Si bien para disfrutar de la poesía no se necesita más que una cierta sensibilidad, conocer los diversos movimientos estéticos que han existido puede ayudarnos a apreciar esos pequeños matices que de otro modo pasarían por nuestro lado sin que pudiéramos comprenderlos.
Por eso he pensado que sería interesante hacer una serie de artículos sobre un movimiento que me parece totalmente relevante y que puede ayudarnos no solo a comprender a fondo la poesía del siglo XIX sino incluso nuestra actualidad literaria: el modernismo. Hoy haremos un brevísimo repaso sobre las bases en las que se ha fundado tamaño movimiento.
Raíz social
Cuando empezamos a estudiar el modernismo, esa fabulosa corriente artística que modificó la forma de concebir el arte para siempre, leemos que se originó en Hispanoamérica y más tarde llegó a Europa. Siempre lo he creído así, pero hace un tiempo me encontré con un artículo que me iluminó y cambió rotundamente mi noción al respecto. (He intentado dar con él para compartirlo con ustedes, pero lamentablemente no he podido encontrarlo).
Alemania e Inglaterra también fueron lugares donde se gestó el modernismo; en un ámbito totalmente ajeno a la situación literaria de Latinoamérica. No obstante, a la hora de intentar encontrar semejanzas, podemos citar la situación social. Esto lo digo para aquellos que deseen investigar más al respecto; en lo que respecta a este artículo nos centraremos en el Modernismo Hispanoamericano.
Los epicentros del modernismo se asemejaron en una cosa: en las situaciones políticas y sociales en los que surgieron.
En todos los casos fue la respuesta a una crisis que venía gestándose desde hacía tiempo. Consistió en una forma auténtica de romper con las estructuras tradicionales y buscar una transformación social a partir del arte. El resultado debía llevar a ruptura con la sociedad burguesa y la tendencia estética que ésta había instaurado sobre todas las artes en general y en particular, sobre la poesía.
Los modernistas se encontraban íntimamente ligados a los movimientos sociales del momento y ofrecían su creatividad para conseguir cambios en la sociedad que habitaban. Por otro lado, buscaban hacer de la poesía un espacio que dejara constancia de la realidad histórica, a través de la cual pudiera comprenderse esa situación histórico cultural.
Modernismo ¿Escuela o Movimiento?
Según el libro en que lo busquemos, podemos encontrar cualquiera de estos sustantivos acompañando al modernismo: tendencia, corriente, escuela o movimiento literario. A lo largo de los años prevalecen el de escuela y movimiento. ¿Qué significa cada una de estas etiquetas?
Se dice que el modernismo es una escuela porque sus innovaciones fueron tomadas en cuenta por muchísimos escritores contemporáneos y posteriores. Los que afirman esto aseguran que el responsable de todo fue Rubén Darío; por tanto, ven el modernismo como una tendencia estética que comienza en Latinoamérica y que el propio autor nicaragüense trasladó a Europa cuando se exilió allí.
Darío supo fusionar de una forma única diversas tendencias poéticas provenientes de otros países. Por lo tanto hablar de modernismo como cosa surgida en Latinoamérica ni siquiera en este punto sería razonable; teniendo en cuenta que no podría haber sido posible sin las estéticas extranjeras que lo ayudaron a formarse. No obstante, sí fue auténtica la forma en la que se fusionaron esos estilos diferentes. Y también lo fue su espíritu tornadizo y rebelde, que se impuso frente a otros movimientos que gozaban de mayor popularidad.
Los que aducen que se trata de un movimiento convierten al modernismo en un proceso mucho más largo, cuyo origen se encuentra en los inicios de la última parte del siglo XIX y sus referentes literarios primigenios son José Martí, Gutiérrez Nájera, Julián del Casal y José Asunción Silva. Argumentan también que no tuvo un comienzo exacto y que seguramente una de sus mayores características es el haber podido albergar a tantas escuelas diferentes en su interior (naturalismo, simbolismo e impresionismo). ¿No están acaso diciendo lo mismo? A decir verdad, no encuentro mucha diferencia entre ambas posturas.
Poesía más allá de las etiquetas
Creo que todos ellos están en lo cierto, y ninguno, a la vez. Decía al comienzo que si bien para disfrutar de la poesía no es necesario tener idea de las etiquetas que se han ido creando para diferenciar los distintos tipos de expresividad poética a lo largo de los siglos, para un estudio profundo es necesario conocerlos. No obstante, tampoco es buena la obsesión ni la obcecación.
Somos lo que leemos, y lo que sabemos hacer con eso que leemos. La literatura no se compone de movimientos aislados sino de fusiones estéticas que se acercan o contradicen. En Latinoamérica, sin Rubén Darío quizás el modernismo no habría sido reconocido como tal, aunque sin Lugones, Herrera o Reissing tampoco habría alcanzado el esplendor que posteriormente tuvo. Pero más aún, sin aquellos autores a quienes Darío admiró tampoco habría existido; y as u vez estos no habrían sido posible sin los que les precedieron. La literatura es una inmensa red que se va gestando a sí misma y que necesita de todos sus pilares para mantenerse en pie. Somos gracias a lo que hemos leído, tanto lo que nos ha gustado como aquello que hemos aborrecido.
Sinceramente creo que una de las cosas más revolucionarias y mejor hechas del modernismo fue el haber liberado al autor de las barreras impuestas por las estéticas anteriores; dotándolo de una libertad que hacían de su creación poética un lugar lleno de posibilidades (tantas como él quisiera). Gracias a esto pudieron crear un estilo único e intransferible. Es esto lo más valioso a nivel estructural, desde mi humilde punto de vista.
Como lo dice el mural de la fotografía, «La poesía es liberación». Creo valiosos aquellos movimientos y escuelas que persiguen la búsqueda de la identidad y la liberación de todo estereotipo; por eso, más allá de los gustos, creo que el modernismos es una de las revoluciones poéticas más admirables de todos los tiempos.
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