Hace unos días, Alfredo Álamo escribió un artículo muy interesante acerca de ese invento llamado «literatura veraniega». A raíz de esta lectura, a la que te invito, he estado indagando en esa necesidad de leer cosas livianas, ¿de dónde viene? ¿qué relación tiene el deseo de pasar unas vacaciones tranquilas con el de no usar el cerebro?
Libros de verano
Las primeras novelas de verano vieron la luz en el siglo XIX. Sí, no es que hasta ese momento no se publicaran lecturas fáciles, pero el concepto de libros de verano, aparentemente, vio la luz en la Época Victoriana. Tanto las exigencias técnicas como la facilidad de venta eran propicias para vender libros como churros. Y la clase acomodada podría fardar de ser lectora sin descuidar sus otros excesos y vicios que no les dejaban mucha energía como para zambullirse en una novela de exigencia como las que ya estaba publicando James Joyce, por poner un ejemplo. Así surgirían las primeras novelitas fáciles para leer en verano.
Pero antes de las novelas de verano se inventaron las vacaciones. Sí, por mucho que te cueste creerlo, hubo un tiempo en que el año laboral no se interrumpía. Fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando todos los trabajadores pudieron disponer de unos días para descansar estipulados por ley. Y en ese tiempo, los países más desarrollados comenzaron a promover actividades lúdicas especiales para este período: la literatura de verano comenzó a interesar…
La toma de control de la clase media sobre sus propias libertades y la implantación de ciertos derechos colaboraron con el fomento de una calidad de vida más apropiada para todos, independientemente del estatus social. Y con la calidad de vida y el tiempo libre, surgió el momento y la posibilidad de dedicarse a la lectura.
Si bien ahora los libros de verano tratan acerca de variados temas e incorporan múltiples géneros, en aquel primer tiempo eran publicaciones dirigidas a la clase pudiente; con personajes que pertenecían a ese mismo círculo en el que ellos se movían y con preocupaciones triviales, como las que a ellos embargaban.
Sea como sea, y pese a las críticas que le llovieron a la nueva moda, no tardó en convertirse un género más, que todavía permanece vivo. La pregunta que me surge al pensar en eso es ¿por qué durante al verano tenemos menos energía para dedicarnos a las lecturas profundas? Algunas de las respuestas pueden encontrarse en estos dos textos.
¿Por qué leer en las vacaciones?
Las vacaciones sirven para desconectar del trabajo, centrar la energía en la gente que uno ama y disfrutar del instante; para regresar al trabajo y a la vida cotidiana habiendo reenfocado las necesidades y los deseos. Sin embargo, desconectar es cada vez más difícil gracias a los teléfonos móviles y quienes somos adictos al trabajo, tenemos serios problemas para disfrutar de esa desconexión.
¿Por qué la gente no pasa sus vacaciones en casa? Esto es una cuestión de gustos. No existe ningún estudio científico que asegure que la única forma de desconectar sea viajando, pero al sistema le conviene que aproveches este período de descanso para invertir en él, y el fomento de la idea de las vacaciones para despegarse completamente de los sitios comunes ha calado hondo en nuestra cultura. Sin embargo, no es la única forma de desconectar y disfrutar de tus días libres: plantearte una serie de movimientos y disfrutes diferentes a los cotidianos, puede ser de gran ayuda si deseas pasar unas lindas vacaciones.
Usar las vacaciones para tomar consciencia de la vida y desarrollar un lazo estrecho con el entorno puede ser fundamental. La lectura, por tanto, puede ser una actividad fabulosa para desentrañar lo que habita en nosotros y observar nuestra vida desde otra perspectiva.
De todas formas, si te gusta mucho leer y si realmente quieres encontrarte no son los libros de verano la mejor opción; seguramente lo ideal es decantarse por buena literatura. Allí encontrarás sólo entretenimiento, mientras que en una buena novela clásica e imaginativa, podrás recrear otros mundos mientras encuentras respuestas a tus preguntas vitales. ¡No hay color!
Durante las vacaciones disminuye el nivel de estrés de nuestro cerebro y también los pensamientos negativos en bucle. Del mismo modo, como nos sentimos mejor con nosotros mismos, mejora nuestro estado de ánimo y somos aún más productivos y creativos. ¿Todavía crees que no necesitas unas vacaciones?
Si te interesan las lecturas de verano y necesitas recomendaciones para tus vacaciones, no te pierdas mi artículo de mañana, te traigo tres maravillosos libros para disfrutar del verano.
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