Ernestina de Champourcín es un nombre que todos hemos escuchado alguna vez; pero ¿cuántos la hemos leído? En este artículo intento reivindicar los elementos más importantes de su poesía y animarlos a leerla con la misma insistencia con la que leen a sus autores favoritos porque considero que para conocer y amar la poesía española es indispensable tener presente la nítida voz de Ernestina.
Sin sombrero pero de pie
Gracias al proyecto trasmedia «Las Simbrero» muchas voces femeninas importantes de la poesía española salen de las sombras en las que las ha sepultado la historia. Una de las poetas incluidas en la lista es Ernestina de Champourcín.
Durante mucho tiempo se dijo que Champourcín era la única representante femenina de la Generación del 27, aquel grupo ineludible de la poesía española; ahora sabemos que hay muchas otras que engrosan esa lista, entre las que se encuentran Rosa Chacel, sobre quien hablé en otro ciclo recientemente.
Ernestina de Champourcín fue, como ya lo he dicho, una entre otras varias mujeres que formaron parte de aquel distinguido grupo de poetas; autoras que por una de esas extrañas razones de la vida, no suelen mencionarse cuando se menciona aquel grupo. Mujeres que no figuran en las fotografías de la generación que han pasado a la historia; y que, cuando lo hacen, rara vez aparece su nombre en la leyenda de la foto. Contra ese silenciamiento surgió «Las sin sombrero», un proyecto que nos ha abierto los ojos a todos y que les recomiendo especialmente.
Andar un camino diferente
Cuando leemos a Ernestina no nos explicamos por qué no se la quiso hacer partícipe de esa lista de buenos autores. Al acercarnos, por ejemplo, a su poemario «Del vacío y sus dones» descubrimos que hubo en esta poeta una chispa auténtica y una gran capacidad para trabajar el lenguaje que la hace merecedora de un lugar ineludible en la literatura española.
Cabe mencionar que, aunque recién ahora comienzan a aparecer sus libros en las librerías con nitidez, Champourcín fue maestra y referente para muchos autores y autoras. Y es que su poesía nos ofrece contundentes imágenes que se debaten entre la modernidad y el clasicismo; sin duda fue una autora que anduvo a contracorriente, quizá sin proponérselo y que tuvo que enfrentarse a numerosas complicaciones debido a la autenticidad de su obra y al hecho de haber nacido mujer en una sociedad machista y virilizante.
La poesía de Champourcín ha sido calificada como intimista; y, aunque si bien es cierto que ha escrito poemas muy intensos y muy individualistas, germinados en sus propias experiencias, también hay que decir que al leerla es posible encontrar un doble fondo en el sentido de sus versos; una visión más colectiva de las experiencias.
La poesía pura que se humaniza
Uno de los rasgos más llamativos de la poesía de Ernestina es su inclinación por una estética más parecida a la de Juan Ramón Jiménez que a la otra línea seguida por la mayoría de los autores de su generación. Cabe aclarar que mientras Juan Ramón se inclinó por una escritura más conceptual, la vena de los autores de la generación del 27 se acercó a una poesía más realista y social, de cara a un cambio de época que los posicionaría como los que abrirían el nuevo camino en la poesía en lengua española.
Ernestina tiene un estilo puro y sus poemas se encuentran llenos de imágenes recurrentes y coloridas; por lo que no se hace difícil encontrar ese estrecho lazo que la unía a Juan Ramón y a su maravillosa poesía. No obstante, también hay una tendencia a inclinarse por las posibilidades que ofrece la materia. Por encontrar imágenes sencillas que aún ofreciendo un trasfondo dilatado que pueda ser calificado como puro, tienen una gran transparencia; de este modo, Ernestina consigue fusionar el estilo juanramoniano de la poesía con una poética humana más directa. Podría decirse que su obra puede servir de nexo entre el estilo poético de la Generación del 27 y la obra del genio de genios, Juan Ramón Jiménez.
Durante años Champourcín fue nombrada débilmente como una más de las autoras españolas, pocas veces se ha mencionado su relación con autores innegables de la Generación del 27 y mucho menos su participación en dicha generación. No obstante, considero que la potencia de su poesía y la influencia que sus versos pudieron tener en autores contemporáneos a ella es suficiente razón para leerla, releerla y admirarla. Por suerte, la historia intenta corregir sus propios fallos, sus silencios aberrantes y su sexismo; quizá sea porque en el fondo:
Si quieren conocer más acerca de esta fantástica autora pueden hacerlo aquí, donde encontrarán su biografía y algunos de sus poemas más destacables. ¡A disfrutar de su buen hacer!
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