Mínimo homenaje a Guadalupe Grande, una poeta inolvidable que acaba de dejarnos.
El 2 de enero de 2021 nos llegó la tristísima noticia del fallecimiento de la poeta Guadalupe Grande. En este artículo hacemos un mínimo repaso por su obra, un homenaje que se queda chico para tanto arte y que no llega a transmitir la congoja y la sorpresa que ha anidado en la literatura española en los primeros chispazos de este año.
Que nadie deje de leerla. Una autora que supo construirse a sí misma y que nos ha dejado contundentes poemas sobre la experiencia vital revisada desde una estética cercana, dulce y que echa raíces en la rutina del lenguaje, sin olvidarse del buen gusto y del cuidado de la forma. ¡Gracias, Guadalupe por tus versos!
La vida fugaz de Guadalupe Grande
Guadalupe Grande nació el 30 de mayo de 1965 en Madrid. Fue una poeta española de la generación del setenta, que supo cultivar con responsabilidad la poesía y el ensayo, buscando siempre una perspectiva humanista en su trabajo estético. Sus padres eran los poetas Félix Grande y Francisca Aguirre, referentes indiscutibles de la poesía española del siglo XX. Su infancia, rodeada de libros y en un ambiente literario cálido, transcurrió en un piso de Chamberí (Madrid), donde todavía vivía al momento de dejarnos.
Grande es autora de las obras «El libro de Lilit» (Premio Rafael Alberti), «Hotel para erizos» y «Mapas de cera». Asimismo, ha colaborado con proyectos audiovisuales donde se trabaja sobre las formas de mirar el mundo y leer poesía.
En una entrevista con Tomás Néstor Martínez, cuyo enlace dejamos aquí, Grande dijo que la escritura le permitía circular por la vida de otra manera, encontrar puntos de fuga para transitar la existencia sin el desánimo.
El contacto con un mundo cultural amplio, donde figuras de prestigio internacional como Carlos Edmundo de Ory, Juan Rulfo, Olga Orozco, entre muchos otros, sin duda habrán condicionado el propio mirar poético de Grande. No obstante, a la hora de pensar en su casa, le gustaba verla como un espacio abierto en el sentido cultural, no por el prestigio que pudieran cosechar quienes por allí pasaban, sino por la posibilidad de encuentro de puntos poéticos y vitales distantes en un encuentro de hermanos y hermanos, de risas y vida.
La poesía de Guadalupe Grande
Grande fue una poeta con una luz poética inaudita. Sin embargo, quiso demostrarlo con todas sus fuerzas. Pudiendo asirse al nombre y al tono de dos padres poetas grandísimos, prefirió desandar en soledad un camino de descubrimiento estético y poético que se diferenciara con creces de la huella de sus padres.
En su poesía encontramos una gran preocupación por vislumbrar la verdad de la herida en el mundo, por descubrir a través del lenguaje un lugar de reflexión donde la palabra opere como espacio de duda y vínculo con lo espiritual.
La soledad, la nostalgia de lo perdido y la idea de porvenir son los tres elementos que se aparecen constantemente en su poesía, sobre los que Grande vuelve una y otra vez con el deseo de encontrar luz y reafirmar certezas.
La vida como un camino fugaz que nos detiene al filo de lo incierto es otro de los elementos reincidentes de su poesía. Como leemos en ese poema «La huida», donde Grande pone de relieve esa actitud en la que le quitamos importancia a lo único que tenemos, la vida, y la pasamos sin querer, sin darnos cuenta. Su compromiso con el otro, con el lenguaje y con la vida han sido claros referentes vitales y poéticos; por eso, al leerla siempre estamos encontrando frases como ésta:
También hay miedo en su poesía. Encontramos, por ejemplo, muchísimos versos que retratan la desesperación de la violencia estatal, que se mezcla con el deseo de no olvidar, la necesidad de construir una memoria histórica personal y colectiva que sirva de asidero en un mundo que resulta hostil.
Pero seguramente lo que más entusiasma de la poesía de Grande sea su rebeldía. La misma que la llevó a rebelarse al universo estético de sus referentes y la ayudó a gestar una voz única, es la que la llevó a poner en duda las cimientes de un mundo ya arqueológico y encerado. En su obra «Libro de Lilit», sin ir más lejos, hace una lectura del mito bíblico de la creación desde otro lugar: una lectura de liberación feminista, que nos ofrece nuevas luces y miradas para entender nuestra genealogía.
Leer a Guadalupe Grande nos permite acercarnos a una obra férrea, escrita con absoluta sensibilidad e inteligencia, que nos sirve para conectar con una visión distinta de la vida y de la poesía. Que nadie deje de leerla. Que su nombre permanezca entre nosotros, y nos ilumine.
¡No dejes de leer la selección de poemas de Guadalupe Grande que tenemos en Poemas del Alma!
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