Uno de los grandes maestros de la literatura de Irlanda es, sin lugar a dudas, George Bernard Shaw, ganador del Premio Nobel en el año 1925. Y es que su calidad, su originalidad y su manera de desarrollar las historias, fundamentalmente en el ámbito teatral, consiguieron que el público cayera rendido a sus pies.
Si aún no has tenido la oportunidad de leer ninguno de los trabajos de este autor, te recomendamos que empieces por Cándida. En el año 1898 fue cuando se estrenó esta obra que fue la primera de éxito que logró en su carrera.
Los suburbios de la ciudad de Londres son los que ejercen como escenario de esta historia que toma como protagonista a una mujer, la que da título a la obra, que está casada con un reverendo y que verá como su vida da un giro cuando conozca a un joven escritor llamado Eugene Marchbanks.
Aquel es un muchacho que está perdidamente enamorado de Cándida y que considera que ella se merece algo mejor que una vida rutinaria y aburrida, siempre atenta a las tareas domésticas y a las necesidades de su marido.
Dos hombres, por tanto, en su camino que harán que la mujer se vea en la necesidad de elegir si seguir con su vida o si darle un cambio a la misma descubriendo otras formas de sentir y de desarrollarse.
Amor, interés y poder
El amor está también, en cierta medida, muy presente en otro de los trabajos más significativos de George Bernard Shaw. Nos estamos refiriendo a César y Cleopatra, una obra teatral que se estrenó en 1899 aunque no se publicaría hasta 1901.
Los dos personajes históricos que dan título a aquella son los que se convierten en protagonistas de la misma. Gracias a la historia podemos descubrir cómo pertenecen a mundos diferentes pero tienen un nexo común: las ansías de poder.
Sus continuos enfrentamientos por ascender a los tronos a los que optan y dominar el mundo serán el leit motiv de este relato. No obstante, también habrá un hueco importante para desarrollar el conjunto de sentimientos que tienen ambos personajes en su vida a nivel filial o amoroso.
A estos dos trabajos dentro del género de la dramaturgia tendríamos que añadir el titulado Pigmalión. En el año 1913, y habiéndose inspirado en la obra homónima de Ovidio, se estrenó el mismo que toma como punto de partida el encuentro entre un profesor de fonética, Henry Higgins, y una florista, Eliza Doolittle.
El lenguaje tan vulgar de la misma es el que sorprende y acapara la atención del docente. Este queda tan absolutamente perplejo de las formas de aquella que apuesta con un colega que sería capaz de, en un plazo de seis meses, convertir a la muchacha en una verdadera dama.
Y así será cómo, el docente y la florista, comenzarán a trabajar juntos por un objetivo final: que Eliza sea una señora distinguida, algo que logrará finalmente. Lo que no podemos decirte es qué sucederá, amorosamente hablando, entre los protagonistas. Tienes que leerlo.
A todas estas obras teatrales expuestas te recomendamos que añadas también Santa Juana, de 1923, que gira en torno a la figura de la mítica Juana de Arco.
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