Hace poco una amiga me recomendó un poema de Eloy Sánchez Rosillo. Lo leí y quedé fascinada; tanto que comencé a buscar cosas sobre él y me encontré con un riqueza poética absolutamente desconocida para mí pero valiosísima. Es bueno saber que hay en el mundo miles de poetas desconocidos hasta hoy para nosotros que podrán cambiarnos la vida en algún momento; en cierto modo, ayudan a darle sentido a esta existencia carente de él.
En el artículo de hoy les haré una breve presentación sobre este poeta y les dejaré algunos de sus versos que me han gustado especialmente.
Los caprichos de la poesía
Eloy dice que la poesía es caprichosa y que sólo acude a él cuando a ella se le antoja y sin embargo, cada vez que viene es para renovarlo, para mostrarle nuevos caminos: caminos que él nos presenta a través de una poesía intimista, inquieta y maravillosa.
Eloy Sánchez Rosillo nació en Murcia en 1948 y es un poeta comprometido con la poesía antes que con ninguna otra cosa. Y esta pasión y este compromiso han dado sus frutos, tal es así que en 1977 recibió uno de los premios que cualquier poeta de habla hispana desearía tener en su poder, el Adonais.
A los siete años vivió una de las experiencias que más lo marcarían en la vida, la muerte de su padre. Este hecho aparece de forma reincidente en su obra, aunque disfrazado de diferentes formas. Es posible que por eso, Eloy diga que la muerte es un trámite de sombras; sólo alguien que supo de ella, que aprendió a nombrarla desde la propia experiencia, es capaz de dar nombre a este hecho tan crucial y dramático para nuestra humanidad.
Entre sus obras más destacadas se encuentran «Páginas de un diario», «Después, La vida» y «Antes del nombre». Además, se ha publicado su poesía completa bajo el título «Las cosas como fueron» (salieron tres ediciones con diversas correcciones) y dos antologías «Confidencias» y «En el árbol del tiempo».
En cada uno de sus libros, dice, se juega la vida y se abandona a los caprichos de una poesía que le impone sus ritmos y sus tiempos y le exige sólo una cosa, atención y disponibilidad y un trabajo intenso para conseguir cerrar con lucidez la ideas valiéndose de la palabra convertida en música.
Mirar y escuchar despacio
La poesía no se encuentra supeditada a ciertos temas o experiencias. Todo puede convertirse en un verso y los poetas deben crecer como los árboles, lentamente, pero a paso firme; esto opina Eloy mientras cuenta que para escribir se inspira en el mundo que le rodea porque todo puede ser motivo de inspiración.
Como todo lo que está vivo se mantiene en movimiento, el poeta debe ir excavando poco a poco en sus cimientes para abrirse camino, para madurar, para valerse de nuevos recursos y expresar sus emociones de formas diferentes cada vez. Eloy dice que así como los ríos tiene un cauce invariable pero el agua es distinta en cada momento, el poeta no deja de cambiar, pero se trata de una transición constante, que apenas es visible.
Eloy crece como los árboles, sigue haciéndolo, porque mientras estamos vivos debemos mantenernos en movimiento, opina. Y agrega que la poesía y más aún la función del poeta es celebrar la vida e intensificar las experiencias, para dar testimonio de lo que no se ve, de ese misterio que nos aguarda detrás de cada cosa, de cada experiencia.
Las lecturas que nos condicionan
Aprendemos de nuestras lecturas, pero posiblemente nuestro primer acercamiento a la poesía nos defina para siempre; aquella historia que nos tocó y nos conmovió a tal punto que nos guió hacia la escritura, posiblemente sea algo con lo que siempre nos encontremos ligados.
En el caso de Eloy el poeta que lo convirtió en el autor que es fue Homero, «el mejor y el más joven de todos», dice. Y queda clara su gran admiración por este poeta cuando, a la pregunta «¿qué habrías deseado hacer y no pudiste?» responde risueño que le habría gustado escribir la Ilíada de Homero y, aunque no esté claro que este poeta se llamara así exactamente, el caso es que se le adelantó. «¡Lástima grande!», exclama.
Los invito a acercarse a la poesía de este fabuloso artista de las letras y empaparse de su nostalgia para percibir esos cambios sutiles que se despiden de sus letras libro tras libro. Me despido con unos versos que me han parecido fabulosos y que creo son el mejor broche para cerrar este artículo.
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