Louise Dahl-Wolfe en «Fotografías literarias»

Foto: Letra por Letra

 
A Louise Dahl-Wolfe se la conoce por haber revolucionado el mundo de la moda y el espectáculo. Sus fotografías capturan instantes únicos desde una óptica cotidiana y natural y gracias a ellas ha conseguido hacerse un lugar en el mundo de las imágenes. Pero el trabajo de Louise abarca mucho más y entre sus numerosas imágenes se destacan varias sesiones con escritores en las que se puede notar la mirada versátil y revolucionaria de la fotógrafa.
Hoy la traigo a Louise Dahl-Wolfe a este nuevo ciclo de Fotografías Literarias, por el que la semana pasada pasó Antony Armstrong-Jones.
 
 

Carson McCullers según Louise Dahl-Wolfe

En una época en que se cuidaban las formas y se buscaba capturar instantes con cierta rigidez, Louise Dahl-Wolfe llegó para otorgar vivacidad e instante a la fotografía. Entre las cualidades de su trabajo podríamos resaltar la elección de la luz natural por sobre los artificios y la búsqueda de poses naturales y espontáneas, donde la risa y el placer ocupan lugares fundamentales, decisiones que convierten sus imágenes en verdaderos refucilos que te permiten, por un instante, viajar en el tiempo a ellos, tocar a los protagonistas, oírlos reír.

Mi foto favorita de Louise es esta que le hizo a la genial Carson McCullers, con su cigarrillo y su seriedad. Dice de ella Antonio Lucas, de Carson, en esas biografías alucinantes que publicó en Heterodoxas, que escritura y daño fueron los dos ingredientes de su existencia. Y esa imagen de Louise nos permite observar esos dos rasgos de su personalidad. La chispa de la vida en la palabra, la sombra de la herida en la mirada. Sin duda, una de las mejores imágenes que se han hecho de la autora de «La balada del café triste».

Louise Dahl-Wolfe también ha retratado a Eudora Welty, Orson Wells, W.H. Auden, Mae West y Christopher Isherwood, entre otros intelectuales. Su trabajo ha servido para inmortalizar una perspectiva más humana de los protagonistas, donde se puede leer más allá de la pose y de la fría distancia de la cámara. Su gran secreto reside en haber sabido combinar de forma acertadísima la iluminación y los colores para dar con el cuadro perfecto según qué personaje, y dotando a sus imágenes de luces y sombras que permiten apreciar la personalidad de cada protagonista de forma contundente.

Foto: Museum of Contemporary Photography at Columbia College Chicago

Louise Dahl-Wolfe, la chica que amaba los colores

Louise Emma Augusta Dahl nació el 9 de noviembre de 1895 en San Francisco en una familia con raíces escandinavas. Si bien no estaba en sus planes convertirse en fotógrafa –estudió diseño y arte en Escuela de Bellas Artes de California– en cuanto hizo sus primeros pinitos con la cámara, se entendió perfectamente en esa perspectiva y ya no hubo vuelta atrás. Siempre decía que los conocimientos adquiridos sobre la distribución de los colores en el espacio le había servido muchísimo a la hora de componer las escenas a través del objetivo.

En la década del treinta comenzó a trabajar en Harper’s Bazaar, la prestigiosa revista de moda fundada por Mary Louise Booth, donde demostró una gran habilidad para realizar fotografías impactantes y únicas. La época dorada de la revista tuvo así a una mujer que comenzaba a demostrar que había mucho que aprender y que cambiar en la fotografía de moda.

Y no sólo eso, que la fotografía es un arte en movimiento y necesita realizar cambios constantes para mantenerse fiel a los colores de la época en la que se entrena. Así supo verlo Louise y ponerlo en práctica. Sus retratos, tanto de modelos, actrices como de personas de diferentes disciplinas se caracterizaron por hacer un uso de la iluminación innovador, que sería de referencia para fotógrafos futuros, de diversas disciplinas.

Foto: International Center of Photography

Dahl-Wolfe, fundadora de la fotografía medioambiental

Dahl-Wolfe fue valiente y supo revolucionar gracias a esa actitud el mundo de la fotografía. Sus sesiones consistían en paseos al aire libre, con luz natural y una pose relajada: otorgando espíritu a cada una de sus instantáneas. Fue la primera que se opuso a los cánones y se salió de esa forma encorsetada en la que se veía este arte.

En el mundo de la moda existe una categoría que se llama fotografía medioambiental, y que consiste en sesiones que se realizan al aire libre. Fue Louise Dahl-Wolfe quien la creó al oponerse a la artificiosa forma en la que se realizaban este tipo de fotografías hasta el momento.

No obstante a Louise le gustaba más el retrato que la fotografía de moda; le interesaba capturar almas en miradas. Y aunque es la fotografía de moda la que le permitió trascender en el tiempo, también lo hizo porque supo aportarle a esta disciplina tan superficial un toque de vida, espontaneidad y profundidad del que carecía.

Sin embargo, y pese a haber servido de inspiración para muchos otros fotógrafos, el reconocimiento no le llegó hasta los ochenta, cuando la Staley-Wise Gallery la invitó a exponer su trabajo en New York. Tarde pero seguro tuvo su homenaje y su lugar; sin embargo, casi no recordamos su rostro, porque tanto se empeñó en capturar las miradas de otros que no recordó mostrar la propia (como sí hicieron la mayoría de los fotógrafos).

Pasó sus últimos años en New Jersey, donde falleció de pulmonía el 11 de diciembre de 1989. La mayor parte de su obra se encuentra reunida en el Centro para la Fotografía Creativa (CCP) de la universidad de Arizona en Tucson. Su legado continúa vivo, su mirada sigue siendo un faro para quienes se dedican a la fotografía de moda y retrato.

Aquí puedes ver más fotografías de Louise Dahl-Wolfe en el archivo de Museum of Contemporary Photography at Columbia College Chicago

Foto: International Center of Photography



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