda me fui topando con otros nombres, entre los que el de Hamutal Bar Yosef me hizo especial eco. Todavía no he podido leer su poemario, no obstante, sí varios poemas que se encuentran publicados en Internet y que me han resultado tan llamativos como espeluznantes y que les recomiendo firmemente.
La obra de Hamutal Bar Yosef
Hamutal Bar Yosef nació en 1940 en un kibutz ubicado cerca del Mar de Galilea. Escribe una poesía íntima que te toca los talones y te revuelve la mente. En ella encontramos una forma de atisbar las profundidades del dolor y de la pérdida sumamente característica. Digo íntima, pero su poesía es colectiva: nos invita a pensar en el nosotros; no podía esperarse menos de alguien que vivió la experiencia de habitar en un kibutz.
Hamutal Bar Yosef escribe poesía desde hace varias décadas y además trabaja como catedrática en la Universidad de Ben Gurion, de Jerusalén, en esta ciudad tiene actualmente su residencia. Ha publicado numerosos libros de relatos y de literatura infantil, 14 poemarios y decenas de libros de investigación académica. Es traductora de autores ingleses, franceses y rusos al hebreo y sus propias obras han sido traducidas a varios idiomas.
En español la editorial Vaso Roto Ediciones ha publicado la única obra que existe de esta autora que se titula El lugar donde duele. Cabe mencionar que la autora ha formado parte del extenso cartel de autores presentes en la última emisión de Cosmopoética.
En numerosas ocasiones, Hamutal Bar Yosef ha sido condecorada; entre los premios más importantes ha recibido el Premio Akum, el Premio Jerusalén de Poesía y el Premio Brenner de Poesía, entre muchos otros.
Poesía del exilio
En la voz de Hamutal Bar Yosef encuentro una tristeza infinita provocada por la pérdida. No puedo evitar pensar en aquello que cargamos y que no nos pertenece. Ciertas personas llevamos en nuestra historia una marca que a veces no terminamos de descifrar: de exilio mal pavimentado, diría yo. Nacimos en un pueblo donde la huida parece moneda corriente y la melancolía se pegó a nuestra piel desde el instante mismo del nacimiento (o puede que antes).
La mayoría de los argentinos, por ejemplo, somos una mezcla surgida de las diversas inmigraciones, llevamos en nuestra sangre la nostalgia, sintiéndonos exiliados desde la misma cuna; y muchos enfrentamos esa tristeza desconocida a través de la emigración. A los judíos les ocurre lo mismo; su historia, la que les cuentan y la que se deposita en ellos de forma hereditaria, les avisa de la pérdida de la tierra prometida, y esa privación los acompaña allá donde vayan y se mete, como era de esperarse, en su arte.
En la obra de Hamutal Bar Yposef también esa historia se abre paso para mostrarse sangrienta, dolorosa e intensamente cruel.
La soledad que se filtra
Una soledad puntiaguda se asoma en los poemas que he leído. Como si dentro escondiera un universo lleno de tristeza que intenta aflorar pero se queda en el borde. Una infancia quebrada, llena de incomprensiones y de carencias, quizás, que desemboca en una madurez poco lúcida o madura.
Cuando te rompen la infancia es lo único que puedes esperar: una adultez llena de chillidos, de caprichos y de tristeza por una infancia perdida sin saber cuándo ni por qué. Cuando empiezas a saber de qué iba la vida ya no puedes volver los ojos para entender si lo que crees que te ha sucedido realmente ha pasado o ha sido uno más de los cuentos que leías de niña. Eso es lo que percibo en sus poemas y me parece realmente espeluznante, triste y, sobre todo, poético.
Concluyo el artículo compartiendo un fragmento que se me ha pegado a la cabeza desde que lo vi.
Comentarios1
Vaya versos impactantes. Quien es capaz de escribir con esa fuerza de imágenes hay que intentar leerla por todos los medios.
Una vez más, Tes, gracias por descubrirme a tan fantásticos autores. Un abrazo.
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