Pasan los días y tú no te decides a desentenderte de la opresión familiar y mandarte a mudar a un lugar, necesariamente apacible, donde puedas hacer lo que tus sentimientos persiguen y lo que tus obligaciones aguardan de ti. Recuerda que al doblar, de golpe, la esquina, el tiempo te habrá tragado y entonces ya será tarde. Tarde para tu independencia. Tarde para tus planes de libertad.
Recuerda que pasan los días y que aún no has ido a visitar la tumba de tu madre. Te habías prometido entre los arrebatos de pasión y de desesperación, en el día de su inhumación, que cada domingo le llevarías flores, y que los yuyos, esa peste de los cementerios, que borra las memorias más ilustres, no tendrían lugar junto a la lápida. Pero hoy es domingo, domingo y soleado, y piensas que los muertos deben enterrar a sus muertos.
Recuerda que pasan los días y no te has empapado todavía con voluntad y suficiencia para ir por un trabajo. Ciertamente tú cabes en la mesa familiar, y el pan de tus hermanos es también el tuyo. Pero debes saber que cada tiempo que pasa es un tiempo de decisión. Y que hoy puede ser un día afortunado para mostrar a los demás para lo que has nacido. La indecisión se nutre de tus nervios. No es bueno que dejes pasar los lunes en blanco.
Recuerda que corren los días y aún no te has decidido por buscar un maestro, tú, proyecto de poeta. No te sirven, no te servirán jamás esos poemas que tanteas a la hora nocturna, cuando se repiten los grillos, si no te arrimas a un maestro y le preguntas cómo se hace una poesía, qué libros debes leer para beber después de ellos, y cuáles son las palabras que necesitas aprender para cerrar el círculo.
Has tomado un compromiso existencial. Has decidido dar un paso de fe en tu vida, pues te ahogan por las mañanas las angustias, y cuando cae la noche lloras como un niño. Acude pues a la iglesia. Dios tiene un respeto aparte por ti. Y su mensaje no caerá en vano en el centro de tu corazón.
El lenguaje del odio ha envenenado tu vida. La enemistad se ha levantado como un muro de hiedras entre tú y tu prójimo. No importa que él te haya herido. No importa que él haya escupido tu nombre. Esta es la hora de despejar tu camino de espinas y de arenas calientes como vidrios expuestos al sol. Ve a su casa y ponte de acuerdo con él antes de que caiga el sol.
Hace tiempo te has enamorado. Y te dices que alguna vez le dirás que es bella y que tiene los ojos que tú has imaginado cuando eras mozuelo. Piensa que en estos asuntos del corazón, contra todo lo que dicen los sabios, es bueno ser apasionado. Llega pues hasta ella y deja hablar a tu emoción.
Tienes problemas de salud. Algo no funciona bien en la maquinaria que es tu cuerpo. Pero te dices que mañana irás al médico. Y llega mañana y te repites que mañana irás …
Bien sabes que un cuerpo inútil y enfermo es una carga.
La salud es la conquista de tu cuerpo. No dejes correr el tiempo en vano. Ve a consultar con aquel médico de tu confianza, y escúchalo con atención, pues te habla de tu vida. El es, en el momento del diagnóstico, tu dios.
Tienes que encarar un día que luego se repetirá en tu vida como un escudo. Es pues el tiempo y momento de escuchar a tu conciencia.
Transcurren los días y dejas pospuesta tu meta.
¿No sabes que la meta es impaciente?
Desde hoy, encamínate hacia ella.
Comentarios2
Ya no es la primera vez que te leo que hay que cuidarse, recuerdo en algun artículo algo parecido.
Si es cierto que a veces nos dejarmos ir.
Que tambien se necesita quien nos recuerde que el tiempo pasa...
A veces lo olvidamos.
Tambien necesitamos quien nos guie.
Tambien leer tus buenos consejos.
Me ha encantado.
Saludos.
Importante artículo por que motiva a quienes se ausentan de su propia personalidad y caen en inactividad transformándose una carga para los demás. Gracias por ilustrarnos con esos conceptos.
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