Hace un par de semanas encontré tirado en una esquina un libro con obras de teatro de Wilde; contenía dos dramas: «El abanico de Lady Windermere» y «La importancia de llamarse Ernesto«.
Cada vez que me encuentro objetos en esas circunstancias experimento sensaciones particulares. En primer lugar, me cuesta muchísimo entender que la gente se desenvuelva tan fácilmente de sus cosas; en segundo, me entristece pensar en el abandono que ellas deben sufrir; y por último, me viene una ambición de conocer sus historias, de hurgar en su pasado, en su vida… Comienzo a maquinar toda clase de tonterías e incluso veo rostros que jamás conocí con ese objeto en la mano.
Encontrar o acercarse a un objeto perdido es algo fantástico, es adentrarse a una realidad paralela dentro de la propia realidad. En este artículo plantearé ciertas cuestiones relacionadas con este tema, abordadas a partir de la desaparición de libros muy valiosos en la Biblioteca Británica.
Libros perdidos
La primera vez que me ocurrió tendría unos 10 años. Se trataba de un libro que se titulaba «Ven al circo» y lo había recogido una de mis hermanas mayores de la calle; el mismo se encontraba junto a un contenedor de basura. Al pobrecito le faltaba la tapa posterior y estaba bastante estropeado, sin embargo enseguida se convirtió en una de mis obras favoritas. Aún lo recuerdo con mucho aprecio; posiblemente, por la tristeza que me producía su vejación y por admirar su fortaleza que le había permitido mantenerse casi inalterado.
Los libros tienen eso. Se adueñan de tus recuerdos y tus sensaciones y hacen que los necesites con una fiebre que no puedes explicar, convirtiéndose muchas veces en hitos de tu vida. Eres capaz de recordar determinada situación de tu existencia por tal o cual lectura que en ese momento te atravesó.
Obras a la deriva en la Biblioteca Británica
¿Se imaginan cuantos libros perdidos habrá en las Bibliotecas Nacionales de las ciudades más importantes? ¡Verdaderas reliquias sin un paradero fijo que aguardan quién sabe qué fusión de magia que las devuelva a la vida!
En la Biblioteca Británica hay más de 9.000 libros perdidos; si bien no se encuentran en un contenedor o al pie de una esquina, están deambulado por las instalaciones sin rumbo fijo, refugiándose en pequeños huecos que hay en las estanterías.
Lo mas llamativo es saber que no se trata de obras imprecisas o de poco valor. Una de ellas es una edición ilustrada de «Alicia en el País de las Maravillas» publicada en 1876 y otra una impresión de lujo del «Mein Kampf» de Adolf Hitler del año 1939. Además, hay un libro del Siglo XVI, como «De la Usuria Legal e Ilegal de los Cristianos«, escrito por el teólogo Wolfgang Musculus y que se encuentra valorado en 21.000 euros.
También hay una edición de «El retrato de Dorian Grey» de Oscar Wilde que también se echa en falta; la misma se encuentra valorada en 1.400 euros e ingresó a la Biblioteca en 1961.
Según lo ha expresado Jennifer Perkins, responsable de la documentación de la Biblioteca, se supone que los libros faltantes se encuentran deambulando en los más de 650 km de anaqueles con contenido de la institución.
Se presume que las pérdidas tuvieron lugar cuando la Biblioteca se mudó de sede, desde el Museo Británico en Great Russell Street, hasta su actual ubicación en St.Pancras. Dicha mudanza tuvo lugar en 1998 y entre los textos extraviados se encuentran libros que datan de los siglos XIX y XX.
Como dato curioso cabe mencionar que muchas de las obras desaparecidas pertenecen al autor Charles Dickens y son primeras ediciones. Además hay una obra que se echa en falta y es una verdadera pena; se trata de un libro publicado en 1555 por el filósofo sefardí Maimónides, que se llama «Carta de Astrología«.
Pérdida en Perú
Lamentablemente, la literatura y las bibliotecas como instituciones no se escapan de las mafias y los negocios sucios, ni tampoco de la desorganización. Por ejemplo, el año pasado en Perú, la Biblioteca Nacional tuvo que cerrar sus puertas debido a que estaban desapareciendo los volúmenes más valiosos del establecimiento.
Su director, el historiador Ramón Mujica, en un intento de poner cierto orden, expresó:
Agregó que incluso él como investigador buscó libros que había utilizado como consulta hacía algunos años y descubrió que habían desaparecido.
Algunos de los títulos perdidos de esta Biblioteca fueron documentos valiosísimos que había donado a la organización Raúl Porras Barrenechea y un incunable de Erasmo de Rotterdam, que fue publicado en París en 1524.
Los libros, esos objetos-seres
Seas cuales sean las razones, es bastante desconcertante que en estas instituciones no exista un rigor exagerado sobre ciertas obras. Es cierto que en la mayoría de estos lugares la pérdida o robo de libros es un hecho casi cotidiano, sin embargo ¿no debería existir un resguardo mayor para ciertos objetos irrecuperables?
Pero el final no es desesperanzador. Los objetos no se pierden, cambian de lugar… y en alguna parte persisten.
No sabemos dónde, pero respiran; permanecen vivos en algún escondrijo y, posiblemente, en algún momento alguien los encontrará y será para ellos como resucitar. Como lo hizo aquel libro que me regaló mi hermana de pequeña y ése que encontré en la calle hace unas semanas. Como resucitan a diario cientos y cientos de libros, a lo largo de todo el globo.
Para cerrar con este tema de libros a la deriva, les dejo un cortometraje alucinante sobre estos objetos que nos fascinan y que hacen posible nuestra existencia de una forma indescriptible. Espero que les guste tanto como a mí 😉
Comentarios3
Realmente es doloroso perder a un buen amigo....y un libro es eso...un maravilloso amigo que nos acompaña durante un tiempo y nos transporta con magia a lugares y situaciones de ensueño...
Amo la lectura...es mi pasatiempo favorito...Jamás le haría daño
a un libro...tienen alma y corazón !!
Ya había visto el video...es excelente...!!
Con un buen libro... no existe soledad .
Rafael Mèrida .
Sabes yo también comparto tu sentir, y me molesta cuando alguien dice que le aburre leer y que por eso mejor tira los libros. Es triste ver como la sociedad en lugar de progresar, parece que retrocede.
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