Uno de mis juegos favoritos de la infancia era el ajedrez. Recuerdo que me pasaba horas jugando con mis hermanos; incluso estudiaba estrategias para conseguir vencerlos. Lamentablemente siempre he sido bastante mala, pero este juego no ha dejado de gustarme. Entre ajedrez y literatura existe una relación cercana; sin ir más lejos muchos autores han sido aficionados de este juego y lo han convertido en una parte importante de sus vidas. Aquí te presentamos algunas historias donde este juego es un protagonista fundamental.
Un juego histórico
El ajedrez es un juego completamente milenario. En sus orígenes se llamaba chaturanga un concepto hindú que significa cuatro ejércitos; haciendo referencia a los elefantes, carros, caballos e infantería. Era bastante diferente a como hoy lo conocemos y a medida que fue transmitiéndose de unas culturas a otras fue adquiriendo nuevos tintes y consolidándose.
El juego tal cual lo entendemos hoy tiene sus raíces en el siglo VI en Persia y fue llevado a España por los árabes, durante el período de asentamiento de éstos en la península, cuando todavía el territorio recibía el nombre de Al Andaluz. En ese período, el juego se llamaba axedrez.
Por si nunca has jugado a él, te cuento. El ajedrez es un juego de enfrentamiento entre dos personas que se desarrolla en un tablero.
Cada participante cuenta con un equipo formado por 16 fichas de color blancas o negras (un rey, una reina, dos alfiles, dos torres, dos caballos y ocho peones). A su vez, el tablero se divide en 64 casilleros, o escaques en medio de los cuales se van moviendo las fichas de formas estratégicas; cabe señalar que a cada una de ellas se les adjudica un movimiento determinado.
El objetivo del juego es derrocar al monarca del adversario, lo cual se consigue si al amenazarlo con una determinada ficha, el rey no puede escaparse, no hay una pieza que pueda interponerse para protegerlo o no se puede matar a aquel que lo amenaza. Si así ocurre se dice que ha tenido lugar un jaque mate y eso indica el fin de la partida.
Borges y Nabokov
Borges dedicó varias páginas a este juego; un ejemplo de ello es su poema «Ajedrez», donde el autor describe el ambiente que rodea este divertimento que demora a los jugadores durante horas y los lleva a ensañarse en una lucha que fuera no existe pero dentro del tablero es a muerte. Un conflicto que debe llevarse a cabo con claridad, tomando buenas decisiones a fin de evitar que el contrincante nos destruya.
A su vez, en este poema, Borges encarama una analogía entre este juego y la guerra; de hecho concluye diciendo:
En el caso de Nabokov, se dice que su afición al ajedrez la heredó de su padre. En su caso, su pasión fue mucho más lejos que simplemente escribir poemas o relatos donde lo mencionara; realizó un exhaustivo análisis teórico sobre el juego.
Además, creó una novela donde se introduce en el mundo del ajedrez y plantea la problemática entre los jugadores. La misma se titula «La defensa» y se publicó en 1930. El protagonista es Luzhin, un importante ajedrecista que, en la década del 30, llegó a convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo.
Para el autor de «Lolita», el ajedrez podía colocarse al mismo nivel que la poesía, por esa posibilidad de hilvanar estrategias y en una determinada cantidad de tiempo ofrecer un distinguido mate.
Reverte, Arraval y Lorh
Existen otras novelas que giran en torno a este juego. Aquí mencionamos algunas
Arturo Pérez Reverte tiene una novela que se llama «La tabla de Flandes» en la cual se narra la historia de un viejo maestro andaluz que ha introducido en uno de sus cuadros con forma de partida de ajedrez, un secreto que considera que podría haber cambiado la historia europea. 500 años más tarde se reúnen una restauradora de arte, un anticuario y un jugador de ajedrez para resolver dicho enigma. A medida que van investigando, es como si se hubieran metido en una partida, donde cada movimiento del juego les abre las puertas a nuevos detalles del misterio. Una novela donde el juego une a tres personas que a simple vista no tendrían nada en común y los lleva a obsesionarse con un misterio que los envolverá sin remedio.
«La torre herida por el rayo» es otra novela para amantes del ajedrez. En ella, su autor, Fernando Arrabal, plantea la historia de dos personajes enfrentados, no sólo por un tablero de ajedrez, sino por sus mundos. Sus protagonistas, Tharsis y Amary, son dos contrincantes deseosos de victoria que se aferran al juego y buscan el modo de eliminar a su contrincante. Esta obra fue ganadora del Premio Nadal en 1984, aunque no es por ello por lo que recomiendo leerla, sino porque sin duda a través de ella podrán descubrir el ingenio y el gran talento de Fernando para crear una entretenida historia a partir de dos personajes antagónicos.
Por último mencionaremos «La máquina del ajedrez» una obra de por Robert Lorh ambientada en el siglo XVIII. Es una historia ingeniosa que tiene lugar cuando la invención de una máquina que es capaz de pensar y jugar al ajedrez deja deslumbrada a la nobleza del imperio austríaco. Parece un gran invento, sin embargo todo se complica cuando ocurre una misteriosa muerte, luego de la cual la máquina se convierte en un temido objeto que esconde un secreto difícil de descubrir.
Las similitudes entre literatura y ajedrez son mayores que las diferencias, por eso posiblemente el escenario de este juego sea tan cautivador para muchos autores y lo escojan para sus novelas; porque, en definitiva, así como ocurre en los libros, sobre el tablero se cuenta una historia capaz de cautivar la atención de los espectadores.
Comentarios2
Interesante descripción de un juego milenario. Felicitaciones por el artículo. Pruden
Qué tal, interesante lo de los escritores y el ajedrez, el caso de borges lo conocía pero el de nabokov no tenía idea, pero creo que olvidaste otra obra monumental que habla sobre el ajedrez: alicia a través del espejo de lewis carroll.
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