El pasado 8 de febrero recordamos los 187 años del nacimiento de Julio Verne y ese día recordé una obra magistral del escritor francés que todavía no he bajado de nuestro desván. Aquí está «Las Indias negras» una de las tantas novelas de Verne que vio la luz en serie y que alcanzó tal popularidad que ha sido publicado en todos los formatos habidos y por haber.
La explotación minera en la obra de Verne
Indias negras era el nombre con el que los británicos habían bautizado a las minas de hulla y que daría título a esta historia. Este nombre le vino dado porque las explotaciones de este carbón mineral daban tantas ganancias como las que los ingleses conseguían con las explotaciones de sus colonias en el Este (India).
En la obra de Verne hay espacio para marineros, trotamundos, buscadores de tesoro y también para mineros. En esta novela el autor de «Los hijos del Capitán Grant» nos invita a introducirnos en lo que tiene lugar debajo de la tierra; las costumbres de los que trabajan buscando minerales y nos tienta a acercarnos por la mirilla de esa cerradura para sentirnos parte por un rato de ese mundo.
«Las indias negras» tiene lugar en una mina que todos creían abandonada y muerta pero que de pronto comienza a ser nuevamente explotada y a revivir, permitiendo la supervivencia de varias familias que se encontraban en situaciones económicas complicadas.
La resurrección de la mina abandonada
James Starr llega a Dochart de Alberfoyle, una vieja mina abandonada, porque lo ha citado Simon Ford, un antiguo empleado suyo que trabajó en esta mina que le pertenece unos diez años atrás, hasta que quedó vacía y sin nada que dar. Algo muy importante ha ocurrido ahí y por eso es necesario que viaje urgente, le dice Ford en la carta. Aunque poco antes de emprender este viaje había recibido otra carta en la que se le amenazaba de muerte si respondía afirmativamente a la anterior misiva y viajaba a la mina, Starr viaja sin inmutarse. Allí se encuentra con el hijo de Simon, Harry Ford quien lo lleva a recorrer la mina donde habita con su familia.
Llega una tarde y después de comer se van a dormir en esa pequeña guarida en la que reside la familia Ford. Amanece un nuevo día, oscuro debajo de la tierra, y salen los tres hombres a explorar la mina. para sorpresa de Starr hay una inmensa galería nueva muy grande que pueden explotar. Starr decide quedarse y ayudarlos con la explotación; en poco tiempo la vieja mina abre sus puertas y se convierte en una perfecta ciudad subterránea a la que denominan Nueva Alberfoyle.
Pero pronto sucesos llamativos comienzan a tener lugar en el seno de la tierra. Entre ellos cabe mencionar el rescate de una extraña joven llamada Nell que asegura no conocer la luz del día de quien se enamorará le hijo de Ford. Otros hechos como la aparición de un duende diminuto al que no consiguen atrapar pero sí oyen y persiguen son los que dan intensidad a los diversos sucesos de la historia.
Al igual que ocurre con todas las lecturas de Verne, se trata de una novela atrapante que nos permite habitar durante unas páginas en una ciudad subterránea y convertirnos en mineros y, a la vez, en detectives deseosos de descubrir el secreto que se esconde debajo de tantos kilómetros de tierra.
Lo que lo vuelve necesario a Verne
Y también como sucede con todas las obras de Verne también la fantasía y la incógnita protagonizan las páginas de esta novela. Valiéndose de viejas leyendas escocesas el escritor francé nos lleva de una página a la siguiente cautivándonos y generando una gran tensión en nosotros. Además podemos comprender cómo era el trabajo en las minas de esa época y, sobre todo, de qué forma se explotaba la hulla.
En este caso, estamos ante una novela de aventura y ficción (algo de ciencia ficción si se tiene en cuenta la época en la que fue escrita); con ese toque de descubrimiento científico que tanto fascinó a Verne y que podemos hallar en todas sus novelas. Puede ser una maravillosa forma de acercarnos al universo de este imprescindible autor francés a su imaginación inagotable y a su maravillosa forma de contar historias.
Las indias negras es una aventura literaria tan maravillosa que me parecía que no podíamos dejarla fuera de nuestro desván de los libros perdidos. No se olviden de que pueden encontrar otras reseñas similares, de libros extraídos o encontrados en nuestro desván que pueden alegrarles la vida; entre ellos podemos citar «La hija del rey del país de los elfos» de Lord Dunsany y «Los niños del agua» de Charles Kingsley.
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