El Lovecraft que se escondía detrás de los relatos

Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de agosto de 1890 en Rhode Island, Estados Unidos. Es un importante referente en el género de las historias de terror, su paso por la literatura fue renovar el género literario del terror, creando un subgénero, el horror cósmico.

El género de Lovecraft recibe el nombre de horror cósmico porque este escritor a lo largo de su trayectoria creó un sistema cósmico con un principio, un desarrollo y un posible final, donde vence el caos. Posteriormente escritores que cultivaron el mismo género utilizaron elementos de aquel universo creado por Lovecraft.

Sin embargo, detrás de todas esas historias, y del mito de este increíble autor, leído aún al día de hoy con placer y admiración, existió un hombre con unas características casi demenciales.

Este artículo no explora sobre su obra sino sobre el verdadero Lovecraft, un hombre cuyo apellido llevó aquello que quizás nunca conoció, el amor.

Acerca de su infortunio

Una de las principales desventuras de Howard Phillips Lovecraft fue ser hijo único ya que su madre, que enviudó demasiado joven, volcó en él todas sus frustraciones, lo rodeó de cuidados sobre protectores y consiguió que el pequeño Howard se sintiera tan desprotegido que comenzara a aislarse.

Cabe aclarar que ella le impedía jugar con niños de bajos recursos y le inculcó un desprecio irracional por los que «no eran como él», el racismo presente en las obras de Lovecraft puede deberse a esta causa. Además ella le repetía que no era atractivo y que nunca llegaría a triunfar, de ahi quizás que este excelente escritor jamás se volcara de manera profesional al desarrollo de la literatura.

Lovecraft padeció de marginación en la sociedad, siempre se mostró como un ser completamente diferente al resto de los de su edad, poco interesado en cuestiones de este mundo, incapaz de motivarse ante un juego de espadas, sólo atento a las realidades subjetivas, a mundos paralelos, a existencias sobrenaturales. Fue un hombre solitario, nacido en una familia bien posicionada pero que conoció la pobreza al punto de terminar sus días en la habitación de una pensión de mala muerte.

Durante años vivió oculto, teniendo escasa conexión con el mundo, relacionándose sólo con su madre. Cuando tenía 31 años su madre murió, luego de una difícil enfermedad, y para Lovecraft significó un golpe muy duro. Pese a que muchos biógrafos aseguran que ella fue la responsable de la conducta autodestructiva del escritor, que en vez de confiar en sí mismo prefirió dedicarse a vivir de las espectativas de su madre, su muerte trajo un gran desequilibrio en el escritor.

Dada la relación de sobre protección y de escasas habilidades sociales, es natural que el joven prefiriera la compañía de su madre, un sitio seguro, a la de otras personas ligadas a comportamientos aleatorios, que no podía gobernar ni predecir, de ahí la carencia de apoyo en el mundo exterior.

El género femenino para Lovecraft

Lovecraft estuvo casado con una mujer, Sonia Greene, se estima que apenas alcanzaron el año de convivencia y se separaron por causas desconocidas, viviendo en New York y atravesando una grave crisis económica, decidieron separarse para que cada uno buscara recomponer su futuro, sin embargo, lo que la mayoría considera es que Lovecraft era un hombre asexuado y la falta de relaciones íntimas acabó con esa pareja.

Muchos indicios llevan a pensar que, ante la muerte de su madre (fallecida dos semanas antes de que Lovecraft conociera a Sonia) el escritor necesitó ocupar ese espacio vacío con otra persona, pero no intentaba formar una familia, simplemente buscaba recuperar a su madre que había perdido.

Según lo que puede leerse entre líneas en sus historias Lovecraft, pese a haber tenido una firme y larga relación con su madre, no era muy amigo del género femenino, de hecho algunos biógrafos lo han pintado como un misógino.

Lo que sí es claro que en sus relatos las pocas mujeres que aparecen son: Asenath White, un hechicero perverso apoderado del cuerpo de una joven inocente en el relato «El ser en el umbral» y Lavinia Whateley en El horror de Dunwich, una mujer que da a luz a un niño, creado bajo circunstancias muy extrañas, de un padre desconocido y que se creía en el pueblo donde vivían no era otro que el propio demonio.

Sus figuras femeninas son seres que dedican su tiempo a realizar la voluntad del demonio. Además las relaciones sexuales ocupan un espacio ínfimo y siempre negativo; esto da lugar a pensar en que su rechazo no tiene que ver con el sexo femenino en sí, sino con la existencia de la raza humana.

Últimos solitarios años

Luego de su separación regresó a su pueblo natal donde vivió con unas tías, en esta época se sumió en la más profunda tristeza y se alejó de todo contacto social, una vez más. Es el período en donde más fructífero se volvió a nivel literario, creando obras como «La llamada de Cthulhu«, «En las montañas de la locura» y «El caso de Charles Dexter Ward», todas publicadas por la revista Weird Tales.

En sus últimos años de vida, debido a la dificil situación económica que atravesaba, debió trabajar de escritor fantasma, colaboró como redactor y corrector en varias ocasiones, ha participado en obras como «The Mound,» «Winged Death,» y «El diario de Alonzo Typer», y también en poemas y obras de otros géneros.

La soledad, el escepticismo y la falta de relaciones que lo ayudaran a sentirse a gusto con la existencia fueron elementos fundamentales para grandes obras y al día de hoy es recordado por los relatos escritos en su peor momento. Sin embargo, imagino que si Lovecraft volviera a la vida, no desearía recuperar ese momento de su vida… Aunque sabiendo todo cuanto debió tolerar y sufrir habría que ver si existe alguna etapa en su vida en la que se haya sentido feliz.