Pocas cosas se recuerdan con tanta intensidad como el primer beso. Esta frase que venimos escuchando desde que somos pequeños, sin embargo, tiene trampa. Porque con el tiempo descubrimos que olvidamos con facilidad y que la primera vez está llena de distancia, de tormento, de incomprensión. Es válida, no obstante, para ciertas primigenias lecturas: esa primera vez que nos cruzamos con la obra de un escritor y que nos marca para siempre.
Así me ha ocurrido con «Lectores aéreos» de Gabriella Campbell (Amazon), donde he descubierto un universo lleno de magia, de dolor y de retorcidas actitudes conviviendo de forma fluida con lo más puro y necesario de la vida. Una primera lectura que quiero recomendarles y que estoy segura de que no los decepcionará. Paradójicamente (¡qué bellas son las contradicciones en esta vida!) este libro es la certeza de que el mejor beso siempre es el último.
Seres deformes en un mundo como el nuestro
«Lectores aéreos» es un libro compuesto por relatos de carácter diverso que nos invitan a reflexionar en torno a la forma en la que observamos el mundo y permitimos que nos transforme. Como bien lo afirma su autora en las primeras líneas, no es una lectura para cualquiera; para afrontarla es imprescindible una mirada abierta, capaz de creer en cualquier vuelo, incluso en aquellos de los que no hemos escuchado hablar antes.
El libro parte con un relato contundente que intenta desvelar el misterio mejor guardado de las mantícoras: el sitio en el que van a morir. Cora, cuidadora en una inmensa jaula de estos extraños animales, se obsesiona con Cinco y esta fijación la lleva a través de un viaje al corazón de ella misma, a hurgar en sus miedos, en su pasado, en sus errores. Es un cuento donde la fantasía se diluye para dar lugar a una reflexión profunda en torno al sentido de la vida, a la pulsión intensa que habita en nosotros y que nos obliga a romper con la rutina, al anhelo de libertad que nos acerca a todos los seres vivos.
Vienen después otros relatos como «Musa», «Polvo», «Paredes como gargantas», en los que la autora continúa en esa doble línea: fantasía que escarba en la realidad para intentar explicarla desde otra perspectiva, para intentar poner nombre a aquello que no entendemos, como la pérdida, la soledad, la ausencia de motivaciones, el olvido, la muerte propia y ajena.
La muerte y la esperanza
Este libro combina con sutiliza la distopía con esa rebelde esperanza que late en nosotros, la que nos lleva a creer que tendremos la fuerza suficiente de torcer al destino y de convertir nuestra vida en algo mejor.
«El camino de Tim» y «Lo inevitable» son dos relatos en los que esa esperanza se pone a prueba; en los que se vislumbra ese empeño de cambiar el curso de las cosas. En ambos, sobre todo en el segundo, hay un destino que fuerza el bienestar, que tienta con destruir el presente a cada paso, pero también, en esa realidad que parece insoportable, hay una luz que motiva el accionar del personaje. Luz que se define en el deseo de vivir aunque más no sea un instante más de placer.
Y esta última idea se pasea por las páginas de la mayoría de los relatos. Campbell, con una escritura sencilla y contundente, nos invita a vivir mientras leemos, cautivándonos con un lenguaje que se alimenta de intrigas y de certezas, y presentándonos personajes variopintos que en el fondo son un fiel reflejo de lo que cada uno de nosotros es.
El rigor en el trabajo literario
A Gabriella Campbell la sigo desde hace unos años. Lleva adelante una exquisita web literaria (Gabriella Literaria) en la que comparte su experiencia como escritora, ofrece consejos y publica un material sumamente interesante para los que estamos vinculados con el mundo de las letras. Ahora que he leído también su ficción comprendo que es una autora completa que sabe de lo que habla, que pone el mismo rigor a la hora de crear un ambiente distópico que cuando se sienta a darnos consejos sobre cómo conseguir que nuestro tiempo sea productivo al escribir.
Siempre digo que los libros tienen que cambiarnos, tienen que llevarnos a aprender más sobre nosotros mismos y las personas que nos rodean, tienen que impulsarnos a explorar el universo desde otra mirada. Pues bien; este es uno de esos libros que mientras te entretiene con relatos exquisitamente construidos-enlazados te obliga a la reflexión y te revuelve en lo más profundo. Por eso hay que leerlo.
Seres desprotegidos y abandonados, criaturas sobre las que pocos se atreverían a escribir, se dan cita en este libro y se acercan a nosotros, quizás con el deseo de ser salvados, o de hallar esa paz última, la que otorga el último beso. Ése que, habiendo vivido un poco y sufrido alguna que otra pérdida, reconocemos que se queda grabado en nosotros con esa misma fuerza con la que se mantienen las sentencias que nos inocularon siendo niños. Ese último beso que no se olvida, como no se olvidan las buenas lecturas.
¡Lean «Lectores aéreos» y no tengan miedo de darles la mano a estas extravagantes criaturas porque mientras lo hacen estarán conociéndose-abrazándose-amándose a ustedes mismos!
Lectores aéreos
Gabriella Campbell
Amazon, Versión Kindle
153 páginas
2,99 €
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