Si bien la mayoría de los amantes de los libros no contemplan ni experimentan a lo largo de su vida una disminución en su fruición lectora, en algunos casos sí que ocurre. Y es que la vida con sus dificultades, sus desilusiones y sus desengaños, puede llevarnos a convencernos de que se han apagado todas las luces, incluso aquella que antes nos aportaban los libros. Por suerte, esto tiene solución, y el descubrimiento de un nuevo libro puede reavivar esa llama bibliófila y reconducirnos al goce de la lectura.
Si estás pasando por esta situación, confío en que alguno de los cuatro libros que aquí presento puede servirte de chispa para retomar esa pasión. En lo que a mí respecta, cada vez que la vida me juega malas pasadas regreso a ellos, y allí descubro que las cosas no son tan malas, que lo que se había torcido era la mirada y no el barco. ¡Disfrutemos de la magia de la palabra leída, amigos!
1- «Personas como yo» de John Irving
A John Irving le tengo un amor especial. Sus libros hablan tanto de nosotros que es imposible no verte en sus personajes. Habría que ser demasiado obtuso creo yo para salirte de cualquiera de sus historias sin haber cambiado un poco o haber descubierto algo nuevo en ti. Por otro lado, sus historias están llenas de recomendaciones lectoras, lo que las vuelve más exquisitas si deseamos empaparnos de literatura.
Quizás debiera recomendar su «Avenida de los misterios», que es un libro impresionante al que te entregas en cuerpo y alma y no puedes dejar (riendo y llorando). Sin embargo, no ha superado a mi favorito que es «Personas como yo», a la que considero la gran obra de Irving. Además, creo que se ajusta muy bien a mi empeño por traer recomendaciones que contagien nuestra sensualidad lectora puesto que por esta novela se pasean interesantísimos nombres de narradores y poetas de épocas variopintas y nos contagia las ganas de saber más y más. Por otro parte es un verdadero homenaje a la pasión por los libros y narra de una forma única el estrecho vínculo que tiene el despertar lector con la sexualidad. ¡Si lo leen y no les vuelve ese fervor por los libros, entonces es que a lo mejor sí ha sido una etapa!
2- «Olvidado rey Gudú» de Ana María Matute
Salto violentamente de género y país para caer en la bellísima Matute, con quien perderse resulta sencillo. En su estilo directo, en su crueldad encubierta, en su ironía pegada a las pequeñas cosas y sus sorpresivos finales hay un mundo colorido y fascinante. Cualquiera de sus obras, además, es un elogio a la fantasía y con ella, a la lectura.
He escogido «Olvidado rey Gudú» porque creo que es una de sus mejores obras; la que reúne todo el trabajo y la pasión vital de la Matute. En ella la autora combina numerosas historias y hace uso de una fantasía sutil pero intensa que nos lleva de la mano a través de terrenos inquietantes. Leerla es recuperar esas sensaciones de intensidad que nos abrazaba de pequeños, porque en la voz de esta autora habita esa magia que, no somos capaces de explicar cómo, nos conduce al éxtasis. Ana María Matute es una de esas autoras a las que hay que regresar cuando la vida nos golpea o nos deja solos.
3- «La solterona» de Kate Bolick
«La solterona» de Kate Bolick es un libro raro para incluir en esta lista pero, a mí se me da bien esto de mezclar peras con manzanas bajo asociaciones extravagantes así que he decidido no dejarme fuera esta joya.
La razón por la que si estás pasando por un momento de flaqueza lectora creo que este libro puede servirte como antídoto es que justamente Bolick cuestiona los cánones de la literatura americana y saca a relucir a numerosas autoras fascinantes que no han sido bien miradas o leídas. Además, con muy buen gusto, analiza la historia personal y sexual de varias autoras y la forma en la que pudieron rechazar las convenciones y armarse una vida de mujeres independientes y valientes. Es un libro lleno de bibliografía y que considero muy interesante para interpretar el mundo en el que vivimos y cómo lo vivimos.
4- «Las fuerzas extrañas» de Leopoldo Lugones
He dejado para el final este libro porque, si bien a mí me ha servido y me sirve como un abrevadero de ilusión y posibilidad lectora, entiendo que se encuentra en un terreno poco convencional y quizás puede no resultar interesante para todo tipo de lectores. En «Las fuerzas extrañas» encontramos una serie de cuentos sobre descubrimientos e inventos que tienen lugar gracias al aporte de fuerzas que se escapan de las posibilidades del propio inventor. Un científico trabaja felizmente en su proyecto y cuando cree que ha conseguido algo increíble, sucede una desgracia. En ocasiones dicho científico muere, pero cuando todo parece perdido queda a la luz un descubrimiento diferente pero más impresionante, causado por una serie de condiciones que el científico no había contemplado. Si esto no puede servir como una alegoría a lo que la lectura produce en nosotros, entonces, por favor, que alguien me diga qué ejemplo podría ser mejor.
Hace unos días escribí sobre «Desgracia» de Coetzee. Pienso que este es otro autor que podría haber incluido en esta lista, puesto que a través de sus historias se pasean nombres fundamentales de la literatura; además, al igual que Irving, consigue hacer de esas criaturas parte de la narración, las revive y nos impulsa a buscarlas, y leerlas.
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