La poesía del deshielo de Ajmadúlina

Uno de mis espacios favoritos últimamente es el rincón «Animales en bruto» creado por Natalia Litvinova en el que comparte numerosísimas traducciones de poesía rusa. Es realmente un hogar para aquellos que sentimos algún tipo de fascinación por ese inmenso territorio que ha enriquecido (y continúa) profundamente el mundo de la literatura.

Regreso a ese espacio, como quien necesita renovar sus votos con la poesía y gracias a ella he conocido a muchísimos autores fascinantes, como Bella Ajátovna Ajmadúlina. Hoy, que celebramos los ochenta años de su nacimiento, escribo sobre ella.

La literatura del Deshielo

La literatura del «deshielo» comprende las creaciones literarias de Rusia entre los años 1953 y 1968, representados por los hitos: muerte de Stalin y Primavera de Praga. Entre las principales características de las obras de esa época se destaca la renovada preocupación por los valores humanos esenciales que desplaza esa estética ligada a las ideas socialistas. Significó el regreso a obras como «Doctor Zhivago» de Borís Pasternak, y a autores como Nabókov, Yesenin y Zamiatin, que habían sido prohibidos durante la dictadura socialista.

Se formaron así numerosos grupos que se caracterizaban por la búsqueda de un lenguaje que sirviera para expresar ese silencio sufrido durante los últimos años y la sensación de libertad que daba ese período de transcición. Yevtushenko, Voznesenski, Rozhdéstvenski y Ajmadúlina fueron, en el ámbito de la poesía, representantes fundamentales de esta nueva literatura, que buscaba llegar a los jóvenes desde una perspectiva humanista y explorar a través de su poesía los daños que el silencio soviético había causado, intentando convencerlos de la importancia de luchar por esos profundos cambios que el país necesitaba. Podría decirse que era esta una poesía de corte estrictamente social y con pretensiones perpetuas.

En la poesía de Ajmadúlina se nota con especial claridad su deseo de renovar las formas de la lírica sin olvidarse de ciertos puntales que consideraba fundamentales para la consecución de una buena obra literaria. Así, en su obra notamos una gran preocupación por la estructura poética, donde se lee una métrica cuidadosa y la búsqueda de una estética distinguida. Sin duda, es una autora imprescindible de leer para comprender este período fundamental de la literatura rusa, que aunque con una repercusión menor a nivel mundial, fue tan importante como al literatura de oro, tan alabada y releída a lo largo y ancho del mundo.

La poesía de Ajmadúlina después de la censura

Bella Ajátovna Ajmadúlina nació en una familia de ascendencia intelectual, y desde pequeña desarrollo un pronunciado interés por los asuntos sociales con una fuerte convicción que la posiciona entre el humanismo y el romanticismo. Este interés la llevó a viajar mucho, conociendo en profundidad la cultura de las regiones más desconocidas del Asia Central y la influencia de estas culturas en la formación de la idiosincrasia rusa.

Ajmadúlina es junto a Yevgueni Alexándrovich Yevtushenko, con quien mantuvo una relación amorosa, y Andréi Andréyevich Voznesenski una de las voces más destacadas de un período literario y político fundamental para la historia rusa. Pertenecientes a una generación comprometida con los sucesos políticos en un momento de respiro, tras la caída del Régimen de Stalin y la creencia de que el futuro estaría irrigado de libertad y posibilidades, se decantaron por una poesía inconformista y rasuradora.

La obra de Bella dio un giro de 180 grados cuando nuevamente sus poemas, después de haber sido censurados durante varios años, fueron republicados, alcanzando una difusión inusitada. A partir de entonces, comenzaría a escucharse su nombre en el mundo literario ruso, llegando incluso a traspasar las fronteras nacionales.

«El arpa» fue la obra fundamental de Ajmadúlina, con la que se incorporó a la mecánica literaria del país, que después de una fuerte recesión, comenzó a moverse con una vitalidad inusitada. Bella sorprendió porque supo aunar dos cosas que, aparentemente, no tienen relación, el uso de una estructura tradicional (donde el respeto de la métrica es fundamental) en combinación con un lenguaje más coloquial (alimentado con sus numerosos viajes a pueblos y culturas no urbanizadas).

Otras obras llamativas de Ajmadúlina fueron «La lluvia» y «Lecciones de música». En sus poemas no sólo hay espacio para expresar las emociones más intensas vinculadas a la experiencia vital: amor, frustración, soledad, sueños, sino también para reflexionar en torno al acto poético, al lugar que ocupa el poeta en cada creación y al tiempo social en el que se manifiesta dicha poesía.

Sin duda Ajmadúlina es una de las voces rusas más fascinantes de su tiempo y a la que les recomiendo muchísimo. Y vuelvo a Natalia, ¡no se pierdan la maravillosa colección de poemas que ha traducido de Bella, están aquí!

Comentarios2

  • Rapsodico

    Es tan vasto el mundo de la poesía, ni que decir de la literatura, que no es de extrañar el continuo descubrimiento de autores a pesar de la pasión que podamos sentir por el genero. Gracias por esta labor de indagación que llevas a cabo con tus artículos, Tes. Un abrazo.

  • Tes Nehuén

    ¡Mil gracias, Rapsódico! La cantidad de libros que se publican cada semana es impresionante y es imposible estar al día lamentablemente. En el caso de Ajmadúlina es extraño que no la conozcamos más aquí, porque fue relevante para un momento de la historia literaria rusa. Un abrazo y gracias por tu lectura.



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