Uno de los dramaturgos más importantes de la literatura inglesa es, sin duda alguna, Christopher Marlowe. Se trata de un escritor (1564 – 1593) que se convirtió en el mejor referente de la etapa isabelina y que ha pasado a la historia tanto por sus trabajos como por las distintas leyendas que han circulado sobre él y que lo muestran como un hombre que, entre otras cosas, ejerció como espía.
El predecesor de William Shakespeare fue también este artista de la palabra que se considera en la actualidad que podría ser el verdadero autor de algunos de los libros más importantes del creador de Romeo y Julieta.
Sea como sea, lo que está claro es que Marlowe nos ha legado importantes obras teatrales que merece la pena conocer a fondo. Entre las mismas podríamos destacar, por ejemplo, Tamerlán, el Grande.
En el año 1587 fue cuando se escribió este trabajo que gira en torno a la figura del emperador turco-mongol Timur, el cojo, que tiene el privilegio de haber sido el último conquistador nómada de la zona de Asia Central.
Dentro del género del drama se encuentra dicha obra que no sólo se convirtió en una de las más importantes de su autor sino también en uno de los primeros grandes éxitos que tuvo en la historia la escena teatral de Londres.
Entre sus principales señas de identidad hay que destacar que la misma rompió con las normas establecidas hasta el momento dentro de la forma de entender el teatro pues apuesta de manera clara por una acción trepidante y por un lenguaje mucho más fresco y atractivo que tenía al público en todo momento en tensión.
Crítica social
La trágica historia del Doctor Fausto es otro de los trabajos dentro del campo de la dramaturgia que más valor y peso dieron a Christopher Marlowe en la sociedad del momento. En el año 1604, una década después de la muerte de su autor, es cuando se llevó a cabo la publicación de aquel que toma como eje central la famosa leyenda de Fausto, el hombre que decide vender su alma al Diablo con el objetivo de poder recibir a cambio mucho más conocimiento y poder.
Trece escenas, además de un prólogo y de un epílogo, son las que dan forma a esta obra que nos presenta como protagonista al Doctor Fausto, un experto en Teología, que tiene claro que desea crecer en cuanto a conocimiento del mundo que le rodea. Por eso, llega un momento que toma una contundente determinación: vender su alma al Mal, al Diablo, y concretamente hará esa “acción comercial” a través de un siervo de aquel, el demonio Mefistófeles. Este será el que le dé sus favores al personaje central.
De esta manera, podemos ver que la obra es una clara crítica a la sociedad del momento pues se expone cómo el hombre se encuentra viviendo una etapa en su vida en la que prefiere ser rico materialmente y no de forma espiritual.
Dido, Reina de Cartago o Eduardo II son otros de los trabajos teatrales más importantes de este enigmático y siempre actual escritor inglés.
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