¿Quién fue Guillermo de Ockham? El inventor del concepto «La navaja de Ockham».
Si algo importa en literatura es la concisión. Saber decir mucho con pocas palabras. Quizá ése debería ser el objetivo supremo de los que nos dedicamos a jugar con el lenguaje. Si analizamos las mejores historias, ésas que nos han cambiado la vida, es probable que encontremos un uso preciso y meticuloso de las frases. Existe un concepto filosófico que, aplicado al terreno de la escritura adquiere una gran relevancia: la navaja de Ockham. En este artículo hablaremos sobre su creador y nos centraremos en su aplicación en la escritura.
Quién fue Guillermo de Ockham
La navaja de Ockham es un concepto que alude a lo mínimo. Ante una situación complicada, la mejor solución suele ser la más sencilla. Esto es lo que opinaba el fraile Guillermo de Ockham. Esto llevado al territorio de la escritura se revela como la concisión: poder decir más con menos.
Antes de comenzar hagamos un brevísimo repaso por la biografía de este pensador. Guillermo de Ockham nació en Inglaterra cerca del 1285. Fue un filósofo y teólogo que se destacó por plantear un pensamiento contrapuesto al tomismo y el escotismo, dos ideas que tenían prestigio y que parecían inamovibles. Fue miembro de la Orden Franciscana y dedicó su vida a buscar una verdad distinta de la propuesta. En su ejercicio de la extrema pobreza encontró luz en una filosofía de vida sencilla y acompasada con los ritmos naturales.
Su pensamiento cayó en la categoría de herejía, dado que cuestionaba algunas ideas irreductibles de la teología tradicional. Entre sus principales ideas habría que destacar que defendía la posibilidad de apostar por la unión entre fe y razón. La feliz convivencia entre ambos mundos. Además puso en duda la posibilidad de demostrar la existencia de Dios. Respecto a las autoridades eclesiásticas, también cuestionó el poder irrevocable del papa, y se unió a Luis IV de Baviera en su lucha contra la Santa Sede.
Siendo un poco reduccionistas podríamos decir que el pensamiento principal de Guillermo de Ockham es: Dios es lo único imprescindible y todo lo demás es complementario. Por eso sus ideas no gustaron mucho a las autoridades eclesiásticas del momento. Puso en duda la necesidad de una iglesia y postuló la idea de que la razón no puede probar ni la inmortalidad del alma ni la existencia de Dios; lo que viene a contravenir algunos de los dogmas fundamentales de la Iglesia Católica.
Guillermo de Ockham falleció en Alemania en el año 1349 a causa de la Peste negra.
La navaja de Ockham
La navaja de Ockham, concepto conocido también como Principio de Parsimonia, alude a la economización como metodología de vida. Llevado al pensamiento, y lo que este filósofo afirmaba, es: hay que imaginarse que un fenómeno debe explicarse por el número menor de posibles causas o factores, siempre que se pueda. Esto significa que la solución a cualquier situación siempre es aquella que generalmente se descarta por simple.
Cuando estamos ante una situación compleja cuya solución puede surgir de seguir uno de dos caminos posibles, generalmente la decisión más acertada es escoger el más simple. Aunque parezca una manera simplista de encarar la vida, y no necesariamente sería aplicable a todos los aspectos de ésta, en el ámbito de la escritura sí que resulta un buen consejo. Lo sencillo frente a lo complejo como forma de plasmar una idea.
Sin lugar a dudas, y aunque el hereje fraile no lo haya enunciado enlazado al uso del lenguaje, parece un principio sumamente eficaz y recomendable para trabajar desde nuestra creatividad como practicantes de la lengua escrita. A la hora de enfrentarnos a la escritura existen muchas formas posibles de decir las cosas y no necesariamente alguna de ellas es incorrecta. Ahora bien, si pudiéramos expresar una idea con las mínimas palabras posibles, ¿no estaríamos haciendo un uso eficiente de recursos? Esto significa que, aplicada al territorio de la escritura, la navaja de Okham nos invita a rasurar nuestras frases hasta aprender a decir más con menos.
La economía del lenguaje es uno de los temas más fascinantes del oficio de la escritura. Para poder aplicarla correctamente necesitamos dos cosas: un conocimiento hondo de las normas de la lengua en la que nos expresemos y cierta visión poética. Esto significa que debemos aprender a visualizar lo que deseamos expresar para poder encontrar las palabras adecuadas y ser lo más concisos posible.
No viene mal recordar la teoría de este monje para aprender a escribir mejor, a comunicarnos mejor y a vivir de una forma más sencilla y feliz. ¿No te parece?
Comentarios1
Me sirvió mucho, me gustó mucho su forma de redactar. Nunca había escuchado del tema 🙂
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