Si hay un personaje entrañable y a la vez misterioso en la literatura argentina, ése es Leopoldo Lugones. Sus cuentos marcaron el inicio de una literatura fantástica que se alejó de la definición que de ella diera Todorov para quien una de las condiciones que debían cumplir los relatos del género era evitar ofrecer una lectura alegórica o poética. Basándose en esta idea muchos especialistas anulan la fantasía en la obra de Lugones, ya que ofrece una mirada fundamentalmente alegórica sobre cuestiones reales.
En «Mitos y arquetipos de Las fuerzas extrañas», Pilar Lindes Navas (Universidad de Málaga) se enfrenta al desafío de explicar esta obra del escritor argentino sumiéndola al género fantástico y transformando la definición de Todorov antes mencionada. De este modo, se inclina a pensar que en Lugones nace una nueva noción de lo fantástico, que se apoya en las visiones cosmogónicas y en las ciencias ocultas. En este libro, Navas nos transporta al universo del genio del Río de La Plata para explorar con precisión los detalles que se esconden en su decorosa obra y analizar su forma de interpretar y reescribir dos de los mitos fundamentales de la humanidad: el de Prometeo y el de Fausto.
Los mitos de Prometeo y Fausto en la obra de Lugones
Para Lugones el mito de Prometeo es el más elevado e intelectual de toda la mitología; por eso necesitó dedicarle no sólo un libro en el que exponerlo y resolverlo (titulado «Prometeo»), sino también una serie de cuentos que otorgasen una nueva y heterogénea mirada sobre dicho mito, los cuales se encuentran reunidos en Las fuerzas extrañas.
Pero Lugones va más allá de la lectura convencional del Prometeo y establece una similitud entre él y Fausto: en ambos existe la convivencia de la sabiduría y la excelencia intelectual con el dolor. Y justamente el límite de estos variopintos relatos se encuentra en la frontera que divide ambos mitos: un ambiente ambiguo y poco preciso.
Pilar nos hace ver que Lugones establece una lectura ambigua y conjunta entre Prometeo y Fausto. En la misma persona ambos adquieren protagonismo: ofreciendo una mirada previsora y elocuente (Prometeo) y una extraviada, vinculada a satanás (Fausto) que surge en la caída. Para Lugones lo fáustico está enlazado a lo esotérico y a la melancolía.
A través de una serie de metáforas y recursos expresivos, Lugones consigue explicar los mitos construyendo un entramado alegórico que sostiene un perfecto sistema filosófico, ético y estético, el cual se sustenta en la cosmogonía y la palingenesia. Y los que a simple vista parecen cuentos fantásticos, portan de fondo una explicación racional a la forma en la que nos acercamos al conocimiento y una respuesta a cómo el saber puede modificar la esencia de una persona. Podría decirse, entonces, que se trata de un libro de excelencia literaria y, a la vez, de potentes razonamientos que se incuban en imágenes figurativas.
La observación de lo imposible
En este punto cabe aclarar una perfecta anotación que hace Navas. Proponer una lectura prometéica y faústica al unísono y en un mismo relato o libro resulta una apuesta complicada, porque las herramientas y los elementos que ofrece cada uno son antagónicos. No obstante, Lugones se atreve y utiliza para ello una estructura compleja que contiene todas las historias de forma armoniosa: un mundo en el que conviven ambos mitos. Dicha estructura los unifica en los dominios de la melancolía que es la característica, como dijimos más arriba, que comparten Prometeo y Fausto. Presenta por eso personajes en los que se fusionan ambos mitos: el mago, el hechicero, el científico, el religioso, el loco; individuos que han sido movidos por una fuerza interna para explorar los límites de lo convencional y que se han encontrado en el vórtice en el que bien y mal luchan a mansalva. Individuos que experimentan en su propia materia esa lucha.
Por todo esto, explica Navas, no es extraño que los personajes que nos encontramos en este libro sean seres apasionados del saber que de pronto se encuentran con una limitación. Son criaturas que necesitan ir más allá de los conocimientos convencionales para satisfacer el ansia desmedida de su alma y que, al hacerlo, se chocan contra la fuerza de lo desconocido. Navas nos recuerda la explicación tradicional del mito en el que Prometeo contraviene las órdenes de Zeus y enciende el fuego en el pecho del hombre, dotando así de saber al alma. Y vuelve a Lugones y a su fascinación por este mito y a su más clara explicación de él.
«La ciencia es la vida del alma«.
Entre las características fundamentales de la obra de Lugones descubrimos que el poeta rioplatense no busca simplemente contar ficciones sino valerse de la fantasía para asaltar temas que le interesan y revelar verdades ocultas. Y su gran conocimiento de la obra de autores como Hesiodo, Homero, Esquilo, San Agustín y Plutarco le sirven de punto de partida.
Además, Lugones es un gran conocedor de los estudios realizados en materia de espiritualidad y esto lo vuelve capaz de imponer un hilo de pensamiento que se nutre de todas esas lecturas y ofrece una visión auténtica de dichas obras. Para Lugones la búsqueda de la espiritualidad es fundamental, y esa necesidad de sus personajes de elevar el alma, responde a su propia necesidad de explicarse y elevarse.
La alegoría que se apoya en lo fantástico
El análisis de Pilar es absolutamente detallista. A tal punto, que no sólo estudia la estructura interna de los cuentos, sino que se detiene a observar los vértices del libro para dar cabida a todo detalle que ofrezca luz sobre la obra de Lugones. Gracias a ello puede ayudarnos a ver que el hecho de que el libro reúna doce cuentos no es meramente aleatorio sino que responde a la necesidad de plantear una estructura sólida. El doce es el número sagrado de los pitagóricos, y son evidentes las razones por las que Lugones eligió esta cantidad de relatos para el libro. Y para dar mayor relevancia a su análisis, Navas cita nuevamente a Lugones.
Llegamos aquí a la clasificación de los cuentos. Para Navas resulta difícil calificarlos por la vastedad de conocimientos que manifiesta Lugones en torno a cuestiones científicas, tecnológicas y técnicas y su enorme capacidad para integrar en un mismo sistema conceptos tomados de fuentes absolutamente heterogéneas. No obstante, este libro califica perfectamente para ubicarse en el género de lo fantástico, y ofrece a su vez algunos cambios para la renovación del mismo.
En lo que respecta a su estructura, la mayoría de los cuentos sigue una norma. Una primera parte en la que un narrador en primera persona narra los detalles de un descubrimiento que a él le revela un científico o investigador. Una segunda parte en la que aparece el científico y podemos conocerlo en detalle. Y, finalmente, el momento en el que el descubrimiento se nos revela a nosotros. Y en todos estos relatos una de las fundamentales y constantes protagonistas es la naturaleza del descubrimiento. Dice Navas:
La característica principal de las fuerzas es su autonomía. Para Navas esto se debe a que Lugones estaba convencido de que el pensamiento es la energía fundamental y de que, por ende, todas las fuerzas que son la energía manifestada, son pensamiento; esto las convierte en seres inteligentes, capaces de valerse por sí mismas. Pese a que pueda resultar un razonamiento poco certero, Lugones no lo saca de la galera sino que se apoya en las bases de las ciencias ocultas. Otro terreno que también conocía en detalle y que manejaba con maestría.
Por otro lado, la forma en la que los personajes se acercan o interactúan con esa fuerza es mediante su espíritu saturnino y melancólico. Lugones estaba convencido de que todos tenemos mucho más poder y fuerza del que creemos y que si sólo algunos llegan a explorar esos límites es simplemente porque tienen la iniciativa de hacerlo. Justamente estos personajes no son criaturas extraordinarias, sino seres capaces de entrar en contacto con su interior y desarrollar esa fuerza innata. Para ello se vuelve imprescindible el encierro y el aislamiento para entregarse a una actividad intelectual y poder explorar los más altos dones que otorga la melancolía reunidos en la inspiración. Después de la revelación, todos los personajes se ven elevados a un ámbito extraño: allí son genios y locos y alcanzan un grado de placer y de vista superior al de cualquier mortal.
Esta forma en la que los personajes de «Las fuerzas extrañas» se mueven a través de los relatos son evidentes muestras de que Lugones no sólo renovó el género de la fantasía sino que permitió enlazar la literatura con otros campos a través de la alegoría y de un uso impecable del lenguaje.
¡Lean este maravilloso ensayo de Pilar Lindes Navas y adéntrense en el corazón de la obra lugoniana, donde todo es posible y donde lo posible existe gracias al deseo profundo de conocer lo que habita más allá del límite de la razón y las convenciones!
Comentarios2
Admirable!!
Fascinante!!
Una sensibilidad casi incomprensible.
Gracias
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