A veces viene cayendo en el buzón de mi casa el llamado «último aviso», que hace una picante relación con el atraso en el pago de la energía eléctrica, el agua, el teléfono. Cierto es que en numerosas ocasiones no llega el primer aviso, sino el último, vaya uno a saber por qué razón; lo más probable es que este despiste de comunicación se debe a la falta de coordinación, a la carencia de capacidad para cubrir un servicio tan básico y necesario como es la distribución de las facturas.
Escribo así, como en metáforas, para intentar llamar la atención de los escritores sobre un asunto que mucho les puede interesar: En un artículo pasado, que pertenece a no sé ya qué fecha, había yo dado aviso a los poetas y narradores del Paraguay, en torno a lo importante que sería para ellos contar con un blog en estos rápidos y expeditivos tiempos de Internet.
Un blog es un sitio donde el poeta, o el cuentista, puede subir los mejores poemas de su inspiración así como los cuentos que conforman una antología, o uno o dos o tres libros ya publicados.
El blog vendría a ser un certificado de existencia de tal o cual escritor dentro de este gran registro que se llama Internet.
Al blog se puede subir también la fotografía del autor, las tapas de los textos publicados y todo cuanto suma al perfil creativo. Si existe una biografía, o una reseña biográfica, pues se las sube, y ya está.
El hecho de que el escritor tenga un blog no garantiza su fama, ni mucho menos. El blog en sí es una herramienta para hacerse conocer, por lo menos, por aquellos lectores que buscan noticias literarias sobre este pedazo de tierra que se llama Paraguay. Paraguay y sus creadores merecen trascender las fronteras. La decisión de ir un poco más allá de nuestros límites territoriales se encuentra en nuestras manos. Los artistas tenemos que ser artífices de nuestro propio destino.
Quiero dejar constancia de que la «Antología Panamericana», donde figuro, se concretó gracias a que el antólogo Stéfhane Chao halló un cuento mío en el Portal Cervantes Virtual.
En cuanto a la inserción de un cuento mío en la antología «Cuentos latinoamericanos», publicada en Alemania, tal golpe de fortuna se dio pues una investigadora halló mi obra en algún punto de Internet. Era un punto girando en el espacio cósmico de la tecnología. Internet suma en la vida de los escritores.
Preste el lector atención a lo que le voy a contar.
Antes yo no creía en la computadora.
Me decía a mí misma que el contacto con la pluma y el papel tenía un valor sentimental demasiado determinante en mi creación literaria, para cambiarlo por otra herramienta.
Ahora, obviamente, enterada de la comodidad y de la facilidad del cambio, no puedo escribir tres palabras seguidas sin recurrir a las teclas de la computadora.
Hay escritores paraguayos que no tienen un mail.
¿Cómo puede ser eso?
El mail es tan indispensable en la vida de los artistas como lo es el celular.
Ojalá me hagan caso los escritores y suban sus obras a un blog. Y que se hagan de un mail.
Ya no insistiré sobre el tema por temor a resultar fastidiosa. Pero bien sé yo, y quienes me conocen, cuán grande es la buena fe que me mueve.
Comentarios1
de tu buena fe no hay dudas, y el consejo que das merece atención. Abrazo
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