No hay en el cine un artista que me interese más que Tim Burton; su extraña forma de concebir la vida y de iluminarnos en torno a los horrores y las penas de la infancia durante la niñez y en la vida adulta me parece alucinante.
Cuando hace un par de años me encontré con las ilustraciones de Edward Gorey no pude evitar conectarlos: esa malévola forma de entender la niñez, o mejor aún, esa forma realista de representar ese tiempo perdido me obligó a seguirlos a ambos y a buscar todo lo que pudiera sobre cada uno de ellos. Toda su obra se encuentra rodeado de personajes retorcidos y con tintes macabros. Sus ilustraciones en blanco y negro me parecen fabulosas.
Hoy, en el desván de los libros perdidos quiero hablar de uno de sus libros que aunque no está perdido me gusta muchísimo y me encantaría traerlo a este ciclo. Se trata de «Los pequeñines macabros» (The Gashlycrumb Tinies); un libro para niños-grandes lleno de humor y de ironía que se construye valiéndose del abecedario como hilo conductor donde cada letra se corresponde con el nombre de un niño o niña y nos narra en cada una la forma en la que este niño ha muerto. Un libro algo trágico pero muy realista que, considero no debería faltar en ninguna biblioteca familiar.
Gorey amaba a los niños o quizá añoraba a ese niño que había sido y por eso todas sus obras se encuentran orientadas a este público. Cuentos para niños ilustrados con un ingenio y una magia difícil de encontrar en los libros de este género. Este diccionario no es la excepción, se encuentra concebido como un cuento para niños; una fabulosa forma de aprender las letras de nuestro abecedario, ¡qué duda cabe!
El libro-alfabeto de Gorey
Este libro fue escrito por Edward Gorey en 1963 y, como era de esperarse, se despertó una gran polémica en torno a él y a si era ético mostrarle aquellos dibujos macabros a los niños; sin duda, se trata de una obra que puede despertar la rebeldía y las acciones políticamente incorrectas. Pese a ello, Gorey era grande y nadie podía negarlo y por eso fue capaz de trascender.
«Los pequeñines macabros» es un libro-alfabeto en el que se va contando en cada una de las 26 letras la historia de un niño determinado cuyo nombre empieza con la letra en cuestión: la característica que relaciona a todas esas criaturas es que a todos les ha tocado tener una muerte atroz o incluso salvaje.
Sin embargo, y contra lo que podría creerse (y en su momento se creyó) no es un libro que se aferre a la violencia de la muerte sino más bien que intenta poner en palabras los miedos más presentes en la infancia. Además, otro efecto de este libro es representar la infancia lejos de la idea de felicidad plena o ingenuidad. Es posible que Gorey intentara derrocar esa imagen tierna y lumínica de la infancia para darle un toque de realismo a su representación.
Ilustraciones punzantes y textos breves
Los cuentos infantiles más interesantes se caracterizan por dos cosas: breves textos y dibujos sumamente detallados; en el caso de Gorey aunque las ilustraciones aparentan una cierta inocencia esconden un profundo y retorcido mensaje que se enlazan a historias punzantes que se originan en los miedos más intensos y presentes en la infancia. Gorey es famoso por su humor negro el cual lleva a su extremo más satírico en esta obra.
Edward Gorey nació en Chicago en 1925. Desde pequeño manifestó una clara entrega por las ilustraciones; especializándose en los dibujos en blanco y negro. Ilustró cuentos suyos y también trabajó en la portada de numerosas obras clásicas de Poe, Chesterton y Kafka.
Cuando conocí a Gorey seguí indagando más y comprendí que entre él y Burton había un lazo extraño como el arte de cada uno; «La melancólica muerte del chico Ostra» sin lugar a dudas hace pie en este maravilloso abecedario, con el estilo auténtico e inconfundible de Burton que se vio fuertemente inspirado por el arte y la forma de entender la ilustración y la infancia que tuvo Gorey.
Es importante mencionar que el intento de este libro era generar un mensaje que fuera fácilmente recordable; de este modo los niños podrían aprender las letras jugando. Lamentablemente, en la traducción esa rima musical pensada con exquisitez por Gorey se ha perdido para dar lugar a frases inconexas o, en algunos casos, de carácter cursi o algo tontorronas. Pese a ello, vale la pena acercarse a esta lectura y, sobre todo, a las impresionantes ilustraciones de Gorey. Los animo a conseguir este pequeño librito rescatado hoy en el desván de los libros perdidos.
Comentarios1
Estoy contigo, Tes. Quizá alguno de los motivos no sean idénticos, pero el universo creado por Tim Burton me parece maravilloso. Para mí, es uno de los cineastas con más talento. El libro de Edward Gorey y sus ilustaciones no las conocía, aunque voy a acercarme como recomiendas 😉 Un abrazo.
Estoy segura de que te encantará, Rapsódico. Lejos de ser un libro para niños; es una maravillosa forma de acercarnos a ese niño interior que llevamos y revisar los temores de la infancia.
Un abrazo gigantezco.
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