No son todas ni hablan por todas

Esto lo dijo Paula Bonet al presentar el cartel de la próxima Feria del Libro de Madrid. Un diseño interesantísimo y precioso que viene para demostrar que el trabjo que las mujeres están haciendo en el sector editorial no tiene precedentes. Cuesta hacer objeciones ante un trabajo tan bello y para una vez que aparecemos las mujeres en primer plano. Y sin embargo, ay, no siento que las que están puedan hablar por todas. Parece que para representarnos siempre tienen que figurar los mismos exactos nombres y me da la sensación de que una vez más el sector editorial se aprovecha de la fuerza que nuestra voz está teniendo para «orientarla» en una única dirección. Y mientras tanto siguen quedándose fuera editoras y editoriales fabulosas, algunas de las cuales ni siquiera pueden permitirse un espacio en la feria. Pero hablemos de autoras, que de eso va ese cartel. No son ni están todas, de hecho faltan muchas y están las de siempre. Y las que faltan me duelen tanto que me siento a escribir.

Mover el foco hacia la poesía

Me ha gustado mucho que la imagen se desarrolle en torno a la poesía. Es decir, que muchas de las mujeres en las que se ha inspirado Bonet, de las imágenes que aparecen en el cartel pertenezcan a poetas. En el trabajo de varias mujeres se apoya Bonet para construir el paisaje que iluminará la Feria del Libro de Madrid de este año. Que la poesía importe, eso me ha parecido maravilloso, que sea uno de los ingredientes fundamentales de la imagen que rodará por las calles de Madrid me parece alucinante.

El cartel, que es monísimo y además muy identitario, y Bonet que sabe lo que hace. Pero ¡ay! yo siempre con el pero en la punta de la lengua. Y lo he pensado mucho. Porque es difícil levantarte para contradecir a una mujer, con lo difícil que resulta que nos escuchen, y es difícil porque no es un estar en contra, sino más bien la búsqueda de un punto común, de trazar un camino colectivo más amplio, menos centralizado, que para eso ya están los demás. No obstante, siendo la poesía el hilo conductor de esta imagen, siendo también mi territorio, el género que me importa, y el que más leo, me pareció necesario manifestarme.

¿Qué pasa con esa otra poesía española que no está siendo escrita por españoles? Esta pregunta me recorre el cuerpo desde hace bastante tiempo. Hay una corriente estética muy potente y que noto absolutamente silenciada. Una poesía que no vende, que pregunta, que duda, que va en busca de las tradiciones y las da vuelta, una poesía que interpela la realidad y quiere sacar algo de ella que no sea voz de acantilado. Y vienen a mí nombres como Adriana Hoyos, Ana Becciu, Leonor Olmos…

Hay muchos elementos interesantes del cartel. El uso de una técnica que requiere muchísimo tiempo y trabajo, que se muestra como una rebeldía frente a la inmediatez de la época en la que vivimos. La mirada de una mujer que se encuentra mezclada con toda clase de símbolos extraídos-mirados en la voz y el trabajo de diversas mujeres, ¡eso me parece fascinante! Bonet dice que ha pretendido visibilizar el trabajo de las mujeres en la literatura y ha conseguido un trabajo delicado y precioso, ¡qué duda cabe! Sin embargo, en ese deseo de dar voz a las mujeres silenciadas cae en los tópicos y en el cánon estructural de la poesía y eso me lleva a preguntarme acerca de la forma en la que tenemos que repensarnos y amarnos las mujeres.

De nombres que se nos escapan

Dos cosas me dice este cartel; que las autoras latinoamericanas que colaboran con la mirada poética están todas muertas, y que la poesía en España es escrita sólo por mujeres españolas que comparten la estética de lo íntimo y del cuerpo como guerra personal pero no como espacio de acción colectiva. Y en ese trazo se me quedan fueran una gran cantidad de poetas y narradoras fabulosas que están repensando el lenguaje, dándole la vuelta a los cuerpos y al patriarcado.

Y saliéndome de la poesía pienso en Ayòbámi Adébáyò, en María Fernanda Ampuero, en Cristina Henríquez, en Pilar Bellver. Hay toda una poesía que se queda fuera. Hay toda una escritura de mujeres que se queda fuera. No es literatura latinoamericana o extranjera, es una cosa nueva, generada por el choque del desarraigo y la imaginaria de la extrañeza, una poesía o narrativa según cada caso que fluye y que duele, que escarba, que niega, que hurga.

Está asomándose la 77 edición de la Feria del Libro de Madrid y yo pienso en esa literatura que no se asoma al cartel y que no puede ser nombrada por las que están porque la experiencia que las habita, que transcurre su literatura es otra. Son mujeres silenciadas cuya obra sale como desde un agujero, como parida por la tierra, esa misma tierra donde la experiencia de ser mujer es un construir colectivo.

Y sigue fascinándome el cartel porque me parece importante, revolucionario quizás, pero siempre me da la sensación de que nosotras somos nuestras principales enemigas, a veces estrechas de mente, a veces convencidas de que mundo es esto que nos rodea y no hay más. Y por todo esto quise escribir.

Me encantan los trabajos de Paula, me encanta su cuarto propio que ha salido en esa maravillosa sección de La tribu, pero necesitaba escribir, porque aún hay mucho trabajo que hacer y nosotras seremos responsables de lo que signifique nuestra poesía de hoy en el futuro.

Y pienso en la importancia de la poesía en esta época de ocaso y me viene a la mente aquella frase de María Negroni: