Los libros nos acompañan, nos divierten, nos enseñan y, sobre todo, nos entienden como nadie puede hacerlo. En el Día Mundial del Libro quise hacer un alto en la temática programada para hablar acerca de estos seres tan imprescindibles para nosotros.
Día Mundial del Libro
El 23 de abril es un día literario; marcado por las letras.
No solamente este mismo día pero de 1616 fallecían dos figuras imprescindibles para la literatura universal, Miguel de Cervantes y William Shakespeare, sino que además es una fecha en la que nacieron o murieron otros personajes indelebles de las letras. Algunos de ellos son Maurice Druon, Vladimir Nabokov, K. Laxness, Manuel Mejía Vallejo y Josep Pla.
Semejantes nombres unidos a través de un día, llevaron a que la Conferencia General de la UNESCO lo escogiera para dedicarlo a homenajear a los autores y a los libros. Además, es un día en el que intenta incentivarse el placer de la lectura y contribuir con el progreso cultural.
Vicente Clavel Andrés, nacido en Valencia pero radicado en Cataluña fue quien propuso esta celebración frente a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona. Y pocos años más tarde, en 1930 fue aceptado este día de forma nacional. Cabe mencionar que el festejo coincide con la celebración de Sant Jordi, que es el patrón de Cataluña y Aragón.
Hace algunas décadas, el gobierno español lo propuso frente a las Naciones Unidas para convertirlo en un festejo mundial, independientemente de la lengua y la cultura. Y en 1995 se constituyó el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor.
Me ha parecido precioso el lema escogido por la Unesco para este año: «Leer para vivir«.
A través de la lectura podemos introducirnos en realidades mágicas que pueden ayudarnos a comprender la propia y elevar nuestro espíritu a un estado que ninguna otra actividad puede hacerlo. Además, quienes leen pueden acercarse a sus sentimientos más profundos y estar en contacto con sus emociones reales de una forma intensa.
Cambios a lo largo del tiempo
Los libros no siempre fueron como hoy los conocemos, claro está. Comenzaron siendo herramientas muy precarias y solo accesibles para ciertos grupos, hasta convertirse en esos compañeros fieles que pueden cambiarnos la vida. En este camino un elemento sin duda relevante fue la tecnología. Es decir, la implementación de los diversos conocimientos y avances técnicos en la fabricación de libros.
Uno de los hechos que significó un logro fundamental para el largo proceso que debería atravesar la escritura, fue la aparición del alfabeto. Una herramienta que permitía articular las palabras en sonidos simples y sustituir los sistemas de representación utilizados hasta el momento, basados en objetos, por unidades fonéticas.
Se considera que, si bien los antiguos egipcios poseían un sistema de jeroglíficos que poseían una naturaleza alfabética, no fueron utilizados en forma de escritura sino como una guía de pronunciación.
El primer pueblo en poner en práctica tamaña herramienta fue el Fenicio; aunque se cree que el primer sistema alfabético fue desarrollado en el 2000 a. C. por poblaciones semíticas que vivían en la zona central de Egipto. Sin embargo fueron los fenicios quienes lo propagaron por todo el Mediterráneo.
El libro es el elemento que ha permitido conservar y transmitir los conocimientos, creencias, avances y cultura de los diferentes pueblos a lo largo del tiempo. Además de permitir el intercambio de información en niveles diferentes y facilitar la comunicación entre las personas.
Si se entiende de este modo, podemos decir que el libro es anterior a la escritura, incluso que al alfabeto, puesto que en el período prehistórico existieron formas de plasmar dicho bagaje, tanto gráfica como oralmente. Pero si nos centramos en el sentido que el concepto tiene, que deriva de un término latino que significa membrana o corteza de los árboles, entonces podemos decir que no se trata de un artilugio tan tan viejo.
Pese a todo, el concepto ha ido modificando su sentido debido a que gracias a los avances tecnológicos los libros también han ido cambiando. Tal es así que en el Diccionario de la Real Academia Española en una acepción se recoge que un libro es un conjunto de muchas hojas de papel u otro material que se encuentran encuadernadas, formando un volumen. Pero en otra, dice que puede tratarse de una obra científica o literaria que cuenta con una determinada extensión y que puede presentarse de forma impresa o en cualquier otro soporte.
Siglos de crecimiento
Así como la aparición del alfabeto marcó un antes y un después en la evolución de la escritura y los medios de divulgación; otros acontecimientos condicionaron profundamente este proceso. El uso del papel, a partir de la creación de la imprenta y la aparición del libro digital fueron dos pasos fundamentales para esta evolución del libro y de la lectura.
A lo largo de los años el libro tuvo diferentes formas.
En el antiguo Egipto el soporte fundamental era el papiro (construido con un tejido que provenía de una planta, de muy costosa elaboración).
En el Imperio Chino comenzó a utilizarse papel hacia el año 150 a.C pero pasaron más de mil años hasta que fue implementado en otras partes del mundo.
En el mundo musulmán, también el papel comenzó a utilizarse antes que en Europa (poseían un gran nivel de alfabetización, poseían bibliotecas y centros de enseñanza considerados los centros más importantes de la época).
En la Edad Media el material que se utilizaba era el pergamino (hojas que se cosían y se presentaban en forma de códices).
Todo esto nos lleva a decir que en todas las culturas hubo un interés especial por plasmar el universo abstracto, presente en las historias y conocimientos que se habían ido transmitiendo de forma oral. Y, cada una valiéndose de las herramientas con las que contaba supo desarrollar un concepto diferente de libro. Posiblemente se trate de uno de los elementos más universales y capaces de unificar en su esencia a todas las personas sin importar su lugar de nacimiento.
Leer para vivir
«Leer para vivir». La literatura es un mundo que nos permite volar, entender la historia, las artes, la vida. Un universo en el que podemos aprender, divertirnos, soñar y sentirnos menos solos.
Seguramente si descontáramos de nuestro bagaje emocional e intelectual todos los libros que hemos leídos, seríamos mucho menos nosotros mismos. Se nos restarían muchos años y sensaciones. Y es que la lectura es mucho más que un pasatiempo, es una forma de acercarte al mundo y de comprenderlo.
Quienes leemos sabemos que aquello que nos permiten los libros no podemos obtenerlo de ningún otro modo.
«Leer para vivir» porque los libros son esos compañeros perennes que siempre estarán ahí junto a nosotros; porque una vez leídos, se vienen con nosotros, a vivir nuestra existencia.
Comentarios1
Magnifica publicación que nos ayuda a crecer. Mil gracias.
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