En Ambach, en el año 1949, fue donde y cuando nació el escritor alemán Patrick Süskind. Un autor que se ha hecho conocido mundialmente gracias, sobre todo, a un obra titulada El Perfume (1985) en la que se narra la historia de un singular asesino, un joven con un olfato muy desarrollado que mata a sus víctimas con el deseo de conseguir el aroma íntimo de cada una de ellas para así lograr el perfume perfecto, aquel que le convierta en alguien muy especial.
Tanto éxito ha alcanzado esta narración que incluso ha sido llevada al cine y es que a todo el mundo le atrajo la figura del protagonista, un chico aislado y obsesivo. Pero no sólo el público o la crítica se sienten increíblemente «dependientes» de este joven sino también el propio autor, de ahí que muchos de los personajes centrales de sus otros libros compartan esas mismas características.
Este hecho lo podemos comprobar, por ejemplo, a través de la novela titulada El contrabajo. En el año 1984 fue cuando llegó a los mercados literarios la misma que a nadie deja indiferente.
Aquella transcurre íntegramente en el interior de una habitación insonorizada. Allí es donde vive el protagonista, un músico que toca el contrabajo y que ha visto como toda su vida gira entorno a este instrumento. Tal es el poder y el peso que el mismo tiene en la existencia de esa figura que él cuenta al lector como este hecho le impide tener una vida normal, mantener encuentros sexuales o relacionarse de manera natural con otras personas.
Así, es el contrabajo el que marca las notas de la partitura vital del hombre quien se siente absolutamente oprimido por dicho instrumento.
Obsesiones vitales
Esa obsesión vital y esa citada opresión que le mantiene alejado de la realidad es también compartida por el personaje protagonista del libro titulado La paloma. En el año 1988 se publicó el mismo en el que Süskind parece sustituir el contrabajo por una paloma y al músico por otro hombre, pero los parámetros básicamente son los mismos.
En este caso, el punto de partida del relato es la llegada de una paloma al alféizar de la ventana de la casa del protagonista. Un hecho simple, cotidiano y muy frecuente que, sin embargo, hará que el hombre desarrolle una singular pesadilla en su cabeza acerca de ese animal. Tal calibre cobrará esa situación imaginaria que durante un día aquel dejará su vida de lado para centrarse en una absurda obsesión.
Pero la colección de personajes absolutamente extraños creados por el escritor que nos ocupa no acaba aquí. Además de los citados nos encontramos también con el que da título a otra de sus narraciones más afamadas: La historia del señor Sommer, de 1991.
En ella se nos acerca a un pequeño pueblo llamado Obernsee donde la normalidad parece reinar entre todos sus habitantes salvo en uno: el señor Sommer. Este es un hombre que vive en un sótano junto a su esposa, quien realiza muñecas y del que no sale nunca salvo una vez en semana para hacer la compra.
Pero la singularidad de este caballero no sólo es la vida que lleva o las peculiaridades de su mujer sino el hecho de que todos los días, independientemente de la climatología que haga, sale temprano de su vivienda para caminar sin parar hasta que llega la noche, momento en el que regresa a aquella. Así, una y otra vez jornada tras jornada.
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