Periodismo y libertad

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El periodismo no debería ser un negocio, sin embargo desde sus orígenes quienes trabajan en el medio deben luchar contra esto. En la Edad Media, las gacetas eran utilizadas como instrumento de poder; hoy, varios cientos de años después, la palabra aún no se ha liberado totalmente.

Nos hacen creer que vivimos en una sociedad libre, porque vestimos como queremos y salimos sin restricción de horarios… Sin embargo lo fundamental aún no se ha liberado, la palabra. Basta con echar una hojeada a los periódicos para tener una clara noción de ello.

Podemos encontrar un amplio espacio donde la versión de los hechos parece ser siempre la misma y es firmada por las grandes agencias, las cuales se encuentran subsidiadas por el poder de turno.

El periodismo es uno de los ámbitos fundamentales en el que se puede crecer y cambiar el mundo; sin embargo, la lucha de poderes que dentro de él se batalla, pone en peligro cada día a la verdad.

Los medios han sido comprados por quienes ejercen el poder en las sociedades y el periodismo se ha convertido en un negocio, tan sucio como tantos otros; en el cual quedan pocos nombres rescatables, de entre los miles y miles de periodistas que se mencionan.

La lucha de Marcela Pacheco

Con la intención de romper con el negocio en el que se ha convertido la palabra, la periodista argentina Marcela Pacheco realizó una huelga de hambre de 23 días, tras la cual, y habiendo recibido anodinas respuestas, ha decidido no darse por vencida y continuar con su lucha. Su intención es regresar a la televisión pública e incentivar a otros a crear un espacio de libertad sin límites.

Pacheco trabajó desde el 2004 hasta el 2006 y fue echada porque no le gustaba al entonces presidente de la nación, Néstor Kichner.

La labor de Pacheco en el periodismo no es para nada despreciable, innovó el noticiero al permitirse opinar después de cada nota y criticar sin pelos en la lengua aquellas medidas políticas tomadas por el gobierno en los que no estaba de acuerdo.

Gracias a su espíritu combativo y a su capacidad frente a las cámaras consiguió hacerse con un número importante de seguidores; sin embargo, fue censurada y eliminada del plantel.

En una entrevista reciente contó que cuando la directora de Noticias de Canal 7, Ana de Skalon, la llamó para ofrecerle el trabajo en el noticiero le dijo que ella no era la típica conductora, y la respuesta de ésta había sido que «era ésa precisamente la razón por la que la habían escogido». Dijo:

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Pero no había sido así. Pronto llegaron las bajadas de línea y las pujas políticas. La censura obligaba a simplemente recitar las noticias, cuando en realidad Pacheco asegura que lo mejor es reflexionar. Informar no consiste simplemente en llenar huecos contando sucesos policiales, es necesario hacer un análisis sobre la realidad.

Después de su ida del noticiero vinieron años difíciles de intentar cambiar el mundo en distintos medios, así hizo programas como «Los anales de Barcelona» y «La Pacheco lista en lata» e incluso trabajó en una panadería; pero lo suyo es el periodismo, es cambiar la visión de este rubro desde dentro; por eso comenzó la huelga de hambre, con el fin de volver a la televisión pública.

Abogar por el periodismo independiente

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El periodismo independiente es la única salida posible al problema de la palabra comprada, pero lamentablemente cada vez es menor la cantidad de periodistas que apuestan por él. Porque es una gran responsabilidad y, lamentablemente, muchos priorizan otras cosas, como una estabilidad económica, antes que decir lo que piensan; prefieren tragar lo que mandan de arriba.

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Hace treinta años la libertad no era un hecho, tanto el periodismo como la calle se hallaban cercenados por la ideología del poder de turno; hoy, pese a haberse instalado hace dos décadas la democracia, la libertad continúa siendo una palabra invisible en nuestra sociedad.

El drama de Marcela Pacheco es uno de los claros ejemplos de los recortes de los que es víctima el periodismo, y un ejemplo para intentar dar vuelta la tortilla.

Sólo a través del intercambio y de la crítica es posible crecer. Por tanto, si el poder de turno es el que limita lo que se puede decir y lo que no ¿qué es lo que nos espera? Un país chato, cercenado, dividido y demacrado, y, sobre todo, una sociedad a la que ya no le interese pensar. ¡Un presente que lleva a un futuro lamentable!

Les dejo para terminar una entrevista con Marcela Pacheco, donde podrán comprender más a fondo lo que opina respecto a las consecuencias de un periodismo donde lo que prima es el negocio y la protección de un orden establecido por el mandamás de turno.



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