Dentro de la historia de la literatura, las tragedias griegas ocupan un lugar fundamental. Por eso, desde hace unas semanas les estamos dedicando un espacio. Si les interesa este tema pueden leer acerca de las características de este tipo de historias y los primeros autores trágicos.
Continuando con estos textos, en el artículo de hoy nos acercamos a las obras de Esquilo, uno de los tres trágicos griegos que más ha sabido trascender a su época, junto con Eurípides y Sófocles.
Esquilo: dramaturgo y guerrero
Además de haber escrito maravillosas tragedias, Esquilo fue guerrero y se jactó de haber sido bueno en este plano; tal es así que en su propio epitafio mandó escribir.
Y no será él el único en recordar estas proezas. Existe un cuadro muy famoso en el que el autor aparece junto a sus dos hermanos combatiendo a favor de su tierra, Atenas. Si bien había ya dado sus primeros pasos como intelectual cuando los persas invadieron esta ciudad, Esquilo no dudó en ponerse en campaña y movilizarse hacia la guerra: quizás por eso supo narrar de forma alucinante los conflictos en el campo de batalla. Combatió también en defensa de otras ciudades, tales como Artemisium, Salamina y Platea, sucesivamente.
En lo que respecta a su trayectoria literaria, escribió su primera obra de teatro en el 499 a.C, la cual fue representada y llamó muchísimo la atención del público y de la crítica de aquel entonces. Su carrera literaria, no obstante, se vio interrumpida varias veces por las diversas guerras a las que marchó como soldado. pese a ello, su trabajo como dramaturgo mereció halagos y le ayudó a pasar a la posteridad. De hecho, ganó el premio que cada año se ofrecía a los dramaturgos diez veces consecutivas (desde el 479 hasta el 468 a.C. Este último año lo ganó Sófocles).
Esquilo fue sucedido por Sófocles, quien traía frescura y nuevos ingredientes a la tragedia. Al verse reemplazado, Esquilo se marchó a Siracusa, donde murió a los 72 años. En este nuevo destino continuó empero escribiendo y después de su muerte estas obras fueron llevadas a Atenas, donde Esquilo volvió a ser mencionado como uno de los grandes poetas de la Grecia Clásica.
Esquilo, tragedias y sátiras
Esquilo fue un importante trágico que impuso cambios en el género. Y se cree que en su vida escribió siete tragedias, aunque lamentablemente tan sólo se conservan cinco de ellas, bajo los títulos: La Orestíada, Las Suplicantes, Los Persas, Prometeo encadenado y Los siete contra Tebas.
Se cree que Esquilo produjo alrededor de setenta y nueve obras: muchas de ellas fueron tragedias pero también había textos satíricos, dramas e incluso narraciones que fusionaban el drama y la ironía. De todas sus creaciones se conservan solamente siete, entre las que se encuentra una trilogía titulada «La Orestíada», que es la única que se conserva de las tragedias griegas antiguas.
Las siete obras que se conservan de Esquilo son: «Las suplicantes», «Los persas», «Los siete contra Tebas», «La trilogía Orestíada», «Agamenón», «Las coéforas», «Las euménides», «Prometeo encadenado».
Los cambios que le brindó Esquilo a la tragedia
Entre las características fundamentales de las tragedias de Esquilo cabe mencionar la introducción de un segundo actor, lo que dotó a las historias de un elemento que se volvería fundamental para el teatro, el diálogo. Basándose en la estructura que Tespis había desarrollado para las tragedias, Esquilo intentó ampliar las posibilidades de las narraciones. A partir de él, las tragedias abandonaron su estilo de oratoria para volverse dramas propiamente dichos y esto fue posible gracias al canto dionisíaco (el coro se encargaba de darle ritmo y temple a la narración).
Por otra parte, Esquilo introdujo en su argumento uno de los elementos que más tarde sería fundamental para todo el teatro: la lucha del ser humano por la supervivencia, más allá del destino que se le haya impuesto. En sus obras se puede notar la contradicción que sobrecoge a los personajes que ansían la libertad pero se ven inmersos en una sociedad que espera de ellos lo que ellos no desean dar (la lucha del individuo contra la sociedad) y el deseo de emplear el libre pensamiento aunque eso signifique ir en contra de las tradiciones.
Otras importantes características fueron su cuidadosa elección de los personajes y sus minuciosas descripciones de sus personalidades. Esos individuos sufren trágicamente dejando en evidencia que para Esquilo los términos medios no tienen cabida: el final siempre es matar o morir (o, dicho de otra forma: vencer o morir). La línea que divide el triunfo del fracaso es muy tenue, por lo tanto sólo cabe la opción de triunfar contundentemente o perder la vida a causa del destino.
En general, la postura de Esquilo es a favor de los pilares sociales, de los valores grupales y de la tradición; no obstante en algunas tragedias, como Prometeo, se asoma una leve inclinación a favor del individuo, del rebelde que no quiere sumirse a la voluntad de los dioses y de las leyes. Al margen de todo, sus obras pueden servirnos pare reflexionar en torno a estas cuestiones fundamentales; que nunca pasan de moda y que es recomendable que nunca demos por supuestas.
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