Recientemente se ha publicado una colección de relatos y cuentos de origen idish que han sido traducidos al español y vienen a ofrecernos un precioso contenido que podría ayudarnos a entender mucho más las costumbres y experiencias del pueblo judío. En este artículo hablaremos sobre dicha obra y sobre la importancia de mantener vivas ciertas lenguas ancestrales para continuar creciendo como sociedad.
Fusión de culturas = más cultura
Una de las cosas más enriquecedoras de una sociedad es la fusión de diversas culturas; cuando comprendés cómo puede enlazarse la cultura moderna con varias naciones o colonias diferentes, te das cuenta de la verdadera importancia que tiene el aceptar a los otros tal cual son e intentar crear juntos un mundo mejor.
En la literatura este elemento es fundamental, ¿qué habría sido del modernismo latinoamericano si sus precursores no hubieran puesto los ojos en la poesía francesa de finales del siglo XIX? Desde los comienzos, la literatura se ha construido a partir de fusiones de culturas, por tanto, la diversidad en nuestras librerías es algo por lo que debemos abogar y defender.
Lamentablemente para algunas culturas ha sido más difícil introducirse en el bagaje de la idiosincrasia de otras; tal es el caso de los judíos, para quienes muchas sociedades no se han mostrado para nada hospitalarias y a quienes se ha encerrado en un estereotipo formado en base a prejuicios e imágenes prefabricadas. Por todo esto, la noticia de que ha salido una colección de literatura idish traducida al castellano es sumamente alentadora y creo que se merece un recibimiento a todo lo alto.
Hablar acerca del silencio
Sin lugar a dudas el Holocausto de los judíos es uno de los acontecimientos más atroces perpetrados por la humanidad desde que el mundo es mundo; pese a ello, durante años se ha silenciado este hecho. Sí existe mucha información sobre el mismo pero evitamos hablar sobre ello con todas las palabras, no nos gusta tomar partido ni explorar esos terrenos dramáticos; preferimos mirar a un costado con la excusa de que «total nada podemos hacer, es parte del pasado«.
Pero sólo revisando el pasado se puede corregir el futuro, por lo que es importante leer documentos, informarnos, entender qué ocurrió y cómo lo vivieron los miles y millones de judíos que tuvieron que soportar esa dura experiencia. Y para eso, la salida de una colección que cuenta la historia y nos muestra esa cultura que los judíos de Europa del Este llevaron a otros países, incluido seguramente el de cada uno de nosotros, es sumamente relevante. Su editora expresa que considera que es una forma de enfrentar las consecuencias que el Holocausto tuvo sobre ese pueblo mutilado indiscriminadamente.
Una riqueza cultural que se pierde a pasos agigantados
El idioma idish tiene un bagaje impresionante, sin embargo desde el año 1960 comenzó a decaer en pos de nuevas lenguas, disipando esa belleza lingüística transmitida de generación en generación por más de mil años.
Cuando las familias judías llegaban a un nuevo lugar, aprendían nuevos vocablos que introducían en su lenguaje. Con los de afuera debían utilizar un idioma que no les era propio y cuando se encontraban «en casa» hablaban el idish; sin embargo, con el correr de los años y las generaciones, los judíos que iban naciendo en esos nuevos países perdían ese lenguaje ancestral y, con él, un contenido único, que jamás podrían alcanzar en otra lengua.
El idish es un idioma mágico, lleno de símbolos e irreemplazable; era el idioma de los cuentos y relatos que podían unir a estos nuevas generaciones con sus ancestros, pero, posiblemente por esa necesidad de romper con el dolor que el pasado traía consigo prefirieron dejarlo lentamente en pos de una mirada a un futuro alentador.
Esta actitud no es para nada despreciable, no es sencillo aceptar la historia y aprender a hablar de ella sin que el alma se nos rompa a pedazos; sin embargo, creo que ya demasiado daño hizo el holocausto como para permitir encima que se cebe con la historia de un pueblo sumamente rico y mítico, como es el pueblo judío.
Por lo visto, no soy la única que piensa eso y ahora sale una colección de nueve libros que originalmente se encontraban escritos en idish para que podamos acceder al centro de la cultura judía y comprendamos todo aquello que nos perdemos por despreciar a los que son diferentes.
Sería interesante que los descendientes de judíos, también leyeran estos cuentos y pudieran valorar a través de ellos aquellas cosas que vienen olvidando desde hace generaciones y que, de perderse, un gran tesoro desaparecería de la faz de la tierra.
Todos aquéllos que lo deseen encontrarán en esta colección fantásticos relatos y obras de teatro que han sido rescatados de la muerte y que podrían responder miles de preguntas en torno a costumbres y formas de pensar de los colonos judíos llegados de Europa del Este. La colección recibe el título de «Mil años» y presenta diversos relatos que pertenecen a una de las culturas antiguas más ricas, ha sido lanzada por la asociación judía Sholem de Buenos Aires y su editora es Paula Mahler.
Entre los autores que han sido escogidos para formar parte de esta colección se encuentran Sfórim, Peretz y Aleijem, los cuales pintaron de forma detallista cómo vivían los judíos en la Europa oriental y describieron las miserias, las costumbres y los problemas que tenían. Mahler expresa:
Indudablemente es una propuesta ambiciosa y necesaria porque implica jugarse por una cultura que ha ayudado muchísimo en el enriquecimiento cultural de todos aquellos lugares donde los judíos emigraron. Defender los valores ancestrales de este pueblo es saldar una deuda que tenemos con ellos desde hace años.
Para terminar, quiero dejarles una frase de Mahler que me parece sumamente oportuna. Dice:
Comentarios1
España, el país que más odio derramó sobre la cultura hebrea desde la Edad Media al Renacimiento, le debe a los judíos (asesores culturales de Alfonso X el sabio) el uso oficial del español en en todo el territorio nacional, sobre todo con “La Celestina” de Fernando Rojas, que Carlos Fuentes llamó: “Monumento literario de la diáspora de 1492”. Antes la lengua oficial era el latín. En 1942 surge el monumento literario de la otra diáspora: “El Diario de Hélène Berr”.
El Holocausto de los judíos no fue más que la culminación de innumerables mini holocaustos perpetrados durante muchos siglos, en Europa, pero sobre todo por los Reyes Católicos de España y por la Unión Soviética de Stalin, mucho antes que Hitler. Fueron los Reyes Católicos los que inventaron la “Limpieza de Sangre” que discriminaba a los cristianos nuevos o conversos. La manos larga de la Inquisición alcanzó hasta la cumbre de la poesía española: San Juan de la Cruz y Fray Luis de León (por ser hijos de conversos); y la familia de Juan Luis Vives (quien huyó a Holanda) fue quemada viva en la hoguera (por ser judía), aunque su estatua, junto a Cervantes, adorne la entrada principal de la Biblioteca Nacional en Madrid.
No nos olvidemos que los judíos han sido rechazados como refugiados por muchos países, incluyendo México y Argentina, entre otros. Eso de que los argentinos los acogieron es otro mito. Entraron de manera clandestina, sobornando a los agentes de aduana o con nombres falsos. Mientras que los nazi genocidas sí fueron recibidos a brazos abiertos por Juan Perón. Otra gran antisemita fue Salvador Allende que le dio asilo político al genocida nazi Col. Walter Rauff, que después de la muerte del Allende pasó a ser protegido del Gen. Pinochet. Moraleja: ni la izquierda ni la derecha quiere a los judíos.
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