Para que viva el cuento

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A Catalina la Grande, que es un personaje fascinante de la historia rusa, se le adjudica una frase que dice que un alma valiente puede reparar incluso el desastre. He pensado en ella cuando me enteré de que a la bellísima Páginas de Espuma la han distinguido con el Homenaje al Mérito Editorial por su amistad con el cuento. Juan Casamayor y Encarna Molina son ya dos monumentos en el mundo del libro, porque supieron darle cabida a un género que estaba condenado al desastre y levantarlo como se levantan los escombros de una casa en ruinas, cuando es lo último que nos queda. La entrega de este premio es un recordatorio para todos los que navegamos-pataleamos en este mismo mundo, de que con valentía se puede alcanzar el puerto, de que es posible que haya luz después del desastre.

Un catálogo heterogéneo y colorido

A Juan Casamayor le conocí hace unos años, cuando me lancé a capitalizar mi pasión lectora en las reseñas de esta web. Su confianza y su cariño me asombraron desde el principio; siempre dispuesto a intercambiar una palabra amistosa, a través de las redes o en persona, y a facilitar mi acercamiento a sus autores. Nos vemos poquitísimo pero él sabe que mi cariño es tan cierto y real como los Cronopios de Julio, como lo es también mi admiración por el mundo que han sabido levantar en Páginas de Espuma.

A Encarni la he visto menos pero recuerdo la noche que pasamos en Granada hace cosa de un año. Fue en la presentación de Patio de Cuentos (una iniciativa bellísima que ojalá vuelva a las tablas). Estaba fascinada porque por dos duros había disfrutado de un desayuno completísimo y lo contaba con todos los gestos posibles, esa energía de la gente que te impulsa hacia arriba. Me encantó su frontalidad y su seguridad al expresarse; pero sobre todo, su risa: entonces entendí por qué el cuento los había elegido a ellos.

La labor de Juan y Encarni es encomiable porque apostaron por un género poco querido (aunque esto está cambiando) y nos obligaron a girar la cabeza para prestarle atención. Nos trajeron a los grandes clásicos tales como Chéjov, Poe y Stevenson, y a autores contemporáneos fundamentales como Andrés Neuman, José María Merino y Clara Obligado.

Foto: Daniel Mordzinski

Podrían haberse quedado allí, pero fueron más allá, y comenzaron a publicar a escritores que empezaban a alzar el vuelo. Mariana Torres, Microlocas, Samanta Schweblin, Antonio Ortuño, Isabel Mellado, los adorados Navarro (Felipe e Hipólito), y tantos otros de este lado y del otro del Atlántico. Es decir que, con pulso y pasión, estos dos guerreros han sabido construir una gran casa del cuento en la que un grupo absolutamente heterogéneo de autores han podido desarrollarse y sentirse a salvo.

Aunque la especialidad de Páginas de Espuma es el cuento, también encontramos ensayos; de hecho, desde hace unos años publica el Premio Málaga de Ensayo, de donde han salido obras maravillosas como «(H)adas. Mujeres que crean, programan, prosumen, teclean» de Remedios Zafra y «Godot sigue sin venir. Vademécum de la espera» de Miguel Albero. Otros ensayos maravillosos son «Cuadernos de guerra» de Louis Barthas (la traducción es de Eduardo Berti) y «El Canon de la poesía» de Harold Bloom (traducción de Antonio Rivero Taravillo). Es decir, que tenemos una editorial completa y compleja que abarca territorios de frontera sobre los que se patalea más que se nada. No sorprende (y mucho entusiasma) que sean reconocidos por su trabajo.

Foto: Lisbeth Salas

La valentía como esperanza

El Homenaje al Mérito Editorial es un premio que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara desde el año 1993 a aquellos que han sabido destacarse en el mundo del libro dando vida a proyectos innovadores que han favorecido el desarrollo de la industria. Páginas de Espuma es sin duda un ejemplo de barca que rema y sabe llegar a puerto (y unir orillas). Desde su fundación, en el año 1999, no ha hecho más que crecer, dando a conocer en España a numerosos autores latinoamericanos y llevando a figuras relevantes del territorio español del otro lado del océano. Un ida y vuelta que ha propiciado el cultivo del género breve con mayor intensidad, dándole visibilidad.

He comenzado con una cita de los «Barbarismos» de Neuman, libro publicado también por Páginas de Espuma, porque pienso que es una definición acertadísima sobre lo que implica esta bella editorial, que puede ir hilada a la de editor, que es un «benefactor que parece un enemigo que parece un amigo», sin duda aplicable a Juan y Encarni.

Y vuelvo a Catalina, que abrió sus puertas y las de Rusia al mundo europeo, y la música entró como un alud y con ella la educación, el arte, la política. Sin ella no existiría este mundo artístico que hoy conocemos y adoramos, ni tampoco el precioso Teatro Mariinski al que nos lleva en su última novela Patricia Almarcegui. Del mismo modo, sin Páginas de Espuma, quién sabe el desastroso destino que habría corrido el cuento.

Para que viva el cuento hay que aprender a vivir del cuento, algo imposible de conquistar sin valentía. ¡Necesitamos más editores que sean capaces de reír a carcajadas como Juan y Encarni, porque eso es lo único que puede salvar la literatura! En nombre del cuento: ¡Gracias, amigos!

Foto: Daniel Mordzinski

Comentarios1

  • Rapsodico

    Encantador artículo. Me alegra que las iniciativas como Páginas de Espuma tenga reconocimiento en su difícil mundo. Felicidades a sus dos pilares y larga vida a la editorial. Un abrazo, Tes.



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