Los monstruos de la literatura

No sabemos porqué pero a lo largo de los siglos en el campo de la literatura han ido surgiendo una serie de monstruos y seres atípicos que han conseguido cautivar a medio mundo. Criaturas malignas incluso en algunos casos, que, a pesar de todo, siempre consiguen la atención de los lectores. ¿Por qué? Quizás lo atractivo de ellos sean sus bajas pasiones, el lado humano con el que cuentan, las aventuras que viven…

No hay sólo un factor determinante por el que el público los siga, lo que sí está claro es que todos hemos leído alguna de las obras que protagonizan y hemos disfrutado con ellas.

Uno de los monstruos que más ha dado que hablar a lo largo de los siglos ha sido Frankestein. La escritora inglesa Mary Wollstonecraft Shelley fue quien le dio vida en el año 1818 a través de una novela gótica titulada Frankestein o el moderno Prometeo. El primer texto de ciencia ficción se le considera a este libro donde un científico pone en jaque su moral como profesional a la vez que echa un pulso a Dios. ¿Cómo se produce eso? Sencillo, porque da vida a una criatura creada a base del uso de diferentes miembros de diversos cadáveres.

El resultado lo conocemos: un ser monstruoso físicamente que escapaba a todas las reglas de la naturaleza.

El vampiro más humano

Este Frankestein atrajo tanto al público que desde su aparición logró que el teatro y el cine, especialmente, decidieran utilizarlo y hacerlo protagonista de muchos de sus trabajos. Y lo mismo sucedió con Drácula, personaje central de la novela homónima de Bram Stoker. En 1897 fue cuando dicho autor irlandés, tras recibir asesoramiento del erudito en temas orientales Herrmann Vámbery, dio vida en sus páginas al vampiro más humano de todos cuantos hemos conocido: se enamoraba, sentía…

El Príncipe de Valaquia Vlad Tepes, conocido como Vlad el Empalador, fue la sangrienta y cruel figura histórica que tomó Stoker como modelo e inspiración para crear a su personaje más conocido mundialmente.

Junto a los citados monstruos existe otro que está en el imaginario de todos: la momia. Una criatura que la encontramos en diversas obras literarias como en la novela que Anne Rice publicó en el año 1989: La momia de Ramsés el Maldito.

Egipto es la cuna de esta y otras criaturas similares que rompen la barrera del tiempo y del espacio recobrando la vida siglos después de sus muertes. Y lo hacen ocasionando todo tipo de desastres y tragedias fruto de maldiciones.

Desconcierto y miedo eran lo que sufrían las víctimas de este monstruo y también las del señor Hyde, el otro yo del Doctor Jekyll. Robert Louis Stevenson es el autor de la novela El Doctor Jeckyll y el señor Hyde que fue publicada en 1886.

De fondo, nuevamente, la ciencia que es el origen de que el citado médico decida experimentar consigo mismo una pócima que lo convierte en un ser totalmente opuesto a él. Un caso físico de desdoblamiento de personalidad es el que se produce cuando el citado doctor rompe las convicciones morales bebiendo este brebaje que le convierte en un hombre cruel, violento y misántropo.

Una ruptura de la moral científica es esta al igual que la que da comienzo a El hombre invisible de H.G.Wells que fue publicada en 1897. En este caso lo que sucede es que Griffin, otro reputado doctor, decide descubrir como acabar con la visibilidad humana. Y lo logra, lo experimenta en su propia persona. El problema es que una vez lograda no consigue dejar de ser invisible por lo que comienza a aflorar en él un estado de auténtica locura.

Estos son sólo algunos de los seres monstruosos literarios que han pasado a formar parte de nuestro imaginario, al dejar una huella imborrable en el ámbito de las letras. Tanto es así que, por más tiempo que pase, siempre siguen en la primera línea de la actualidad literaria.