En su libro «Barbarismos», Andrés Neuman dice que la poesía es el «tiempo suplementario de la razón«. En los últimos días he repetido esta frase intentando darle cabida en la realidad, sin éxito. Ante la avalancha de noticias que parecen sacadas de macabros cuentos pero que provienen de este mismo mundo que habito me pregunto ¿qué es la poesía? y si acaso fuera eso que dice Andrés, ¿quién la escucha? Y retumban en mi cabeza las historias de miles de personas que en este mismo instante están pasando frío en algún albergue inmundo (recién ahora entiendo el matiz de este adjetivo).
Y veo a todos esos niños que aparentemente han desaparecido sin que importe demasiado su paradero, y miro a todos esos hombres trajeados (más hombres que mujeres) que deciden en las altas cámaras el destino de este mismo planeta que yo piso. Dedos gordos lanzando bombas silenciosas que arrasan con el futuro de esos niños (los desaparecidos y los que no) y que deciden que los refugiados no merecen estas mismas condiciones que los demás tenemos por ¿derecho? Y digo inmundo y pienso en Nalin, esa niña siria que carga en sus hombros una madurez que no puedo imaginar y una tristeza que no la abandonará nunca. Y vuelvo a la poesía, y a este mundo que ha perdido totalmente el norte, y también el sur.
Pero en esa misma realidad absurda todavía hay esperanza. Y lo escribo casi con miedo; porque cuesta creer en esa palabra. Parece mentira que hayamos llegado a un punto tal de desconexión con el mundo que nos rodea que a ciertas palabras como esperanza o alegría debamos pronunciarlas en voz baja, como si temiéramos que nos las quitasen. Y las decimos mientras un miedo ácido que nos nace de lo más profundo nos va trepando hasta ahogarnos, hasta convencernos de que ya no hay escapatoria. ¿Cuándo fue que nos perdimos tanto? Esperanza. Alegría. Digo, y pienso en la poesía y en ese escape necesario para la razón.
Acercar las orillas desde la poesía
Hace un par de años en una entrevista a Johnny Depp el actor se expresó en torno al maltrato animal. Dijo que quejarse por las horribles imágenes de maltrato no es la solución para cambiar las cosas. «Si realmente esas imágenes te hacen daños, trabaja por cambiar la realidad no por evitar verla«, sentenció. Esta frase viene conmigo y me recuerda dónde se halla la lucidez. Y pienso que vale para cualquier injusticia de la vida.
El 10 de febrero tendrá lugar en Valencia por tercer año consecutivo el recital poético «Acercando orillas», una propuesta ligada a la campaña solidaria «Yo dono» que organiza el ACCEM Valencia, y cuyo objetivo es recaudar fondos para ayudar a inmigrantes y refugiados en situaciones de extrema vulnerabilidad. Una de las características a destacar es que en este encuentro participan poetas de diversas nacionalidades y cada uno de ellos lee poemas en su propio idioma. De este modo, quienes se acerquen a disfrutar de esta reunión podrán escuchar poemas en chino, ruso, francés, inglés, armenio, rumano, árabe, castellano y valenciano. ¡Una verdadera muestra de poesía intercultural!
Es el tercer año consecutivo que se realiza esta muestra y en esta ocasión contará con las voces de Pablo Blanco, Jihad Farrakh, Igor Gatilov, Ana Noguera, Pilar Verdú y muchos otros valiosos poetas que han decidido compartir su arte en pos de una propuesta llena de esperanza. Habrá también performances y actuaciones musicales y se proyectará un vídeo preparado por el grupo organizador para esta ocasión.
Empatía desde la extranjería
Este proyecto es coordinado por el poeta Arturo Borra, autor de obras como «Para trazar lo im-posible» (Amargord) y «Anotaciones en el margen» (Planeta Clandestino), con quien hemos conversado hace un tiempo en torno a la experiencia de la extranjería y la imposición de las diferentes fronteras.
Cuando me acerqué por primera vez a la poesía de Arturo me impresionó su desgarro. A medida que fui conociendo más sus aristas descubrí no sólo una poesía profunda que explora el significado más insondable del lenguaje, sino también a un hombre comprometido con su tiempo y a un extranjero capaz de empatizar hasta la rotura con aquellos que sufren discriminación simplemente por haber nacido del lado ¿equivocado? Percibo un interés absoluto en la voz de este poeta por explorar los márgenes y me parece que leerlo puede ser una fantástica forma de comprender ese extrarradio que el mundo se empecina en borrar: esas imágenes duras que ya no son portada pero que continúan habitando este mismo mundo mientras los demás actualizamos nuestras cuentas de Facebook y planeamos nuestras próximas vacaciones.
Intuyo que interesarnos por este proyecto puede ser una buena forma de postularnos en la perspectiva de quienes quieren cambiar el mundo y no ya, eliminar esas imágenes. «Acercando orillas» es, sin duda, una propuesta que se apoya en la poesía como si ésta fuese una balsa de rescate para este inmundo, una forma de borrar por un momento las fronteras que un día, a un(os) hombre(s) falto(s) de razón se le(s) ocurrió trazar.
Esperanza es una palabra que cada vez pronunciamos menos. Pero a veces surgen proyectos intensos que nos devuelven las ganas de volver a la batalla y que nos recuerdan nuestra naturaleza, nuestra búsqueda. Pienso en la poesía. Y la poesía me lleva a un fragmento de Borra que me parece ineludible en estos tiempos que corren. ¡Necesitamos más poetas-proyectos así!
Fotos: Arturo Borra
Comentarios1
Tal vez sea el artículo menos literario y más periodístico que te he leído, querida amiga Tes. Me ha encantado la frase de Neuman para empezar y el desarrollo de tus palabras para explicar cómo es posible vivir en este mundo tan injusto. Y, sobre todo, la importancia de las personas y de la poesía para tratar de paliar esta triste situación. Un abrazo.
Oh, Gracias, Rapsódico. Hacía tiempo que quería escribir sobre el tema y el año pasado me quedé sin poder hacerle un hueco a este recital que me parece muy interesante. Supongo que literatura y periodismo deberían darse la mano con más asiduidad. Un abrazo gigante y gracias por tu atenta lectura.
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