Natalia Ginzburg y Elsa Morante son dos de las voces relevantes de la literatura italiana de la posguerra.
Después de la Segunda Guerra Mundial los países europeos vivieron una explosión significativa de sus respectivas artes. En el período de la posguerra comenzaron a surgir y se consolidaron algunas de las voces más importantes de la literatura del continente. En Italia se vivió la consolidación de un grupo de autores y autoras que no dudaron en poner en palabras la violencia ejercida contra el pueblo durante el fascismo y que buscaron construir un país diferente. En este artículo hablaremos sobre las características de este nuevo período literario y nos centraremos en la obra de dos autoras ineludibles: Elsa Morante y Natalia Ginzburg.
La Literatura italiana de la posguerra
La posguerra italiana se caracterizó por ser un momento de profunda transformación social, política y cultural. Tras los devastadores efectos de la Segunda Guerra Mundial, el país enfrentó la ardua tarea de reconstruirse, no sólo en términos materiales, sino también espirituales. El descreimiento y la ruptura social campaban a sus anchas y era necesario levantar una nueva mirada sobre la realidad. En este contexto, la literatura emergió como un espejo de las tensiones, las heridas y las esperanzas de una sociedad en plena reconfiguración.
Los escritores de esta época demostraron estar profundamente marcados por el conflicto y sus secuelas, y se dedicaron a explorar temas como la lucha por la identidad, la justicia social y los dilemas existenciales, dando voz a las complejidades de la experiencia humana en un mundo que había sufrido un golpe durísimo, que lo había transformado para siempre.
Desde las narraciones íntimas y desgarradoras de la vida cotidiana hasta reflexiones filosóficas sobre la memoria y la condición humana, la literatura italiana de la posguerra se caracterizó por plasmar con acierto el dolor tremendo que dejaron la persecución y la guerra, y también el deseo de esperanza y la capacidad de superación de un pueblo que buscaba sentido en medio del caos.
El mundo de la literatura en la posguerra
Autores como Cesare Pavese, Primo Levi e Italo Calvino, pero también escritoras como Dacia Maraini, Alba de Céspedes y Renata Viganò; con una perspectiva común pero estilos totalmente diferentes, cada uno contribuyó con el enriquecimiento del panorama literario nacional durante este período. Te queremos hablar aquí de Elsa Morante y Natalia Ginzburg.
Elsa Morante
Elsa Morante nació el 18 de agosto de 1912 en Roma, Italia, en el seno de una familia de clase media. A temprana edad descubrió su pasión por la literatura y comenzó a ensayar su propia escritura. A pesar de las dificultades económicas, estudió por su cuenta, y se volcó por el estudio de los grandes clásicos. A los 18 años publicó sus primeros cuentos y poemas en revistas literarias, lo que marcó el inicio de su carrera como escritora.
En 1936 se casó con el también escritor Alberto Moravia, con quien compartió una intensa relación personal y profesional. La pareja frecuentaba círculos intelectuales de la época, relacionándose con figuras como Pier Paolo Pasolini, Italo Calvino y Natalia Ginzburg. Durante la Segunda Guerra Mundial, Elsa y Moravia se refugiaron en una zona rural para escapar de las persecuciones fascistas debido a las raíces judías de Moravia y sus actividades antifascistas. El miedo y la soledad de esos días se puede percibir en su obra de forma contundente.
Su escritura se caracteriza por una gran capacidad para reflexionar sobre la realidad de las mujeres en el período de la posguerra y por plasmar imágenes realistas tremendas. Elsa escribía durante meses de forma obsesiva y luego pasaba períodos de cierto desapego con la escritura. Su vida amorosa estuvo marcada por la convulsión y terminó en un sonado divorcio. La autora no pudo escapar a la depresión, que se aseveró a causa de la experiencia del tiempo de persecución fascista. Hay que leer a Elsa Morante para comprender la intensidad de ese período donde la luz volvía a iluminar las calles: Mentira y sortilegio, La historia, Arturo, el de la isla y Araceli. Morante murió en Roma el 25 de noviembre de 1985; al día de hoy continúa siendo una de las autoras más destacadas de la literatura europea del siglo XX.
Natalia Ginzburg
Natalia Ginzburg nació en Palermo el 14 de julio de 1916; el mismo día pero 127 años antes tuvo lugar la Toma de la Bastilla, que iniciaría una de las mayores revoluciones de la Historia de Occidente. Ginzburg se destacó como novelista, dramaturga y ensayista y su obra ha supuesto un antes y un después en la literatura europea. Hija de un destacado biólogo judío y una madre católica, creció en Turín, una ciudad que se convertiría en el epicentro de su desarrollo intelectual y literario.
Su vida se vería marcada por la pérdida y el desarraigo. Durante el régimen fascista, la familia sufrió persecución debido a sus raíces judías y sus actividades políticas: tanto su padre y sus hermanos como su esposo, Leone Ginzburg, serían perseguidos y sufrirían la violencia extrema del régimen. El asesinato de Leone supuso un momento clave en la vida de la escritora; tanto en lo íntimo como en el desarrollo de su escritura esta pérdida de una forma tan injusta la obligaría a una transformación absoluta.
Tras la guerra, Natalia trabajó en la prestigiosa editorial Einaudi, rodeada de figuras prominentes como Cesare Pavese e Italo Calvino. Consiguió hacerse un lugar sin precedentes en la literatura italiana gracias a su estilo asombroso, tan directo y preciso y su capacidad para retratar con acierto las complejidades de las relaciones humanas y los vaivenes de las relaciones familiares. La violencia institucional, la memoria y la identidad son algunos de los temas de los que nunca pudo escapar. Entre sus obras más destacadas se encuentran Todos nuestros ayeres, Querido Miguel, Vida imaginaria y Léxico familiar. Murió en Roma el 7 de octubre de 1991.
Los escritores de la posguerra italiana abordaron con acierto temas como la reconstrucción social, los conflictos políticos derivados de un tiempo tremendo, las secuelas de la guerra y la transformación que tanta violencia y persecución provocó en la vida cotidiana de las personas comunes. También compartieron el gusto por una literatura sobria y material, huyendo de las ornamentaciones y el estilismo del período fascista. Sin duda, leer a Natalia Ginzburg y Elsa Morante puede ser una perfecta manera de acercarse a las mejores obras de este período.
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