La mayoría de los escritores afirma que prefieren leer, disfrutar con lo que otros hacen, antes que crear; que se sienten, antes que escritores, obsesivos lectores. Pero, ¿qué leen estos autores? ¿qué tipo de lecturas son las que para ellos pueden volverse más especiales que sus propias obras?
Todos los escritores antes de escribir leían, y posiblemente, gracias a alguna de sus lecturas es que descubrieron que ellos también querían dedicar su vida a este arte tan fascinante.
Leer es una actividad que nos permite trasladarnos a otro tiempo y es, seguramente la primera de las huidas para un escritor. Algunos escritores comenzaron a escribir como una forma de entender la realidad, que se les sujetaba al cuello y les impedía respirar, pero seguramente, antes de escribir, usaban para esa huida la lectura, por eso es que sería razonable afirmar que antes de escritores son lectores.
Marcel Proust contaba que él se pasaba las horas leyendo encerrado en su habitación, que lo prefería al tumulto de la calle. Expresaba que le gustaba bajar la persiana para evitar que el calor intenso del verano lo molestara en ese momento íntimo y que, rodeado de esas cuatro paredes, podía percibir mucho más lo que había afuera, que caminando por las calles. De hecho, cuando su abuela le exigía que abandonara su escondite y fuera a tomar un poco de aire, lo hacía pero sin renunciar a su lectura:
¿Qué leen ellos?
Tahar ben Jelloun, que recibió con su obra «La noche sagrada», el Premio Goncourt en 1987, dice que desde el año 2008, sus veranos se parecen, pues se los pasa leyendo. Entre los escritores que cultivan a Tahar se encuentran Jorge Luis Borges, Emile Cioran, Montaigne y Cervantes, dice de ellos que:
Por su parte, Marcos Giralt Torrente expresa que para él existen dos tipos de veranos, los hay en los que escribe, y también en los que busca de qué escribir. Mientras se halla escribiendo «picotea» pequeñas lecturas de misceláneas, diarios, libros de viajes, crónicas y cuentos.
En cambio, cuando está buscando qué escribir dice que se sumerje en lecturas profundas, que le exijan una dedicación mayor, que lo lleven, que lo arranquen de su rutina y lo hagan volar. Lecturas como «Las vidas de Dubin», de Bernard Malamud; «Memorias», de Arthur Koestler o «Un sueño fugaz», de Ivan Thays.
El escritor barcelonés Juan Marsé, cuya última novela se titula «Caligrafía de los sueños», asegura que, como los demás escritores, también es un aficionado a la lectura, aunque no tiene un género literario de preferencia. Entre sus libros más preciados se hallan: «Manhattan transfer», de John Dos Passos; «La educación sentimental», de Flaubert; «Némesis», de Philip Roth; y cuenta que este año desea:
Los misterios que guardan los libros
Un libro en sí mismo es mucho más que una historia contada en páginas, tiene un potencial que ni siquiera somos capaces de advertir. Cada novela es desde que empieza a ser escrita hasta toda la eternidad. No concluye en el último capítulo, continúa viviendo en los lectores, en aquellos que se lo permiten, y en los que no (esto es un secreto) también. Nadie puede hacer nada por para ese ciclo inmenso que rodea una historia un personaje.
Las novelas, incluso aquellas que fueron escritas hace mucho tiempo, reviven en cada persona que las lee, que se identifica con sus personajes, que entiende más de la vida a partir de esa lectura; incluso las novelas que parecen más superficiales tienen vida, engendran vida, y la dan a cada lector que se atreve a sentarse y consumir con sus ojos esas páginas.
Un libro nunca nos pasa desapercibido, pues nos conmueve, nos enoja, nos parece aburrido, lo detestamos, ¡siempre nos produce algo!, y una vez lo concluimos intentamos apropiarnos de él, es como si nos entregara un fuego que nos consume y nos obliga a que se lo ofrezcamos a alguien, o queramos conversar acerca de él. En eso consiste la lectura, en vivir más allá de las historias.
Según el escritor Stephan Mallarmé tan sólo escribir un buen libro debería bastarnos, pues los lectores podrían, a través de él, componer todos los otros.
¿Por qué leen los escritores?
Hay muchas respuestas para esta pregunta. Leen porque es lo mejor que saben hacer después de escribir. Leen porque les apasiona internarse en mundos imaginarios, en realidades ficticias y vivir a través de ellas. Leen porque los libros les ayudan a crecer y cuantos más libros devoran mejor escriben.
Según Mario Vargas Llosa, las novelas permiten que uno sea capaz de vivir una vida que en la realidad no puede; asegura que ésa es la principal razón por la que él lee. Entre sus lecturas favoritas se encuentran aquellas novelas que han sabido trascender su tiempo y que han sabido re-definirse, atravesando las barreras geográficas, lingüísticas y temporales; nombra «Guerra y Paz», «Moby Dick» y «El retrato de Dorian Grey», aunque también sabemos, porque no se cansa de decirlo que Flaubert es sin lugar a dudas su escritor favorito y que posiblemente sea gracias a él que Mario escribe.
Comentarios2
Interesante publicación sobre las lecturas de los escritores. He aprendido, gracias.
Totalmente de acuerdo con el comentarios vertido en esta publicación, por Elsy, pero, de a poco se va aprendiendo... y ciertamente, la lectura no nos proporciona educación (en menor medida) pero si un conocimiento inmenso para todos aquellos que tienen el buen hábito de la lectura...
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