Hoy les traigo otro texto para el desván de los libros perdidos. En esta ocasión escribo sobre «La tierra prometida» de Henrik Pontoppidan, aprovecho la conmemoración de los 74 años de su fallecimiento para recordar a este autor danés que ha sido fundamental para la literatura de su época.
Henrik Pontoppidan es para muchísimos lectores el gran referente de la literatura danesa. Sus cuentos y novelas han dado la vuelta al mundo siendo traducidos a múltiples idiomas. Entre ellos cabe citar «Alas cortadas», «La hija del usurero», «El barquito» y «El reino de los muertos», por nombrar tan sólo algunas de ellas. Y aunque en Dinamarca era un escritor reconocidísimo, cuando en 1917 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura su fama se acrecentó dentro y fuera de su tierra.
Pontoppidan, el antinaturalista
En toda la obra de Pontoppidan la destrucción y la muerte son protagonistas. Los saqueos de las tropas austríacas sobre su pequeño pueblo de Randers, sin duda fue una experiencia que marcó profundamente su infancia y que le cambió para siempre, quizá la responsable de que sintiera la necesidad de escribir, porque aquello que no debemos ver tiene que aflorar de alguna forma, transformarse en algo que no duela. Lo que muchos ven como pesimismo en sus novelas, es el grito ahogado de un niño que se ha sentido tocado por la muerte. Era inevitable para él escribir sobre la guerra y la penuria porque estamos hechos de infancia, algunos más que otros.
Otro elemento preponderante en su obra y presente en «La tierra prometida» es el enfrentamiento entre naturaleza y cultura. Esto se traduce en personajes que buscan por todos los medios cambiar el destino que fue señalado para ellos, oponiéndose a su esencia, sin embargo, el peso de la naturaleza es potentísimo e intenta doblegar constantemente sus intentos.
Lo que muchos han visto como una mirada antinaturalista es desde mi punto de vista una lucidez: la biología puja y nosotros tenemos que poner de nuestra parte para alcanzar la paz de la que habla Henrik, la que él mismo persigue en la novela. La violencia, la ambición, y otros rasgos naturales deben ser conquistados mediante el esfuerzo para evitar el daño.
Para muchos, «La tierra prometida» es junto a «Per el afortunado» una de las obras cumbres de Pontoppidan. En ella encontramos un elaborado lenguaje que combina modernidad con existencialismo y una búsqueda acérrima de la comprensión vital. Al igual que en el resto de sus novelas, nos encontramos con la duda que acecha al protagonista.
En este caso es un pastor que trabaja en una iglesia ubicada en un entorno rural y de pronto debe enfrentarse al caudillismo y la influencia de ciertos grupos extremos entre los pobladores. De una forma muy clara, Pontoppidan pone en palabras la angustia que aflora en la vida de ese pastor, y en las diversas formas que va adoptando, llevándolo a tomar decisiones con las que no siempre está de acuerdo, y a dar consejos que no comparte completamente.
La lucha social y religiosa en «La tierra prometida
Al igual que en toda su obra nos enfrentamos a lo que nos hace más humanos: la duda, y a la gran influencia que ella tiene sobre nuestros actos. Adquieren también vital importancia las luchas sociales y las diversas formas en la que los grupos consiguen organizarse para luchar por sus derechos. En medio de ese caos, mantener la tranquilidad y la cordura es una hazaña para la que quizás ningún humano esté del todo preparado.
En «La Tierra Prometida» Pontoppidan se centra en los problemas sociales e intelectuales más prominentes del siglo XX: la lucha entre las diversas creencias religiosas y la forma violenta en que ciertas doctrinas intentan imponerse. Aquí reside uno de los grandes aciertos intelectuales y literarios de Pontoppidan: la forma en la que ataca los métodos en que la ideología ortodoxa intenta inculcarse (métodos que habían utilizado con él sus progenitores) es de una claridad y de una lucidez abrumadora. Por llegar a enfrentarnos a su forma de explicar esta parte de la vida, vale la pena leer alguna de sus obras.
Aunque «La tierra prometida» se publicó en tres tomos, al día de hoy se consigue en un sólo libro y es una lectura muy recomendable para quien le interesen las luchas de clase y los conflictos religiosos. En ella nos encontramos con el choque entre los evangelistas idealistas y un sector violento en el que ambos bandos quieren demostrar que su forma de entender la fe es la correcta. En medio, el pastor Emmanuel Hansted, intenta por todos los medios que se establezca un pacto de armonía entre ambos bandos, y procura evitar las tentaciones para conseguir su objetivo evangelizador. Sin embargo, el camino es arduo. En el mismo título tenemos un pequeño guiño a la eterna lucha entre las doce tribus de Israel, que sin duda es un detalle que se agradece mucho en la lectura.
Encontramos en la lectura una viva imagen de la realidad, con sus luchas sociales, políticas y religiones que se ven reflejadas en la forma en la que los personajes se mueven y actúan. En Pontoppidan hay una interesante forma de pintar a los personajes y de volverlos absolutamente realistas. Una lectura que nos habla de la Dinamarca de su tiempo, pero que también puede servirnos para reflexionar sobre nuestra realidad, independientemente del sitio en el que nos haya tocado (o hayamos escogido) vivir.
Sin lugar a dudas es una obra que no podía faltar en nuestro desván de los libros perdidos y que les recomiendo muchísimo.
Comentarios1
Gracias por el post
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.