Nuria Barrios: «La familia no tiene la exclusiva del dolor»

Segunda parte de la entrevista con Nuria Barrios.

En «Todo Arde» (Alfaguara), Nuria Barrios construye una historia de amor y cuidados entre dos hermanos que se puede leer como una alegoría a la historia mitológica de Orfeo y Eurídice. Luz y sombras. Fantasmas y vivos. Muerte y vida. Los opuestos jugando una partida circular y última. Sobre ese trabajo literario conversamos en esta segunda parte de la entrevista. Aquí puedes leer la primera entrega.

Del mito y el dolor

En «Todo arde» podemos descubrir una revisión del viaje de Orfeo al inframundo para salvar a Eurídice. La noche que avanza y se lo lleva todo, la luz que es la voz de Lolo en medio de las tinieblas, y un sinfín de elementos que conviven y hacen que una tenga siempre presente esta historia.

P—Me ha interesado cómo trabajas el paralelismo con la historia mitológica de Orfeo y Eurídice.

R—Es que la literatura está llena de destellos. Yo tuve en un momento dado la clara idea de que este tipo de asentamientos de venta de droga eran la versión contemporánea del Hades griego. Igual. El inframundo. La noche. Las almas de los muertos en el inframundo griego ¿cómo se comportan? sombras, gente sin voz, solamente recuperan la voz cuando toman sangre, la sangre de los sacrificios; bueno aquí serían los que consumen. Los yonkis, que solamente recuperan la voz cuando consumen y se les calma el ansia. La estructura de poder que hay en el Hades, con Hades y Perséfone que son los dioses, y que aquí son los clanes. De repente, tuve todos esos detalles, y era el Hades, el inframundo. Y, evidentemente, la historia tenía que transcurrir de noche, porque las tinieblas del inframundo eran las tinieblas de la noche. Me gustaba mucho además que en el Hades no hay ninguna connotación moral, los griegos no tienen connotación moral ninguna, yo tampoco en esta novela, yo no juzgo para nada, no hay condena a nadie, lo que decía, todos son víctimas, todos pueden ser héroes, pero todos son víctimas, el que consume y el que vende. Y luego de repente cuando pensé la historia de rescate, ya fue otro destello, eran Orfeo y Euridice, y a partir de ahí fue pensar ¿quiénes son mi Orfeo y Euridice? ¿qué van a ser: amantes, padres e hija, madre hija, madre e hija? Y las fue descartando porque quería que fuera una relación que no supusiera una obligación; entonces, en el caso de los amantes, en el caso del amor pasional bueno hay una necesidad, el deseo es una necesidad, el anhelo del otro, no me interesaba, no hay libertad para que el amante se marche; en el caso de padres e hijos, hay muchas historias de padres que van a buscar a sus hijos o a sus hijas, en este caso tampoco me interesaba, porque los padres tienen una obligación, los padres han parido a sus hijos, tienen una obligación, ellos han traído a los hijos a este mundo, tienen una obligación con ellos. En el caso de un hermano, ya no., Porque un hermano tiene un vínculo con sus hermanos, innegable, fortísimo, teñido de amor y de odio, pero ese vínculo te da la libertad para permanecer o marcharte, no hay ni el empuje del deseo ni el empuje de la responsabilidad. Y claro, meter la libertad, que Lolo sea libre para ayudar o no ayudar a su hermana, para quedarse o marcharse; que Elena sea libre para ayudar o no ayudar a su hermano, eso tiñe lo que hacen de otro valor distinto.

P—Hace un rato comentabas el juego con las canciones infantiles que es algo que ya habías hecho en el poemario, y te quería preguntar qué ves en este tipo de composiciones que te atrae tanto como para incorporarlas en tu narrativa.

R—Las canciones infantiles como los cuentos infantiles son una herramienta literaria poderosísima, porque para empezar la música provoca en nosotros una reacción que no es verbal, es previa a la palabra, es sobre todo emocional. Por eso los enfermos de Alzheimer olvidan quiénes son los demás pero lo último que olvidan son las melodías, son las canciones, ¡es poderosísimo! Pero luego además las canciones infantiles retrotraen directamente a la infancia y la infancia es un territorio muy ambiguo, porque la infancia tiene momentos de felicidad pero tiene muchos momentos de frustración y de dolor, que no se suelen tratar porque se tiende siempre a idealizar todo lo que tiene que ver con la infancia, con los niños, pero es una gran mentira, porque de todo lo que sucede en la infancia se alimentan también nuestros problemas de adultos, todo lo que sucedió en aquel momento, y las canciones te llevan a ese territorio de felicidad y frustración, y de lo dicho y lo secreto, de lo que uno recuerda y de lo que uno ha sepultado en el recuerdo, de lo recordado y lo olvidado, y me gusta mucho trabajar con ellas, me parece que es un territorio propio de la literatura, entrar ahí.

P—La memoria también ocupa un lugar importante. Es interesante cómo en Lolo, la memoria se reactiva a través de la violencia y en Elena se reactiva al ver a su hermano, desde la ternura…

R—Sí, claro porque la canción efectivamente es muy importante, porque la canción empieza fragmentada y realmente los hermanos cada uno con intenciones muy distintas intentan rescatar, porque ambos saben que el vínculo con el otro tiene que retrotraerse… ha pasado mucho tiempo, han pasado muchas cosas, hay un pozo de rabia, de rechazo, y saben que la única forma de vincularse con el otro de una forma poderosa es a través de lo que les unió en la infancia, del recuerdo de lo que les unió en la infancia, a través de las canciones. Efectivamente Lolo terminará recuperando la canción y dándosela a su hermana, pero porque es muy curioso, porque la novela puede verse como un viaje de iniciación de Lolo, es un viaje de conocimiento, Lolo entra siendo un chaval, un adolescente, sale siendo otro, ha tomado muchas decisiones en esta noche, ha tenido que enfrentarse a muchas mentiras que él presuponía que eran verdades, sobre las que se construía su vida, pero ese viaje de Lolo su hermana lo recorre también en sentido inverso, porque la hermana empieza la novela muy endurecida, acepta que Lolo vaya con ella porque lleva dinero, pero una vez que le da el dinero no tiene ningún interés en que se quede Lolo, porque Lolo la molesta básicamente. Entonces la hermana empieza la novela endurecida, con toda la distancia que he creado para poder estar allí, y a lo largo de la novela hasta el final va a recorrer el camino inverso, porque cuando la novela acaba la hermana es la hermana que Lolo ha ido a buscar, en cierto sentido Lolo ha ido a buscar a su hermana, se encuentra con una desconocida, y cuando acaba la novela ha encontrado a su hermana.

Entre la esperanza y la desilusión

Pese a la gran dureza de la trama de Barrios hay mucha luz en su escritura. Cuesta quedarse con un mal sabor de boca. No obstante, al finalizar «Ocho centímetros» (Páginas de Espuma) la sensación es bastante más agria que con la reciente novela. Me interesa saber qué visión tiene Nuria de su propia escritura.

P—¿Te consideras una escritora pesimista?

R—No, yo no me considero nada pesimista. Fíjate lo que acabo de contarte, el viaje de la hermana es un viaje de luz, Lolo es un personaje de luz, porque curiosamente, su inocencia, su candidez es una lucecita. Y esa luz le protege. Esa luz hace que los demás se comporten con él de una forma que tienen olvidada, que tienen enterrada.

P—Incluso Esma a él le trata de forma distinta.

R—Sí, porque la ingenuidad desarma. Entonces yo no creo que sea una persona pesimista. No me gusta nada lo edulcorado. Digamos que lo que yo entiendo por un final luminoso no es lo que los demás entienden por eso. Creo que tengo mi propio concepto de lo que significa la luz en las historias.

P—¿Qué es la felicidad?

R—Para mí la felicidad es una sensación. Y como es una sensación es muy esfímera, que es lo que hace que todo el mundo la persiga. Pero creo que no es nada más que una sensación porque se puede hablar de estabilidad emocional pero eso no es felicidad, la felicidad es otra cosa, creo que es algo que solamente refleja bien la poesía y la música. Creo que lo refleja bien todo lo que no es verdad. Creo que las palabras no sirven para describir la felicidad. La poesía sí porque trastoca la lógica del lenguaje. La poesía funciona por un camino distinto. Probablemente es la única forma verbal que intenta utilizar el silencio para comunicarse. Entonces la poesía está cercana, la música está muy cercana, la naturaleza está muy cercana, pero creo que es eso, es una sensación química, nada más.

P— «Pero ese día no es hoy» dice uno de tus versos de «La luz de la dinamo». ¿Hay algo de heroico en esto de vivir a flor de piel por un instante? ¿Debemos aprender algo de esa actitud?

R—Lo importante es cómo definimos las palabras. Qué es un héroe, qué es una heroína, qué es la heroicidad; para mí esa palabra «heroicidad» implica siempre al otro, un héroe lo es siempre porque salva al otro, porque defiende al otro, no necesariamente lo salva, pero sí lo defiende, arriesga su vida por la vida ajena.

P—Y cuando el otro no quiere ser salvado, ¿es razonable esa insistencia de Lolo por salvar a su hermana que aparentemente no quiere ser salvada?

R—Bueno, Elena elige su camino, pero son cuestiones muy difíciles, porque qué significa no querer ser salvado cuando hay una adicción. Querer o no querer es un acto volitivo y las voliciones deberían ser ajenas a la dependencia química o cualquier tipo de adicción, Cuando uno tiene una adicción, sus actos volitivos ¿son en verdad volitivos o tu decisión está condicionada por tu necesidad? Es muy complicado. Que al final, efectivamente, es muy difícil modificar el camino que cada uno de nosotros emprendemos, y ya no digo ni elegimos, sí, pero también saber eso que no se puede torcer el camino de los demás, que no se puede modificar, creo que es una lección, y creo que es parte de la lección que aprende Lolo. Y creo también que Lolo obliga a su hermana a tener de nuevo que enfrentarse al camino que recorre. La conversación que tienen en el callejón sin salida, que es la única conversación que tienen de verdad hermano a hermana, él le obliga a ella a pensar de nuevo dónde está; luego ella hará lo que quiera, que quiera, ella ahora según disponga, pero es todo muy complicado. Es que los conceptos están todos teñidos, no hay conceptos únicos, eso solamente ocurre en la filosofía platónica, los conceptos abstractos, pero nada más.

El dolor y la familia

En «Todo arde» el centro del dolor y las mentiras es la familia. Lolo y Elena se ven inmersos en una situación de la que no saben salir porque no han sido preparados para enfrentarse al mundo, al fracaso, a la frustración. Todo esto lo van aprendiendo en el viaje. De fondo, caben muchas preguntas en torno a las relaciones perniciosas que se desarrollan en el núcleo familiar. Intento escarbar un poco más allá de la historia.

P—En el origen del dolor ¿está la familia?

R—Esa es una muy buena pregunta. Creo que en el origen del dolor esta la vida, no la familia. Creo que es la vida, que el hecho, es lo que han dicho todos los sabios, desde Krishna, Cristo, los griegos, desde el momento que uno nace emprende el camino de la muerte, empieza a morir, la muerte, el hecho de la muerte provoca dolor, pensar en la muerte, pensar en nuestro final, ¿por qué? porque la vida es una fuerza, la vida quiere vivir, la vida requiere vivir, no soporta la idea de su extinción. Ahí está implícita la idea del dolor, porque es algo inevitable. Luego encima en el origen de nuestra vida está la familia, nacemos de una mujer, una madre, y ya las relaciones allí son relaciones que está teñidas de conflicto. En todas las relaciones familiares el conflicto forma parte de las mismas pero digamos que la familia no tiene la exclusiva del dolor.

P—¿El dolor es previo?

R—Sí, digamos que sí. Lo que pasa es que la familia está ahí. Lo primero que ves. Es como el dinosaurio de Monterroso. Lo primero que te encuentras cuando sales es a la familia. Y es más, lo primero que se encuentra el óvulo fecundado, ya es la familia. Porque vive nueve meses dentro de la madre.

P—¿Has podido responder con la novela a la pregunta de si alcanza el amor para salvar una vida del desastre?

R—Si te contesto casi es un spoiler.

P—Entonces miremos fuera de la novela, en lo que respecta a la vida en abstracto.

R—Bueno, esto es lo que dice la canción de «Cabaret», eso de que el dinero mueve el mundo, ¿no? pero el amor hace el mundo habitable. El amor no tiene ninguna lógica, en eso se diferencia completamente del dinero, no tiene ni requiere lógica ninguna, no requiere resultados, yo creo que el único superpoder que tenemos los humanos es el amor, porque el amor es lo que nos empuja a arriesgar nuestra vida por otro, y eso es un superpoder y ya está.



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