¿Por qué abandona la escritura Philip Roth?

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En los últimos días, una de las noticias que impactó el mundo editorial, fue la declaración del escritor húngaro Imre Kertész de que abandonaba la escritura. El Nobel de Literatura en el 2002, aseguró que su vocación literaria había surgido para contar los horrores acaecidos durante el Holocausto y que ya ha concluido su obra.

Pero lamentablemente no es el único autor que ha confirmado su retiro voluntario de las letras, otro ha sido el norteamericano Philip Roth. En este artículo hablaremos sobre este autor y sus razones para alejarse de la literatura.

Sobre el autor

Philip Roth nació en Nueva Jersey el 19 de marzo de 1933 en el seno de una familia judío-estadounidense. Es autor de numerosos ensayos, relatos y novelas y está considerado como uno de los mejores escritores norteamericanos de la última época. Además, se dedicó durante muchos años a la docencia, labor que abandonó en 1992.

Entre sus obras más conocidas se encuentran «Goodbye» (una colección de cuentos), «El mal de Portnoy» y la trilogía compuesta por las novelas «Pastoral americana», «Me casé con un comunista» y «La mancha humana».

Uno de los tópicos fundamentales de su obra es la búsqueda de la identidad de los judíos nacidos en Estados Unidos; además se hallan muy presentes los conflictos relacionados con el deseo sexual y los tabúes sociales.

En lo que respecta al reconocimiento, cabe mencionar que es el único escritor con vida cuya obra ha sido incluida y editada completamente por The Library of America y que en los 90 fue reconocido con los premios literarios más importantes de su país, entre los que se encuentran el National Book Critics Circle Award y el Faulkner Award.

Desde su primera publicación, cada una de sus novelas ha sido un verdadero éxito editorial, atrayendo a millones de lectores a lo largo de todo el globo.

Una tarea maldita

Philip Roth, quien tiene en su haber 29 novelas, una reconocida trayectoria y una larga lista de premios literarios, dijo que principalmente ha decidido dejar la escritura porque se le ha terminado el entusiasmo para dedicarse a una tarea que consiste fundamentalmente en la frustración.

Asegura que la decisión la tomó hace dos años, aunque no se había animado a dar el paso de declararlo públicamente. Cuenta que en la pantalla de su ordenador tiene pegado un cartelito que dice: «La lucha contra la escritura ha terminado» y que, encontrarse cada día con esa frase, le da fuerzas para mantenerse firme en su decisión.

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Dice también que para tomar esta determinación antes leyó aquellas novelas que más le habían gustado a lo largo de su vida, incluidas la obra de Conrad, Turgenev, Dostoievski y Faulkner y, posteriormente, leyó su propia obra de forma cronológica, comenzando por las últimas. No terminó de leerla, las cuatro primeras le resultaron imposibles, dice.

Al terminar, se dijo que había hecho lo mejor que había podido y que ya no vendrían nuevas ideas para escribir, por lo que lo más acertado era retirarse definitivamente.

Para Roth la tarea de la escritura es amarga, solitaria, ingrata y sufrida. Está convencido de que escribir es una frustración diaria y una humillación. Asegura que no quiere enfrentarse más con esos días en los que escribe cinco páginas y que luego debe tirarlas; no puede hacerlo más.

La muerte de los lectores

Roth aprovecha la ocasión para desmentir una declaración que siempre le han adjudicado, que la novela está muriendo. Dijo que realmente no cree que sea así sino que lo que está falleciendo es el público lector. Expresa:

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De todas formas explicó que aunque desaparezcan los lectores continuarán escribiéndose grandes y preciosas novelas como las de los jóvenes autores como Denis Johnson, Jonathan Franzen y Erdrich.

Ahora, a los 79 años, el escritor se encuentra abocado a sus memorias, a la biografía para la que ha contratado al especialista Blake Bailey; para él es para la única persona que escribe, toneladas de apuntes que puedan servirle para armar el rompecabezas de su existencia. Además colabora con una novela corta que está escribiendo la hija de su expareja que tiene 8 años.

Como el impresionante Imre Kertész, Philip Roth abandona las letras y parece incluso militar en contra de la escritura.

Para muchos autores la tarea de escribir parece sumamente difícil y dolorosa. Supongo que tiene que ver de la forma en la que las letras fueron concebidas por nosotros; si fueron una forma de liberarnos y acercarnos al mundo, posiblemente no podamos entenderlas de la misma forma que Roth, de todas formas, no existe una verdad respecto a esto, porque se encuentra estrictamente ligado a la personalidad y las experiencias de los individuos.

Otro grande que dejará de ofrecernos nuevos títulos, pero que nos deja una extensa lista de libros que seguramente nos acompañarán por muchos años más.

Comentarios2

  • Raoul Shade

    El más grande poeta del siglo XIX, Rimbaud, también abandonó la literatura y tenía menos de veinte años. Nerval, otro autentico, optó por colgarse de un farol cerca del Río Sena. No hay que lamentar, sino aplaudir cuando un poeta o escritor reconoce sus límites y decide dejar de escribir, cosa que no hizo Pablo Neruda y nos dejó centenares de páginas insalvables en su Canto General. Su ego era más grande que su dignidad de poeta. ¿Para qué escribir si efectivamente han muerto los lectores? Además hay demasiados escritores y poetas contemporáneos mediocres que carecen de la honestidad y autenticidad de Philip Roth e Imre Kertesz y se dedican a plagiar a los grandes.

    • Junior Rafael Velazquez Leon

      Interesante tu comentario, yo creo que los primeros versos de Neruda fueron a la vez sus mejores versos.

    • Raoul Shade

      Eso también lo creen otros, que más saben de poesía que yo, por ejemplo Octavio Paz, Roberto Bolaño o el gran poeta revolucionario salvadoreño Roque Dalton, asesinado por los estalinistas del FMLN en 1975.
      En lo particular a mí me interesa más la autenticidad que la habilidad técnica del poeta y en Canto General no hay ninguna autenticidad, sino vanagloria, grandilocuencia, idealismo anacrónico con sus odas a Stalin, Mao y Castro, y mucha retórica. Uno de los mejores ejemplos de autenticidad pura es Macedonio Fernández, tan admirado por Borges. El poeta o escritor autentico renuncia a la gloria y se dedica a lo suyo. Desprecia el Premio Nobel que es un gran negocio para las Vacas Sagradas y las editoriales.
      Gracias por tu comentario Junior Rafael.



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