Dos meses le tomó a Louisa May Alcott escribir «Mujercitas». «Debes escribir una historia para chicas» le pidió su editor, a lo que ella respondió «A mí no me gustan las chicas, ¿cómo voy a convertirlas en protagonistas de una novela?». Pese a ello, se puso manos a la obra, porque encontró la forma de contar una historia distinta; dejando claro que lo que no le gustaba era la vida que se esperaba vivieran las chicas en la literatura.
Muchos lectores afirman que «Mujercitas» es una novela cursi y tibia en muchos aspectos; sin embargo, la obra conseguida por Alcott estaba llena de denuncias sociales, contra la discriminación sexual y racial y apostaba por una escritura limpia y desenfadada. No obstante, la censura se ciñó sobre ella, a fin de convertirlo en un libro apto para ser vendido en las librerías. Y así llegó a nosotros (y continúa siendo la imagen que le representa). Así se conoció a la inmensa Alcott como una autora de libros para mujeres; porque la represión del patriarcado adquiere diversas formas y aprende a endulzarse con el correr del tiempo para no pasar de moda. Hoy escribo sobre ella, porque pienso que hacen falta muchas más autoras comprometidas con la vida como Louisa.
La infancia de Louisa May Alcott
Louisa May Alcott nació el 29 de noviembre de 1832 en Pensilvania. Pasó su primera infancia en Nueva Inglaterra rodeada de un ambiente literario. Sus padres eran dos activistas abolicionistas y estaban vinculados a importantes escritores de la época, tales como Nathaniel Hawthorne, Theodore Parker y Henry David Thoreau. Desde pequeña Louisa sintió una gran fascinación por la literatura y no dudó en poner a prueba sus dotes como escritora frente a estas figuras que la animaron a continuar escribiendo, viendo en ella una voz nueva y necesaria en aquella América sedienta de ideas.
Amos Bronson Alcott, el padre de Louisa, sin duda fue la persona que más influyó en ella a nivel ideológico. Era un destacado filósofo trascendentalista que creía en el abolicionismo, la igualdad entre hombres y mujeres y entre humanos y animales. Junto a un grupo de filósofos y escritores (entre quienes se encontraban Thoreau y Hawthorne) fundó una colectividad cuyos principales pilares eran una vida comunitaria autosustentable con una alimentación vegetariana estricta.
En esta comunidad llamada Fruitlands pasó Louisa un par de años de infancia, hasta que su madre decidió mudarse a Boston con ella y sus tres hermanas en busca de oportunidades para ellas. En esta ciudad, la vida de las hermanas Alcott no fue sencilla ya que vivir en una familia regida por una mujer no era lo común en la época, y la discriminación y la pobreza golpeaban día por medio la puerta de la casa.
Familia matriarcal en tiempos machistas
Aunque el padre abandonó poco tiempo después la comunidad y se mudó con el resto de la familia, quien continuó dirigiendo la economía y la vida familiar fue la madre; Amos, dadas sus ideas revolucionarias consideraba que ella podía hacerlo mejor y que una estructura matriarcal se adaptaba mejor al proyecto de familia que compartía con su esposa. Mientras tanto él se dedicaba a educar a las hijas y trabajaba como docente intentando inculcar un modelo de educación basado en la libertad y el disfrute del aprendizaje. Debido a esta extraña forma de entender la enseñanza y a que en cierta ocasión permitió la entrada de un niño negro a su clase fue destituido del cargo.
La influencia de Amos en la formación y en la línea de pensamiento de Louisa es innegable. Sin duda, el haber tenido un ejemplo de consecuente ideología fue fundamental para que ella creyese en su talento literario y para que se comprometiera con lo que pensaba.
Así, a lo largo de su carrera como escritora publicó una gran cantidad de textos en los que dejó en claro su forma de pensar y su deseo de participar en la lucha por la libertad de las mujeres (fue un imprescindible personaje público en la difusión e implementación del sufragio femenino en Estados Unidos y supo llevar una vida solitaria e independiente que le sirvió para demostrar su capacidad como mujer de mantenerse económica y emocionalmente sin casarse).
Refiriéndose a las mujeres independientes escribió:
La libertad de la mujer soltera
Uno de los aspectos más llamativos de la vida de Louisa May Alcott es el haber permanecido soltera durante toda su vida, en una época en la que era muy difícil ser una mujer independiente, sobre todo perteneciendo a una familia pobre (no había herencia, ni pensión alguna que pudiera servirle para sustentar esta decisión). Es más, Louisa fue una defensora acérrima de la soltería y escribió numerosos textos en los que animaba a otras mujeres a permanecer solas. Para ella la libertad se rompía con el matrimonio y como consideraba que solamente siendo libre se podía mantener una autonomía real, creía que valía la pena permanecer sola.
Pese a que los títulos más conocidos de Louisa May Alcott son «Mujercitas», «Los muchachos de Jo» y «Ocho primos», escribió muchas otras historias, algunas de las cuales nos permiten acercarnos con más exactitud al pensamiento rebelde y libertario de la autora. «Fábulas de Flores» y «Un susurro en la oscuridad», por ejemplo, son dos de sus obras menos conocidas pero más interesantes en este aspecto. Cabe señalar también que sus novelas más populares han sufrido muchos recortes para poder encastrarlas en lo que el mundo editorial espera de la «literatura para chicas» y que las han privado de extensos párrafos con ideas feministas que podrían habernos ayudado a conocer mejor la voz de Alcott.
Gran parte de esos fragmentos eliminados provienen del diario íntimo que escribió Jo mientras vivía en New York, donde se la puede ver como una joven libre que disfruta de la buena vida y goza de una independencia absoluta. Cabe señalar que la relación de Alcott con este personaje era muy estrecha, a tal punto que había decidido no casarla, pero debido a las presiones de lectoras y editores terminó cediendo, aunque nunca le robó esa libertad y esa belleza juvenil que tanto caracterizó la mayor de las March y que, en cierta forma, es un fiel reflejo de cómo se veía a sí misma.
Dos meses le tomó a Louisa May Alcott escribir «Mujercitas»; una historia para chicas, le había pedido su editor, y Alcott le devolvió una novela de lucha, de esperanza, de supervivencia. Quería dejarnos un hueco a través del cual pudiéramos respirar y sentir que era posible una vida distinta. La censura y los barrotes del mundo literario no le permitieron ser ella misma; en nuestras manos-ojos-deseos está rescatarla y recordar a esa eterna soltera como lo que realmente fue: una mujer adelantada a su tiempo, independiente y feminista.
Comentarios1
Es un acto de justicia. Estas grandes autoras como Louisa May Alcott dificilmente serán reconocidas como debiesen. Me gusta leer sobre ellas. Un abrazo, Tes.
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