Celebrándose este año el 90 aniversario de la Generación del 27 hemos publicado algunos textos sobre una de las épocas literarias más prolíficas de la literatura española. Centrándonos sobre todo en el trabajo que muchas mujeres hicieron posible, y a las que no se ha reconocido lo suficiente. Necesidad de homenaje que nos ha inspirado el documental «Las sin sombrero» y al que es difícil no sumarse.
Recientemente hemos recordado a Chacel, Champourcín y Méndez, en el artículo de hoy recupero la memoria de Teresa León, Josefina de la Torre y Elena Fortún.
1- María Teresa León
Para María Teresa León la literatura era un espacio para salvaguardar la propia memoria. Así nos lo dejó expresado en sus múltiples obras esta autora nacida en Logroño que recorrió los países más importantes de Europa intentando desentrañar las bases del movimiento teatral.
No sólo fue una prolífica autora sino que luchó activamente por la libertad de expresión, siendo secretaria durante varios años de la Alianza de Escritores Antifascistas y desarrollando toda clase de actividades para promover la lucha por la igualdad y la libertad. Fundó además la revista «El mono azul» que difundía ideas revolucionarias y apostaba por una literatura marginal. Pese a ello fue recordada como la mujer de Rafael Alberti.
Convencida de que la responsabilidad de los escritores es llevar la cultura a los que no pueden acceder a ella, María Teresa inició una cruzada en la que puso al teatro en la calle, y más allá, a la línea de guerra. Así, el teatro se convirtió para ella en un arma de fuego para luchar por la República y la libertad de expresión. Pero esa lucha le dejaría severas huellas: un exilio largo en diferentes países y un regreso del que no podría recordar. El final de María Teresa es desolador: una enfermedad degenerativa la lleva a perder su identidad, al punto de no reconocer entre amigos y enemigos. Fallece el 13 de diciembre de 1988.
Entre sus obras nos quedan maravillas como «La bella del mal de amor», «Cuentos de la España actual» y «Morirás lejos», que son la memoria colectiva de una generación de mujeres olvidadas, que quizá para evitar pensar en ello se fue apagando, porque el cuerpo es sano y la mente sabe encontrar atajos para sufrir menos. Así se iba la inmensa Teresa, capaz de luchar por sus ideales políticos y de mantenerlos hasta la muerte, hasta la literatura, hasta la victoria.
2- Josefina de la Torre
Es un pequeño fragmento de «Destino» de Josefina de la Torre, otra de las olvidadas de la Generación del 27 que nos ha dejado estremecedores poemas. Aunque nació en Gran Canaria (en 1907) se mudó a Madrid con veinte años donde colaboró desde temprano con revistas de poesía tales como «Alfar» y «La gaceta Literaria». Poco a poco fue haciéndose un lugar en el mundillo literario, y recibe el aplauso de Pedro Salinas, quien la apodó la muchacha-isla.
También la Guerra Civil afectó la vida de Josefina de la Torre: se mudó primero a París durante un tiempo, donde trabajó como actriz de doblaje y posteriormente regresó a Las Palmas. A finales de los cuarenta comenzó a trabajar como actriz en diversos teatros del país consiguiendo un importante renombre, y llegando a hacer incluso papeles en cine.
Posteriormente escribió «Memorias de una estrella», un libro en el que plasmó muchísimas experiencias de aquella época. «En el umbral» es otro libro importante de Josefina de la Torre.
3- Elena Fortún
Lo de Elena Fortún es alucinante. La suya fue una mente atormentada que luchaba entre la imposición social de cumplir como esposa y su irresistible pasión hacia otras mujeres. Homosexual casi a un pie de la calle fue capaz de dejar en palabras una potente serie de imágenes inteligentes y sensuales que fueron el reflejo de una búsqueda que la llevó de un extremo al otro, del ateísmo más acérrimo a la devoción religiosa. Entre sus luchas se destaca la que entabló contra el sexismo, la prostitución y el especismo.
Su serie «Celia» nos acercó una mirada intensa sobre la España de aquella época desde diversas perspectivas. Pese a que esa historia tuvo una importante repercusión y colocó a Fortún en la escena literaria, no obstante, como escritora no recibió el homenaje que se merecía, y la cosa no ha cambiado mucho desde entonces.
Aparte de las numerosas historias de «Celia», Fortún publicó «El bazar de todas las cosas», «El camino es nuestro» y «Oculto sendero». Es inevitable volver a ella, año tras año, porque hay en su obra una mirada sencilla pero sincera sobre la realidad, que siempre parece necesaria para reconocer el paso de la historia en nosotros, y en aquellos que nos han ayudado a entenderla.
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