«Los culpables» de Juan Villoro

Hoy les traigo otra recomendación al desván de los libros perdidos. Se trata de «Los culpables» de Juan Villoro. Para muchos, uno de sus libros más valientes, en el que reinventa esa forma de narrar tan suya. Y, lo cierto es que cuesta leerlo sin que esa idea venga a tu mente, porque afronta situaciones y temas absolutamente importantes.

Entre lo tradicional y la lengua de nuestro tiempo

Uno de los elementos más sorprendentes e interesantes de esta obra de Juan Villoro es el exacto equilibrio que consigue entre la estructura tradicional y la nueva lengua, entre un decir antiguo que se encuentra bañando toda la literatura y el vivir constante y palpitante de nuestro tiempo. A medio camino entre la oralidad y un sistema de narración complejo, este libro puede ser una imperiosa mirada al fondo de nuestras culturas, para leer esas señas culturales que vienen con nosotros y vernos o no reflejados en cada uno de estos inquietantes personajes.

Los protagonistas de estos cuentos son absolutamente variopintos y van desde criaturas que duermen y respiran en un pasado remoto, con la frustración de no haber conseguido sus sueños hasta seres llenos de vitalidad que intentan construir un universo propio contundente. Todos ellos en un panorama político que no los ayuda, nunca la realidad nos ayuda a dejarnos vencer o a salir a flote, el trabajo es nuestro. Esa capacidad del escritor mexicano para crear ambientes inhóspitos y colocar en ellos a personajes más o menos vivaces, pero a través de una escritura desenvuelta y sincera, le ha servido para convertirse en uno de los escritores latinoamericanos más interesantes de su tiempo.

Otro de los elementos que hay que destacar de cada obra de Villoro y que en esta no se echa en falta es su manera de ligar todo su aparato narrativa con el humor y la originalidad; porque esto hace que leerlo siempre te deje satisfecho, así te gusten o no sus relatos, su manera de contar es tan llamativamente auténtica, que resulta muy difícil no hacerle caso, no fijarse en él y no quedarse navegando en sus universos al acabar la lectura. Nada más que esto deberíamos pedirle a un escritor.

La autenticidad del buen narrador

«Los culpables» es un libro, además, con una estructura llamativa. Compuesto por un par de cuentos interesantes y entretenidos y un colofón maravilloso: una novela corta inquietante y que se halla escrita con mucha fluidez. Al leerlos no sólo nos encontramos con el fabuloso Villoro narrador sino que descubrimos al cronista que habita en su interior.

Es muy difícil leerle saliéndose de la realidad, es como si toda su obra se encontrara concatenada y aunque se pueden notar las diferencias de estilo en cada género, y las armazones de las que se vale para sostener sus argumentos y ficciones, las obsesiones se perfilan en ambas y permiten descubrir a un escritor parado en su tiempo y con una clara intencionalidad de reflexionar a la vez que inventa mundos y de crear alternativas curiosas e imposibles en una realidad que parece no dar más de sí.

«Amigos mexicanos», la novela corta que contiene este libro, es una de esas maravillas que nadie debería dejar de leer. El tema en torno al cual gira esta ingeniosa narración es los secuestros exprés, sin embargo hay mucho más en ella que una buena historia. Es un relato que sirve de asidero a las preguntas que surgen cuando las cosas parece que no podrían ir peor, y una mirada a una sociedad que se siente cada vez más insegura y amenazada por la violencia.

Además, esta historia nos obliga a pensar en cómo ciertas situaciones nos cambian a tal punto que por mucho que lo deseemos jamás volvemos a ser los mismos. ¿Hasta cuándo viviremos con este miedo trepando por las piernas? cabe preguntarse, y no hay respuesta, porque la literatura, al igual que la vida no tiene todas las respuestas, sólo puede ayudarnos a hacer las preguntas adecuadas. Y eso parece que lo ha entendido muy bien Villoro, quien ha sabido gestar una obra potente, divertida y profunda que puede servirnos para afrontar de lleno esas inquietudes que merodean nuestra vida.