Infancias dolorosas, vacío existencial, incapacidad para expresarse adecuadamente, dificultad para encontrar las verdaderas emociones frente a un determinado acontecimiento… estas son algunas de las características de los personajes de las obras de Pablo Aranda: un escritor que parece empeñado en demostrar que todos podemos ser héroes y villanos.
En su última novela, «El protegido» (Malpaso), entretenimiento, reflexión e ironía se disputan el protagonismo y confluyen en una potente obra que puede ser idónea para reflexionar en torno a múltiples aspectos de nuestra realidad.
Estoy convencida de que hay muchas y muy buenas razones para leer este libro y quiero exhibir algunas de ellas.
Dos certeros pasos: gusto literario y cuidada edición
Escribir puede escribir cualquiera. Escribir buenas novelas hay muchos también que pueden hacerlo. Pero escribir buenas historias que hablen de nosotros y que nos obliguen a realizar una mirada retrospectiva ¡eso es lo que se espera de los escritores y es algo que no muchos consiguen! Por eso cuando te encuentras con una obra bien acabada y cuyo autor satisface esta condición, te sientes mimado como lector.
Conocí a Pablo Aranda con Ucrania, una novela que me conmovió profundamente. Su manera de trabajar el silencio de los personajes y de entrometerse en las explicaciones que cada uno tiene para justificar sus manías, es algo que me sorprendió positivamente. Un detalle que también encontré en «Los soldados» y que en «El protegido» ha sabido explorar de una forma más aguda.
Y cuando una buena historia viene acompañada de una bonita encuadernación y de acabados delicados, podría decirse que no le falta nada. Es así como trabaja la editorial Malpaso, dándole a sus libros, a cada uno quiero decir, la importancia que se merece, como si se tratara de una edición casera.
Cuando recibí el ejemplar de Aranda no pude menos que sentir que tenía entre mis manos un libro de autor: esos artilugios artísticos pensados con amor y buen gusto. Encontrarme con una editorial de estas características en una época en la que cada vez hay menos tiempo para dedicarse a los detalles, ha sido una sorpresa maravillosa; por lo que no tengo intenciones de perderla de vista.
Y sin quererlo ya he citado dos buenas razones para adquirir «El protegido»: exquisitez literaria e impecable presencia.
Personajes que abren surcos
Jaime solo esperando en una plaza, que según un chico de allí no puede llamarse plaza porque no tiene hamacas ni juegos para niños. Jaime solo, pensando en su hijo, en que su expareja no lo ha traído al lugar acordado en el momento indicado y que será una noche más en la que no escuchará su voz ni podrá anotar aquellas palabras que el niño ha aprendiendo. Jaime solo: una sentencia que se irá repitiendo a lo largo de toda la novela. Jaime con Inma pero solo, Jaime en el trabajo pensando en que está solo. Jaime reviviendo las humillaciones de otra época e intentando aliviar su pena pensando en que los abusones están muertos. Jaime, Elena, Mariam, Álvaro, tocándose y siendo atravesados por la soledad.
Hay quienes piensan que los escritores escriben siempre sobre lo mismo sólo que a lo largo de su carrera van reflexionando un mismo tema desde diferentes perspectivas. En realidad supongo que también los lectores hacemos eso: vamos persiguiendo esas historias que nos permitan comprender el pasado, acomodarlo en alguna parte de nuestro cuerpo donde los recuerdos no hagan daño y nos ayuden a convivir mejor con el presente. Y eso es lo que le pedimos a los libros y lo que nos va llevando de una lectura en otra.
La empatía que experimentamos al leer sobre personajes que sufren o han sufrido situaciones que en alguna medida puedan acercarse a las nuestras favorece con que nos sintamos menos solos, menos olvidados, de ahí nuestra obsesiva búsqueda. Y creo que esta novela puede ser una buena elección para paliar la soledad.
La forma en la que Aranda presenta y trabaja cada uno de sus personajes nos permite llegar a ese punto de empatía en el que literatura y vida se fusionan: cuando lo que leemos nos ayuda a elaborar criterios y poner en palabras emociones que habitan en lo más hondo de nosotros mismos. Por eso creo que hay que leerlo y por eso «El protegido» es uno de esos libros que te marcan, al vincularte a individuos tan perdidos y desesperados como nosotros hemos estado alguna vez en nuestra vida.
Y aquí tienen otro buen argumento para leer esta obra: personajes trabajados con tal rigurosidad que difícilmente no despierten en ustedes la empatía que provoca la buena literatura.
La ira, ese extraño sentimiento
La ira que no puede canalizarse produce una tristeza tan profunda que quien la padece es incapaz de distinguir si ese dolor en el fondo del pecho es por el enfado o a causa de la pena. La ira es una reacción animal que se desencadena cuando estamos frente a una situación de peligro o extrañeza.
Cuando Lula llegó a mi casa era una perrita que imponía: tenía una mirada intensa capaz de hacerte cambiar de parecer en un segundo y se mostraba absolutamente segura. Tratar con ella era sencillo siempre y cuando recordaras dejar caminos alternativos al acercarte. En cuanto se veía acorralada te mostraba sus colmillos y dejaba fluir su furia hasta que no hacías algo al respecto. Toda su seguridad desaparecía para dar paso a su miedo más profundo: volver a padecer a causa de una acción humana.
He pensado en ella al mirar a Jaime para corroborar que la ira lejos de ser la respuesta de alguien que se siente seguro y tranquilo con lo que le rodea es la última alternativa que puede surgirle cuando se siente despojado de lo más valioso para cualquier animal: su libertad. La ira también habita en estas páginas y se abre paso en el interior de Jaime y él se abraza a su soledad para no enfrentarla.
La ira no siempre se deja ver; muchas personas la hemos sentido intensamente sin dejarla aflorar y con el paso de los años hemos debido enfrentarnos a ella. Así le ocurre a Jaime, que revive experiencias de su adolescencia y recuerda el miedo del pasado con una nitidez desbordante. Miedo que jamás lo abandonará y que ya no puede cambiar, porque no podemos cambiar las emociones del pasado piensa mientras mitiga el dolor repitiéndose que aquéllos que le dañaron ya están muertos. No sé si Lula tiene esa suerte. Al leer esta novela me he dado cuenta de que a mí también me gustaría enterarme de que los maltratadores de mi lobita están muertos, por eso creo que esa es otra buena razón para leer a Aranda: esta lectura puede ser un interesante ejercicio para releer nuestro pasado y el de los seres que amamos.
Héroes sin padre
«El protegido» es un libro que explora la forma en la que los humanos nos relacionamos con el pasado, el nuestro y el de los otros (el de las personas que amamos). Jaime, un hombre con una vida más bien sosa se ve de pronto envuelto en una situación escabrosa que lo llevará a experimentar sentimientos convulsos donde el amor por el hijo y la atracción por una desconocida lo obligarán a enfrentarse a sus verdaderas emociones.
En las novelas de Pablo Aranda hay héroes: hombres y mujeres (heroínas, no; ya saben que es una palabra que él odia, y que a mí tampoco me gusta nada). Hay personajes que podrían ser cualquiera de nosotros, aunque nos ganan en algo, me temo: tienen una fuerza para levantarse, aceptar lo que les toca y continuar, poco común.
Si es como dicen que los escritores reflexionan sobre los mismos temas es indudable que en la obra de Aranda se nota una reincidente inquietud en torno a la paternidad y los lazos sanguíneos. Hombres sin padre, niños que crecen tomando referentes masculinos de su entorno, madres solteras, mujeres y hombres luchando solos, son algunas de las criaturas que pueblan sus libros, sin excepción de «El protegido».
Jaime quiere ser un buen padre y que su hijo lo vea como una figura férrea. Sin embargo, se siente completamente perdido y sólo en el mundo, es un adulto-niño que carga con el peso de la orfandad. Y este abandono latente lo lleva a hacerse numerosos planteos en torno a su capacidad como padre. Cómo puede ejercer de protector aquél que necesita ser protegido y salvado, se pregunta.
El humor que reflexiona
No hay en el estilo de Aranda efectos especiales; sí, mucha rutina, miseria, tristeza y suciedad. Hay frases cortas que sirven para conectar temas y personajes aparentemente inconexos con una inteligencia y una perspicacia asombrosa. Hay historias de hombres y mujeres cuyo objetivo más claro es vivir sabiendo que habrá dolor y que el pasado se aparecerá en el momento menos indicado para torcer el orden de las cosas. Pero hay sobre todo individuos que saben (o creen saber-creer) que en medio del dolor y el hastío también habrá amor, amaneceres y oportunidades impredecibles para pasar por esta estancia de la mejor forma posible.
Sin lugar a dudas esta novela viene a confirmar la mayor habilidad de Aranda que no es escribir grandes historias, sino valerse del ingenio para hacernos entender que las mejores novelas tienen un estilo literario fluido y aparentemente sencillo; porque al igual que ocurre en la vida, en la literatura las verdaderas cosas, los grandes puntazos, no se ven. La relevancia de la escritura de Aranda está en lo que no dice, en lo que esconden esos héroes luchando por vivir y en el uso de un humor inteligente que te obliga a echarte a reír mientras secas las lágrimas.
«Hay movimientos intencionados que preludian nuevas y diferentes direcciones», como los primeros pasos de un niño. Mientras sus piecitos intentan ir desde la mesa ratona hacia su madre, su cuerpo entero emprende un camino sin retorno en el que se alejará más y más de ella. Movimientos como la lectura, que te aleja de los otros y que te obliga a retrotraerte, a reinterpretar tus propios pasos y recalibrar su dirección. Movimientos sutiles como la pluma de Aranda que va desplazándose con inteligencia a través de las páginas para plasmar con una peculiar habilidad la cualidad trascendente que se oculta en las historias cotidianas.
Me parece que ya he dado bastantes buenas razones para que no se pierdan esta increíble novela. ¡Lean «El protegido» y déjense apasionar por una narrativa intensa que no se parece en nada a lo que estamos acostumbrados a consumir como lectores! Y quédense con este nombre, Malpaso, porque ellos también son héroes, publicando libros con arte.
El protegido
Pablo Aranda
Editorial Malpaso, 2015
ISBN: 978-84-15996-86-6
226 páginas
17 €
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El próximo miércoles 6 a las 20hs será la presentación de esta maravillosa obra en la Feria del Libro de Málaga. La misma estará a cargo de Manuel Vilas. ¿Se imaginan: Pablo Aranda y Manuel Vilas? ¡En Poemas del alma no nos perderíamos por nada del mundo esta fiesta! ¿Nos vemos allí?
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