Periodistas asesinados durante la guerra

 
El periodismo de guerra es una de las disciplinas dentro de prensa que se encarga de cubrir historias desarrolladas en conflictos bélicos y de mostrarnos aquellas cosas que no suelen estar tan a la vista. Los periodistas dedicados a este tipo de periodismo se denominan reporteros de guerra. Gracias a su trabajo podemos conocer una buena cara de la realidad en un país en guerra; evitando así que las grandes corporaciones y los gobiernos nos convenzan de creernos su verdad utilitaria. Son personas que arriesgan su vida y sin las cuales no nos enteraríamos de nada de lo que ocurre en estos lugares en conflicto. Los que nos dedicamos al periodismo seguramente hemos soñado despiertos con convertirnos en reporteros de guerra, por eso sabemos que es un camino tan fascinante como difícil.
Cada guerra se lleva consigo una buena cantidad de periodistas, alcanzados por fuegos cruzados o asesinados a sangre fría por quienes no desean que la verdad salga a la luz. Aquí va mi pequeño homenaje para un pequeño grupo de ellos.

Danish Siddiqui

Danish Siddiqui ganó en 2018 el Pulitzer de Fotografía. Su cobertura de la crisis del pueblo rohinyas fue fundamental para comprender la situación en Birmania. Desde el 2010 trabajaba como periodista de Reuters en Afganistán. En julio de este año, mientras se encontraba trabajando, fue alcanzado por una bala de un fuego cruzado entre militares afganos y talibanes. Su muerte conmocionó al mundo del periodismo y nos recordó la difícil situación a la que se enfrentan los reporteros de guerra quienes son, por otro lado, extremadamente necesarios para comprender cómo se vive en aquellos lugares que se encuentran en guerra.

Siddiqui, de origen indio, se hizo mayormente conocido por haber cubierto de forma responsable la crisis de los refugiados rohingyas: una etnia de origen musulmán que fue expulsada cruelmente de Birmania y debió buscar refugio en otros países. La mayoría de ellos huyeron a Bangladesh. Su muerte ha tenido lugar en Pakistán, mientras cubría un enfrentamiento entre las fuerzas militares afganas y un grupo de talibanes.

Desde el 2010 trabajaba como fotógrafo de guerra para Reuters. De su importantísimo trabajo podríamos destacar las protestas en Hong Kong, los terremotos de Nepal así como también la guerra en Irak y Afganistán y el exilio del pueblo rohinyas.

David Beriain y Roberto Fraile

Pero la guerra no sólo alcanza a los que están trabajando sobre ella. La violencia es implacable y el mecanismo de destrucción se propaga a campos inimaginados. No puedo dejarme fuera de este pensamiento a mi admirado David Beriain, a quien asesinaron este año en Burkina Faso.

En mayo de 2021 el periodista español David Beriain y el cámara Roberto Fraile fueron asesinados en Burkina Faso por un grupo de talibanes, mientras realizaban una investigación en torno a la caza furtiva. Después de haberse metido en las entrañas de la mafia, de ser unos de los pocos periodistas occidentales en entrevistar a un grupo de talibanes y de surcar la vena del mundo del tráfico de drogas en Latinoamérica, la muerte los alcanzó en el lugar más inesperado.

David Beriain ha trabajado a lo largo de su carrera con importantes cámaras y fotógrafos, como Roberto Fraile y Sergio Caro. «Diez días con las FARC», «Yasuni: genocidio en la selva» y «La vida en llamas» son algunos de los trabajos de estos inolvidables periodistas. Sobre David y Roberto he publicado un artículo más extenso anteriormente en este mismo blog.

Malala Maiwand

Las mujeres son el blanco fácil en cualquier guerra. Pero en ésta más aún. El yihadismo se basa en esa idea primitiva de que las mujeres somos hombres incompletos y provocamos en los hombres el pecado, la desviación del fin último. Por eso, merecemos morir. Por eso, debemos desaparecer del mapa. Este mensaje no sólo lo han estado dando los talibanes mientras gobernaban Afganistán en los años noventa, sino que han continuado reafirmándolo a través de acciones brutales a lo largo de todos estos años (asesinatos, violaciones y acosos reincidentes). Dentro de las mujeres, las rebeldes, las que esperan más de la vida, las que no se creen el cuento del patriarcado, las periodistas, son las que más sufren las consecuencias de esta violencia.

Malala Maiwand ocupa el número 51 de una lista de periodistas asesinadas en Afganistán desde la destitución del regímen en 2001. En veinte años, 51 mujeres dedicadas a la información han sido asesinadas por los talibanes. El hecho tuvo lugar el pasado diciembre en Jalalabad, mientras se dirigía a su lugar de trabajo, los estudios de Enikass Radio y TV. Un grupo yihadista denominado Estado Islámico ha reivindicado el asesinato.

Malala trabajaba como comentarista de cricket y realizaba importantes laborales para difundir la educación, enfocándose sobre todo en los derechos de las mujeres y de los niños. Desde sus comienzos ha estado denunciando las barbaridades del régimen talibán y visibilizando la situación de violencia en la que se halla sumido el país.

Según la organización Reporteros Sin Fronteras Afganistán es uno de los peores países del mundo para los periodistas. A lo largo de la guerra que se extiende en este país desde hace dos décadas han muerto en combate muchísimos periodistas y otros han sido asesinados al ser claros objetivos de la dictadura. Malala Maiwand pertenece a este segundo grupo.

Otros periodistas que han sido alcanzados por la violencia de la guerra son Elyas Dayee y Yama Siawash. En el caso de Dayee, por ejemplo, había recibido una serie de amenazas por parte de los talibanes, debido a sus reportes sobre operaciones militares de los talibanes.

Pero los países más vapuleados son también los que nos ofrecen más esperanza. Porque en todos los lugares existen personas incapaces de tolerar la violencia y que no están dispuestos a aceptar reglas que atentan contra los derechos de sus ciudadanos. Y estoy pensando en Rukhshana Media, un periódico feminista de Afganistán sobre el que ha salido una interesante nota en El Diario.

El gran Kapunscinski decía que sólo podían ser buenos periodistas las buenas personas y nos enseñaba lo más importante del oficio:

¡Sigamos apoyando y luchando por ese periodismo!