Les presento un nuevo artículo del ciclo «Ciudades en la literatura», espero que les guste.
Dentro de las ciudades que se vuelven protagonistas en la literatura hay algunas que no podemos dejar de mencionar; esas que figuran desde tiempos antiguos y que han sido las responsables de que ciertos personajes se eternizaran. Una de ellas es Londres, y hoy compartiremos algunas de las tantas obras que la tienen como escenario de sus historias.
Londres no sólo es el centro financiero de Europa, sino que además es una ciudad llena de historia, con barrios pintorescos y que ha sido cuna de importantísimos autores, como Charles Dickens, Shakespeare o Oscar Wilde. Y donde surgieron personajes como Phileas Fogg, el protagonista de «La vuelta al mundo en 80 días», o el temible Jack el destripador, el asesino en serie que asedió las noches de Whitechapel allá por 1888.
La literatura en la época victoriana
Seguramente más de uno de los lectores son aficionados a la literatura inglesa del siglo XIX, y como era de esperarse no puedo hablar de Londres sin mencionar este período de oro de las letras anglosajonas, posiblemente comparable con el siglo XV en la literatura española, o incluso con la poesía de principios del siglo XX, donde el surgimiento de numerosos e increíbles poetas permitió el acercamiento de la lengua hispana a muchos rincones del mundo.
Durante la época victoriana el género de mayor auge fue el de la novela, donde el lenguaje rebuscado y el uso de colores e imágenes para representar la realidad fueron elementos claves. Cabe aclarar que estas novelas eran en su mayoría altamente sociales, con denuncias ante las desigualdades y un esmerado énfasis puesto en la descripción de los escenarios, lo cual permitió que muchos lectores posteriores nos adentráramos en las calles de las ciudades de aquel entonces, y como no podía ser de otro modo conociéramos la Londres de aquella época, casi como si la visitáramos hoy en día.
Por otro lado, en este período también adquieren protagonismo ciertas escritoras, comenzando una transformación en la literatura que nos abriría las puertas a autoras posteriores. Entre los nombres más famosos de aquel período podemos mencionar a Jane Austen autora de «Orgullo y prejuicio», y las hermanas Brontë: Emily, Anne y Charlotte, a quienes se les adjudican obras como «Cumbres borrascosas», «Agnes Grey», y «Jane Eyre», respectivamente. Y por supuesto, uno de los autores a quienes prestaremos una especial atención, Charles Dickens.
El escritor londinense, Dickens, es uno de los más representativos de la obras victorianas. En la mayoría de las historias podemos encontrarnos con una caracterización detallista de la sociedad inglesa, pudiendo comprender los problemas de las clases más humildes y los abusos de quienes tenían un cierto poder adquisitivo.
«David Copperfiel», una de sus grandes novelas, cuenta la historia de un joven huérfano de madre y padre que es enviado a trabajar en una fábrica de Londres. Es desgarradora la forma en la que Charles Dickens describe la realidad en esos antros y más aún cómo esa experiencia marca considerablemente la vida de ese muchachuelo.
Londres viva
Podríamos citar a innumerables escritores de todas las épocas. Doris Lessing, J.R.R Tolkien, Waltter Scott y Samuel Beckett son algunos de ellos; sin embargo no puedo explayarme tanto como quisiera, así que pasaré a hablar de la ciudad tal cual hoy la ven los escritores. Un escenario protagonista de innumerables cambios sociales y que invade las letras de una forma mágica.
Henry Perowne es el último protagonista creado por Ian McEwan. Un hombre que vive al margen de los problemas sociales, rodeado de sus riquezas con una esposa que ocupa un importante cargo en un importante diario de Londres, dos hijos que apuntan a ser talentosos y con los que se lleva de maravilla y una vida ordenada. Podríamos decir que a simple vista su existencia es perfecta, pudiendo ver incluso a su ciudad como el mejor lugar en que puede un ser humano vivir.
La obra se llama «Sábado» y Perowne quien trabaja de neurocirujano; Mc Ewan detalla con precisión el procedimiento de una operación apenas en las primeras páginas de la novela, de la misma forma que permite que nos acerquemos a la Londres de nuestra década, tan diversa de la ciudad de Dickens; ahora invadida de luces y calles asfaltadas, vehículos que ya no necesitan de caballos que tiren de ellos y una organización social y cultural absolutamente diferente, multiracial y moderna.
Por último, podemos citar una de las obras de uno de los escritores ingleses más apremiados del momento, Martin Amis, «Campos de Londres». Esta historia muestra una Inglaterra fantasmagórica en el año 1999, donde reina un calor insoportable y poco normal que parece anunciar el fin del mundo, un espectáculo realmente apocalíptico. Donde las calles se tiñen de sangre por los asesinos y delincuentes que salen a hacer de las suyas, aprovechando la confusión que en reina en toda la ciudad.
Pero posiblemente uno de los elementos más alucinantes de esta obra sea el tener noción que la descripción de los lugares y de la historia en sí será desarrollada por un joven escritor venido del otro lado del océano, de Estados Unidos; su nombre es Samson Young y se encuentra terriblemente enfermo. En esta ocasión nos encontraremos con una Londres un poco tenebrosa pero no por eso falta de nuestra interés, ¿verdad?
No sé cuál es la razón por la que muchos eligen Londres como escenario de sus historias; pero supongo que puede deberse a ciertos elementos que la enriquecen como su enorme Green Park, la diferencia abismal que existe en sus calles si las visitas de día como si lo haces de noche, o su Río Támesis, escenario de asesinatos y amores de todas las clases. Una ciudad donde todo es posible, sobre todo mirado desde los ojos literarios.
Si te gustó el artículo y deseas que hable sobre una ciudad en particular, no dudes en decírmelo; además puedes leer los textos escritos con anterioridad sobre este ciclo, «Ciudades en la literatura»: Madrid, Buenos Aires y Macondo.
Comentarios1
Exquisito trabajo, todo quedo bien explicado, agradable leerlo.
Abrazo cálido.
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