Si hubiera que realizar un repaso por la Literatura española de los siglos XVIII y XIX habría que incluir, sin duda alguna, el análisis de uno de sus autores más importantes. Nos estamos refiriendo al autor madrileño Leandro Fernández de Moratín, que está considerado como el dramaturgo más importante del país durante dicha época.
En este sentido, es interesante resaltar también el hecho de que él apostó por el teatro no sólo como un mecanismo de diversión y entretenimiento sino también como una herramienta para inculcar una serie de valores y convicciones morales.
Si tienes interés en descubrir la figura de este autor te recomendamos que no desaproveches la oportunidad de llevar a cabo la lectura de algunas de sus obras y concretamente del que está considerado como su trabajo más insigne: El sí de las niñas.
En el año 1806 fue cuando se publicó esta obra teatral que toma como protagonista a Francisca, una joven que desde pequeña se ha educado en un convento y que ahora, por orden de su madre, está prometida con un hombre mucho mayor que ella llamado Don Diego.
Sin embargo, ella está en realidad enamorada de un soldado llamado Félix.
A pesar del amor que siente por aquel joven, la muchacha está completamente decidida a acatar el compromiso que su madre desea. Sin embargo, la situación se complicará cuando dicho prometido capture una carta de amor que Félix le manda a Francisca. Este hecho hará que aquel decida romper el futuro matrimonio.
Pero lo que parece una tragedia, no lo será. Y es que el enamorado de la protagonista es en realidad Carlos, el sobrino de Don Diego, lo que desembocará finalmente en la aceptación de todos del amor que ambos jóvenes se profesan, que recibirán así el consentimiento para poder casarse.
Tiempo, éxito y fracaso
No menos importante dentro de la bibliografía de Leandro Fernández de Moratín es el trabajo teatral que lleva por título La comedia nueva.
En el año 1791 fue cuando se escribió y estrenó aquel que está considerado como una obra maestra. En concreto, la misma se desarrolla teniendo como escenario un café en el que conversan animadamente Eleuterio y su familia. Aquel es un joven escritor que está a punto de estrenar en un teatro su primera obra.
Precisamente parece ser que esta reunión la tienen los personajes media hora antes de que se produzca el citado estreno, al que van a acudir con el claro deseo de que el mismo sea un auténtico éxito y de que se convierta en el principio de una meteórica carrera artística de aquel. Y es que sólo de esta manera la familia podrá salir de los apuros económicos que está sufriendo.
De todo ello conversan las figuras animadamente hasta que, de pronto, consultan la hora a don Hermógenes y descubren que el reloj de este está parado. Este hecho hace que rápidamente se marchen hasta el teatro donde comprenden no sólo que la obra de teatro hace tiempo que ha empezado sino que además la misma no recibe el respaldo del público.
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