Ana María Matute en la mirada de Juan Cruz Ruiz

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Ana María Matute en la mirada de Juan Cruz Ruiz
Entre las maravillosas personas que nos han dejado este año se encuentra la maravillosa y entrañable Ana María Matute; la creadora de mundos imprescindibles, de horizontes que abarcan mucho más de la linea del horizonte, de vidas intensas, de muñecos recordadísimos…

Hace un tiempo el escritor Juan Cruz Ruiz entrevisto a la ganadora del Cervantes. Recientemente esa entrevista ha sido publicado en Babelia y es una preciosa semblanza de la autora de Paraíso inhabitado. No creo que existan mejores formas de despedir a esta preciosa niña.

La infancia es para toda la vida

Ana María Matute era una mujer sencilla a la que poco parecían importarle los premios y los aplausos; lo único que buscaba de la vida era que la hicieran reír, pensar y, sobre todo, jugar. Usaba como herramientas de comunicación el silencio, el sarcasmo y la ironía. Y en esta entrevista inédita hasta hace poco, al igual que un documental realizado por Pablo Álvarez que esperemos que vea la luz muy pronto, usó estos elementos para expresarse, sin dejar de ser esa niña canosa que todos conocimos.

La infancia dura toda la vida, decía Matute. Porque esas experiencias que te han marcado a fuego, las compartas o no, ahí están, golpeándote de cerca, haciéndote entender o no el mundo que te rodea; permitiéndote asombrarte con la misma sinceridad de antaño ante aquellas cosas que no puedes entender. La infancia dura más que la vida, y la de Matute continúa acompañándonos en sus historias, en su voz dulce, en su elegancia.

Ana María Matute en la mirada de Juan Cruz Ruiz

El arte a muchos nos salva y eso hizo con la niña Ana María, quien en una infancia durísima supo encontrar en los libros su refugio; sumergiéndose en esos mundos que la salvaban del propio y aprendiendo a inventarse sus propios mundos: universos donde se sintiera a gusto

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Los libros eran en aquella infancia la continuación de la imaginación, dijo la Matute, y agregó o quizás la razón. Porque todo lo que se descubre y lo que te revela un libro lo imaginas, haces con eso lo que quieres o lo que necesitas y pin tas tu propia realidad de esos elementos que vienen en el papel. El ciclo sería: escuchar cuentos, oír cómo los leen, leerlos y después escribirlos.

Ana María Matute en la mirada de Juan Cruz Ruiz

La oscuridad en la vida de la Matute

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Seguramente entre las etapas más difíciles de su vida la depresión ocupó un lugar importante; durante muchísimos años no pudo escribir una palabra. Aquella escritora que había nacido y conmovido al mundo de pronto se estaba apagando. Ya no le interesaba nada; le daba lo mismo escribir como no escribir, vivir como morir, «me daba igual todo. Todo me era absolutamente indiferente«, dijo.

Fue su amiga y editora Carmen Balcells la que consiguió sacarla de este pozo al sentarla en su casa con El Olvidado rey Gudú y presionarla para que escribiera. Y así, fue saliendo, volvió el impulso por la escritura.

Pero antes, durante ese período de desolación hubo muchos tipos de luz que por momentos se iluminaban pero nunca parecían suficientes. Es probable que todas aquellas circunstancias que debió atravesar (un divorcio en una época en la que nadie se divorciaba y el consecuente silencio y rechazo de sus amistades) la consumieran tanto que la llevaran a sentirse tan triste que fuera incapaz de empuñar la pluma. Pasar por ello seguramente le permitió escribir sus últimas y monumentales obras.

La infancia dura para siempre y la oscuridad a veces también; pero no fue el caso. Como le había ocurrido en la infancia en el cuarto oscuro, Balcells fue su terrón de azúcar que la ayudó a iluminar esa oscuridad con una chispita azul. Y fue esto lo que le permitió convertirse nuevamente en la maga.

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El dolor y la literatura

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Basta leer algunas de sus obras para entender a qué se refiere. Ese dolor que nos rodea, que nos surca y que nos lleva a situaciones extremas de las que no siempre tenemos la seguridad de poder salir. Vivir es doloroso, dijo. Sobre todo la vida es difícil para aquellas personas que viven intensamente, que sienten a cada instante y que atraviesan cada instante de su vida. Por suerte, para este tipo de personas, así como pueden sentir con mucha intensidad el dolor, lo mismo les ocurre con la felicidad profunda.

En una entrevista sumamente cálida, el escritor Juan Cruz Ruiz nos regala otro trocito de Ana María Matute, esa hada que nos ha dejado ¿para siempre? Les recomiendo la entrevista completa y cierro esta nota con una frase del autor de «Ojalá octubre» que me parece fantástica.

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