Entre los muchos escritores que han dado vida a la Literatura Francesa destacaríamos a Louis Ferdinand Céline. Y resaltamos su valor no sólo por el hecho de que ha creado trabajos que se han convertido en referente, especialmente en lo que se refiere al uso de la lengua, sino también porque la polémica la ha llevado siempre unida a él.
El lenguaje directo y sin tapujos que empleaba y, sobre todo, su manifiesto antisemitismo hicieron de él una figura siempre en el punto de mira, que levantaba ampollas. Sin embargo, a pesar de eso, para gran parte de la crítica aquel ha sido uno de los escritores más significativos de la historia literaria del país galo.
Entre sus obras más significativas se encuentra, por ejemplo, Viaje al fin de la noche. En el año 1932 fue cuando se publicó la misma, de marcados tintes autobiográficos, que nos cuenta como el joven Ferdinand deserta del ejército francés del que formaba parte durante la Primera Guerra Mundial.
Haciéndose pasar por loco es como iniciará esa nueva etapa vital que le llevará a conocer a la joven Lola y a enrolarse en un barco que tiene como destino África, y concretamente una de las colonias que el país galo tiene allí. Un lugar donde descubrirá los abusos que sus compatriotas están realizando sobre la población negra.
Pero este no será el destino final de su aventura pues abandonará aquellas tierras para marcharse a Nueva York donde se encontrará nuevamente con Lola, luego viajará a Detroit donde entablará amistad con una prostituta y finalmente regresará a París para ejercer la medicina.
El Ferdinand más íntimo
Otro de los trabajos más significativos dentro de la trayectoria del escritor francés Louis Ferdinand Céline es el que lleva por título Muerte a crédito. En el año 1936 es cuando se publicó este libro que comparte con el anterior tintes autobiográficos.
En este caso nos acerca a la vida de un joven que se encuentra en un momento de su vida lleno de complicaciones, de ideas y de pensamientos que le atormentan. A punto de que estalle la Primera Guerra Mundial, el protagonista se encontrará hecho un auténtico lío por lo que intentará viajar y descubrir otros puntos de vista para desenmadejar aquel.
Un viaje a Londres será una de las medidas que tomará para salir del caos mental y sentimental en el que se ve envuelto pero ni aquel ni tampoco la ayuda de sus padres le serán de gran ayuda.
En 1954 fue, sin embargo, cuando publicó la novela titulada Fantasía para otra ocasión. Se trata de una narración en la que al autor vuelve a mostrar parte de su propia vida. En este caso, nos cuenta cómo tuvo que huir de Alemania tras la derrota de Hitler, cómo fue encarcelado en la ciudad de Copenhague o cómo en su regreso a Francia fue condenado al más absoluto olvido como consecuencia de haber pertenecido como afiliado al partido nazi.
Todo ello unido a los bombardeos que asolaron París son algunos de los episodios que podemos descubrir a través de este relato íntimo, sentimental y directo.
Comentarios2
Gracias por presentarnos al Dr. Louis Ferdinand Céline, con esta reseña nos quedamos con la inquietud de conocer más de sus obras.
Gracias POEMAS DEL ALMA.
¿Y os parece poco haber pertenecido al partido Nazi hasta el final?
Lo único que nos impide creer que Céline haya sido un gran humanista, es saber que los campos de concentración que sus referentes ideológicos: P. Pétain, P. Laval, K. Barbie, M. Papon, mandaron a construir para encerrar a los judíos, gitanos y republicanos españoles, no eran para reunirlos en campamentos de verano. Después de todo, Céline estuvo de acuerdo a que se enviaran 75,000 judíos (la mayoría mujeres, niños y ancianos) a Auschwitz desde la estación de tren Austerlitz.
Casualmente, la muerte, para él, no era más que una maquina de limpieza, y en cuanto a la moral de la humanidad, decía: “a mí me la trae floja, como a todo el mundo, por cierto” Por cierto, la suntuosidad de su lenguaje no lo salva de la infamia, así como la complicidad de aquellos que hacen su apología del delito de genocidio un ensayo critico y que sienten lástima por los bombardeos norteamericanos que trataban de liberar a Paris de los Nazis. Lo mínimo que se merecía Céline, al igual que Heidegger y G. Grass, era la cadena perpetua. Los escritores y poetas gozan de inmunidad estética, aunque destilen sangre de sus plumas y sus pensamientos anidados en sus entrañas, se juntan y se enroscan como víboras.
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