Lo que nos dejó Tom Sharpe

La semana pasada falleció otro grande de la literatura, Tom Sharpe. En este artículo repasaremos el legado que este escritor londinense nos ha dejado, como la mejor forma que encontramos de rendirle homenaje.

Sharpe y su obra

Thomas Sharpe nació en 1928 en la ciudad de Londres. Fue un distinguido autor inglés que cultivó fundamentalmente la narrativa.

En su obra podemos encontrar una fuerte inclinación por la comicidad y el humor, que el propio autor ha confesado que le vino por su fuerte devoción por Saki (sin duda, uno de los maestros del humor y capaz de crear situaciones irrisorias e imprevisibles).

La obra que lo catapultó a la fama se tituló «Reunión tumultuosa». Narra la historia de una mujer británica de casta blanca y abolengo que mata a un hombre de piel oscura. El gobierno sudafricano, intenta ocultar la verdad y para eso busca un chivo expiatorio, que cargue con esa culpa. A partir de entonces se desarrolla una impredecible historia con una clarísima trama burlesca.

Solamente se trataba del comienzo de lo que sería un estilo limpio y humorístico, capaz de quitarle la seriedad a cualquiera. Después vinieron obras como «Lo peor de cada casa», «Exhibición impúdica» y «Zafarrancho en Cambridge».

Puede que ninguna de éstas te suene. Y que cuando pronuncie el nombre de Henry Wilt, recién entonces sepas de quién estoy hablando. Es que sin duda éste es uno de los protagonistas más queridos de las últimas décadas, creación de Sharpe.

Wilt es el personaje principal de una serie de novelas que fueron publicadas a modo de saga. Era un profesor frustrado e infeliz que debía enfrentarse con el primitivismo de sus alumnos, el carácter cambiante de su esposa y la necesidad de mantenerse firme en un papel, para conservar el estado social del que gozaba.

Esta historia fue tan entrañable que incluso fue llevada a la pantalla grande y al teatro y le valió a Tom la consagración internacional. Algunos de los títulos de dicha saga son «Wilt», «Las tribulaciones de Wilt» y «Wilt no se aclara».

Una infancia solitaria

La infancia de Tom fue bastante triste. Según lo dejan ver ciertas biografías, «marcada por una rabia crónica». Su madre estaba enferma y no podía cuidar de él y su padre, por sus labores de párroco, tampoco podía dedicarle tiempo; por lo que se crió prácticamente solo, abocado a la lectura y a sus pensamientos.

Además, su padre, de una exigente educación victoriana no dudaba en maltratarlo si consideraba que Tom se había pasado de los límites marcados por él. Posiblemente esta relación turbulenta y la tristeza y frustración que protagonizaban sus días, fueron las razones que lo llevaron a escribir; siendo sus primeros textos, una forma de exteriorizar la situación familiar a la que se veía expuesto.

A los 23 años dejó el país para trasladarse a Sudáfrica, donde se dedicó a la enseñanza. Cabe mencionar que, previamente, se había licenciado en Historia en la Universidad de Cambridge. Se acercó mucho a la gente humilde. De hecho, se dice que en sus ratos de ocio, se perdía en los suburbios de la ciudad y hacía trabajos sociales.

Un legado igualitario

Algunos años más tarde comenzó su primera obra que consistía en nueve piezas teatrales que se oponían rotundamente al apartheid. Las mismas fueron representadas bajo el título de «Natal» y le valieron un encarcelamiento.

Las ideas de Tom eran revolucionarias, quería una sociedad justa e igualitaria, algo totalmente extraño para aquella colonia inglesa. Debido a su empeño por denunciar públicamente las atrocidades que ciertas medidas causaban sobre el pueblo sudafricano, fue enviado a la prisión de Pietermaritzburg (por ser un hombre peligroso, subversivo y comunista, expresaron). Posteriormente fue deportado y ya no pudo volver a Sudáfrica.

A su regreso a Londres, trabajó como profesor; actividad que abandonó cuando comenzó su éxito con la literatura. Varios años más tarde se trasladó a un pueblo de la Costa Brava llamado Llafranch, donde falleció el pasado 6 de junio.

Sharpe es un autor para amar u odiar, no van con él los términos medios. Algunos lo adoran por ese humor corrosivo y tan directo y cruel. Y es la misma razón por la que otros lo detestan.

Lo más rescatable de todas sus creaciones, el legado que nos ha dejado, consiste en una severa crítica a todo lo establecido. Al esnobismo de la clase alta, al ambiente que rodea el mundo de la literatura, a los extremismos políticos de todo tipo, a la burocracia… Es decir, a todo lo que pueda entenderse como estupidez humana.

Y lo hizo a través de un lenguaje directo y explícito; nombrando aquello que la gente tiene más miedo en pronunciar y ridiculizando la forma de hablar y de comportarse de determinados personajes de la vida cotidiana.

Algunos consideran que Sharpe fue un visionario, ya que comenzó a hablar de cuestiones como el consumismo exacerbado, el poder de las clases sociales altas y la necesidad de vivir de las apariencias, mucho antes de que estas características se convirtieran en las fundamentales de nuestras sociedades. Era el año 1976, comenzaba la expansión del capitalismo, pero no sería hasta algunas décadas más tarde que tendríamos tan presentes estas cosas.

Sharpe nos ha dejado, pero quedan decenas de sus obras a nuestra disposición para disfrutar de la buena lectura y para no conformarnos con los regímenes establecidos. Para terminar, por si no ha quedado claro, concluyo diciendo que este autor inglés es altamente recomendable para los apasionados de la buena literatura.