Claudia Rodríguez se presenta como la hija travesti de generaciones de mujeres analfabetas. Dice que escribe para sacar todo ese desgarro y para llegar a otras personas transexuales, para nombrar aquello que no se nombra. Su poesía es honda, dolorosísima, e hipnótica. Hay en ella ira pero también una pulsión profunda por escoger las palabras adecuadas que nos sacudan, que nos obliguen a la reflexión.
El analfabetismo y la discriminación
Nacida en una familia de clase muy humilde, la vida de Claudia Rodríguez se vio atravesada por la incomprensión. Quizá por eso colabora con la lucha contra el analfabetismo porque saber leer y escribir es seguramente la mejor forma de aprovisionarse contra el maltrato. El lenguaje nos permite conocer el mundo y poner en palabras nuestra realidad; asimismo, gracias a él podemos defendernos contra los que intentan acallarnos. Es también una herramienta para incorporarnos a la lucha política, a la actividad política y social de nuestro tiempo.
El discurso de Rodríguez incluye todas estas cosas y aboga por la libertad y el respeto. Lo hace desde la poesía, el teatro y también la lucha política –es miembro de “Frente Travesti”, un organismo que lucha por una educación heterogénea donde la diversidad social, moral y sexual sea respetada y alentada–. Leerla es zambullirse en un universo donde la pobreza y la identidad sexual son protagonistas, y causantes de una realidad desoladora, donde la búsqueda de la felicidad es complicada y en el presente se viven las consecuencias de un pasado cruel, violento y solitario.
Algunas de sus obras más destacables son «Dramas pobres», «Las transexuales hablan» y «Cuerpos para odiar». Es también la fundadora de la Primera Compañía Teatral Travesti de Chile y ha lanzado un manifiesto horrorista travesti en el que formula las dificultades que supone para la comunidad transexual el silencio o aquello que se dice de forma implícita, aquello que se da por supuesto y se dice sin nombrar.
Sobrevivir a la violencia
Su lucha ha ido más allá de la defensa trans. La pobreza es otro de los temas que le preocupan, porque ningún pobre debería ser normal, porque la falta de educación es lo que permite que aumente la brecha entre ricos y pobres y es responsabilidad de todos acabar con esa realidad.
Una de las particularidades de la poesía de Rodríguez es el uso de un lenguaje marginal chileno que nos permite introducirnos completamente en las historias que narra y nos rompe por dentro. La impotencia frente a la violencia de las autoridades, el dolor ante la incomprensión y la falta de libertad para hacer un uso sin límites del deseo, son algunas de las cosas que nos suceden al leerla.
Para terminar los invito a leer este poema de Claudia que es impresionante. Los animo también a visitar su web donde encontrarán muchísimo contenido y más información acerca de su incansable lucha. Necesitamos más y más personas como Claudia, hábiles, entusiastas, atrevidas. ¡Qué bueno haber dado con ella!
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