Decirme aficionada al Siglo de Oro Español sería ser incoherente; debería decir que he crecido disfrutando de la mejor poesía de la época dorada de España y que, posiblemente, a ese período le deba mi deseo de escribir poesía. No obstante, antes de este prestigioso período para la literatura española, ya existían buenos autores.
En este artículo les presento a dos personajes femeninos que podrían encuadrarse dentro de lo conocido como «Siglo de Oro» aunque vivieron un poco antes. Y digo, podrían, porque han ofrecido obras de una trascendencia y una calidez literaria propia de cualquier período dorado.
Hildelgarda de Bingen
Hildelgarda de Bingen fue una poetisa alucinante de su época, aunque su condición de mujer haya sido la responsable de que no haya pasado a la historia junto a hombres masculinos hoy en día todavía venerados.
Bingen era una mujer interesada en la mística y las ciencias naturales; había dedicado muchísimo tiempo a la investigación científica (en su casa, demás está decir) y tenía una ampuloso cultura enciclopédica. Además era una enloquecida amante de la música y, además de escribir, componía música.
Fue la responsable del descubrimiento de decenas de especies animales y desarrolló una elevada erudición en teología. Pero, seguramente, por lo que más debería recordársela es por su capacidad para componer poesía.
Sus intentos por dedicarse a la carrera eclesiástica fueron eclipsados por el mundo machista en el que había nacido; pese a sus bastos conocimientos en teología, filosofía y ética, se le negó dicha enseñanza, simplemente por ser mujer.
En la poesía de Hidelgarda encontramos elementos místicos que resaltan. En dicha lectura queda en evidencia que la poetisa tenía visiones, las cuales se plasman de forma nítida en sus letras.
Cabe destacar su obra «El libro de las obras divinas», en la cual la autora plasma la jerarquía social de la época (el hombre subordinado a dios y la mujer, al hombre).
Al igual que lo hizo Santa Teresa su forma de expresar su conexión con dios lo hacía mediante imágenes absolutamente carnales y eróticas, lo que podría asemejarse a una especie de pasión erótica más que al éxtasis místico. ¿Serían sus deseos de derribar las paredes del machismo y exponer con claridad su feminidad a través de la poesía?
Leonor López de Córdoba
Leonor López de Córdoba es otro personaje del siglo de oro del que convendría acordarse.Una mujer inestimable que ha colaborado para que la literatura de esa época se haya convertido en lo que hoy es. Cabe mencionar que es una de las primeras autoras castellanas de la que se conservan sus memorias: tituladas «Memorias de Dª Leonor López de córdoba», y a través de las cuales se pudo desarrollar el primer estudio literario de género.
En esta obra, Dª Leonor narra en primera persona los duros avatares históricos a los que tuvo que enfrentarse, junto a su marido. Leonor no solo fue importante por los textos que dejó para la posteridad, sino porque fue una de las consejeras fundamentales de Catalina de Lancáster, la abuela de Isabel la católica.
Las penurias enturbiaron la vida de Leonor. Siendo pequeña quedó huérfana de madre y su padre fue encarcelado por mandato del entonces rey Pedro II. Desde entonces, su familia fue considerada ingrata y la joven debió pasar por tortuosas humillaciones.
En sus memorias se deja en evidencia lo mucho que la marcó esta situación; tal es así que cuando su hijo de 12 años enfermó de peste nadie le tendió una mano, y el joven murió a causa de ello. Este hecho fue rotundo para la psique de Leonor, quien se consumió en la tristeza durante varios años.
Hasta que conoció a la viuda Catalina de Lancáster, que tenía la regencia de Castilla durante la minoría de edad de su hijo Juan II de Castilla, y que la asumió como su dama más cercana. Así llegó a establecerse de una forma impensable en la alta corte y sus ideas fueron tenidas en cuenta por la entonces gobernanta.
Tan importante fue el papel de Leonor en la corte que en sus memorias el rey Juan II expresó que el poder e influencia de doña Leonor en los asuntos políticos estaba por encima de la de los grandes nobles, prelados y universitarios de la corte.
Pero este período de tranquilidad terminaría abruptamente cuando llegó a la corte Inés de Torres, quien convenció a la reina de que desterrara a su dama, y así fue. Con pena de que si regresaba sería quemada en la hoguera, Leonor fue enviada a Córdoba, donde vivió hasta sus últimos días. Y donde escribió sus memorias.
Este texto autobiográfico fue escrito frente a un notario y comienza con la premisa:
En él, Leonor narra sus infortunios al ser expulsada de la corte y pone en palabras las malas situaciones por las que debió pasar a lo largo de toda su vida, a causa del mal actuar de otras personas.
Sus restos se encuentran en la capilla de Santo Tomás de Aquino del convento de San Pablo de Córdoba.
Muchos estudiosos discrepan en cuanto a que no se trató de una escritora, dado que solamente publicó este texto. No obstante, su pasión por la vida y su empeño por cambiar las cosas permutado en este valioso texto, ¿no sería razón suficiente para rendirle homenaje?
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