Hoy el desván de los libros perdidos viene con uno de mis libros cabecera (ya estaba tardando en recomendarlo). Se trata de «Los hermanos Karamazov» de Fiódor Dostoyevski.
El parricidio más famoso de la historia
En la obra de Dostoyevski podemos encontrar numerosos personajes abatidos y en constante lucha con sus propias emociones y con el mundo que les rodea. Sin duda es esa una de las características de su escritura: su deseo de escarbar en el alma humana para conocerla, comprenderla y poder definirla. Cosa que, posiblemente, nunca termino de hacer del todo, y así seguimos. «Los hermanos Karamazov» es una obra monstruosa que trata diversos temas entre los que cabría resaltar el fanatismo, el peso de la sangre y la extraña relación que mantenemos los humanos con nuestro entorno y con nuestra propia historia.
Escribir sobre lo que las personas hacemos y pensamos puede resultar tedioso; más aún leer sobre ello desde un punto de vista netamente teórico. Y entonces aparece Dostoyevski, en cuya obra se basó la psicología para sentar los pilares de su teoría que intenta comprender el comportamiento humano. Podríamos decir, de hecho que fue Fiódor quien sentó las bases de esta disciplina ofreciendo obras en las que los perfiles de los personajes se encuentran definidos por sus comportamientos: su capacidad para observar los síntomas, lo convirtió en un verdadero experto a la hora de explicar la conducta humana.
«En los hermanos Karamazov» la forma en la que cada personaje dialoga con su propio pasado y sus emociones es el eje en torno al cual se van desarrollando los hechos. Y dentro de ese alud de situaciones, de rencillas, de conflictos, el misterio va tejiendo un manto sólido que cae sobre las páginas del libro y cada vez lo vuelve más ilegible, menos respirable. Y en este punto podríamos destacar otra de las grandes habilidades literarias de Dostoyevski: manejar la tensión (crearla, hacerla crecer, conseguir que estalle y se diluya para cerrar las historias de una forma seca y contundente).
Una despedida contundente
Con esta obra Dostoyevski abandonó su producción. Fue su última novela y por eso, seguramente, aúna todos los temas que más le interesaron al escritor ruso: el amor, las cuestiones éticas y morales vinculadas a los individuos, las relaciones de poder, las preocupaciones naturales de las personas, los vicios.
La muerte del padre de los hermanos Karamazov desata una serie de dudas en torno a la identidad de su asesino, sospechas que se ciernen sobre Iván, uno de los jóvenes que tenía una relación absolutamente conflictiva con su padre. Al igual que lo hizo en «Crimen y Castigo», en esta obra Dostoyevski reflexiona sobre la esencia del crimen y la culpabilidad del acto; y se pregunta si acaso el tener siquiera el deseo de su muerte puede ser razón para convertirse en culpable. Es Iván Karamazov quien lo pone en palabras, en una de las frases más contundentes del libro.
Cualidades de la trama y estructura
Una de las características a destacar de la forma narrativa de esta novela es la naturaleza de su narrador que, aunque a simple vista parece un ‘tercera persona omnisciente’ por momentos se mimetiza a tal punto con el escenario que forma parte de la misma historia a tal punto que parece desconocer cosas básicas. Esto le permite al autor llevarnos de la mano de una inquietud hacia otra y convertirnos de algún modo en detectives para indagar sobre la identidad del asesino al mismo tiempo que nos permite vivir de cerca las emociones de cada uno de los personajes y abstraernos profundamente en la historia.
Otra particularidad de esta obra que vale la pena mencionar es la notable relación entre el héroe de esta novela y uno de los hijos de Dostoyevski, Aliosha. Mientras el autor se hallaba escribiendo esta historia la muerte repentina de su hijo lo sacudió violentamente. Al predecible dolor y dramatismo que genera la muerte de un hijo hay que sumarle el hecho de que el suyo lo hiciera a causa de un violento ataque de epilepsia (enfermedad que había heredado de su padre); el dolor y la culpa de esta situación volvió todavía más melancólica la escritura de Dostoyevski. Esta experiencia fue posiblemente la responsable de que el autor consiguiera su obra más dolorosa e intensa y reflexiva, al volcar en ella su profunda tristeza de padre huérfano.
Aquí me quedo; aunque podría estar horas hablando de este novelón. Pienso que «Los hermanos Karamazov» es una de esas novelas que nunca terminas de leer porque algo te obliga a volver a ella reincidentemente. Y estoy segura de que aquellos que la hayan leído al acercarse a este texto del desván de los libros perdidos sentirán unas ganas locas de volver a ella. ¡Ojalá!
Comentarios1
Conociendo tus debilidades, extrañaba la tardanza en aparecer. Es otro de los títulos que no he leído y que tomo buena nota de él ;). Un abrazo, Tes.
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