Uno de los premios más prestigiosos y que todo buen novelista desea tener en su curriculum es el Herralde de Novela. Si se tiene en cuenta que detrás del mismo hay un editor de la envergadura de Jorge Herralde, no es para extrañarnos. El último ha sido otorgado a Álvaro Enrigue y nos ha permitido conocer a un autor indiscutiblemente necesario.
Enrigue y la literatura posmoderna
Enrigue nació en México en 1969 y reside en Nueva York donde da clases de literatura y escribe. Ha publicado numerosos títulos entre los que se encuentran «Virtudes capitales», «Hipotermia», «Dinero, letras y cursilería».
Cuando se le pregunta qué clase de escritor se considera, se inclina por el registro posmodernista; le interesa el carácter ecléctico y la posibilidad de nombrar diversos acontecimientos desde una perspectiva imparcial.
En sus relatos podemos encontrar elementos propios de la literatura realista a la vez que del género fantástico; lo cual nos permite comprender que está en lo cierto cuando se autodefine. Una de las cosas que posee la literatura moderna y que la vuelven tan exquisita, es su cualidad de diversa, de variable, de difusa: donde todos los géneros pueden confluir en una historia sin desplazarse, y donde los límites entre un género y otro parecen desaparecer, porque lo que en verdad importa es contar buenas historias.
Premio Herralde 2013
La obra premiada se llama «Muerte súbita» y fue escogida entre un total de 476. El jurado estuvo formado por Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas, Marcos Giralt Torrente, Vicente Molina Foix y Jorge Herralde.
De este modo, Enrigue se consagra como el cuarto mexicano galardonado con este premio, y su nombre aparece al lado de celebridades como Sergio Pitol, Juan Villoro y Daniel Sada. Más razones para leerle, quizás.
A simple vista, porque todavía no le hincado el diente, es una novela sumamente prometedora. Dicho por el propio autor, se trata de una historia larga donde sale medio mundo. En el México de los siglos XV y XVI cobra protagonismo un tipo de arte que se aleja del europeo y el americano; un arte surgido de la tierra. Es un libro lleno de historias diferentes donde aparecen personajes como Diego Huanitzin, un artista mexicano que cobró gran importancia en España, y Hernán Cortés, el amado y temido a partes iguales.
Según Jorge Herralde, y sinceramente me fío muchísimo de su buen gusto, la obra de Enrigue es prometedora y, antes de saber si el resto de los miembros del jurado la escogerían se comunicó con Álvaro para decirle que le gustaría publicarla porque le veía mucho futuro. Un buen punto de partida para el libro, que terminó todavía mejor, al convertirse en la obra elegida por todos como ganadora de este relevante premio.
Según lo expresa el propio autor.
El arte nos define
La novela se encuentra narrada desde el siglo XX, con una clara y manifiesta mirada de decepción sobre los cambios emprendidos por las corrientes artísticas hacia el siglo XVII y lo mucho que se perdió en el camino a causa de ello. A la vez se establece una comparación entre ese momento previo al Renacimiento y la realidad actual, en la que vivimos a la deriva necesitados de un cambio pero incapaces de tomar las decisiones correctas. En el fondo, estamos convencidos de que solo iremos para atrás.
A su vez, detrás de la historia relacionada con el arte, se presenta todo un desarrollo de la evolución del tenis. Para ello ha debido haber mucha investigación puesto que abundan los datos históricos en torno a la técnica para jugar este deporte, la forma en la que se hacían las pelotas, las reglas, las personas que lo jugaban, etc. Un deporte de moda en una época con un nombre, Caravaggio, a quien Enrigue admira profundamente.
Podría tratarse de una novela costumbrista con un estilo auténtico y una nueva mano de pintura. Una novela en la que el autor reflexiona sobre las tradiciones de su tierra y busca las razones por las que su país se ha convertido en lo que es y de qué formas podría haberse transformado en otra cosa. Un libro donde se deja en evidencia que el arte es capaz de condicionar el devenir de una sociedad y nunca sucede lo contrario. Y todo esto fusionado en una revisión histórica que podría servirnos para entender no solo la realidad mexicana sino la de muchos países latinoamericanos.
Álvaro Enrigue no parece haberse propuesto escribir una novela importante, porque esto no funciona así. No obstante, ha escrito una obra que posiblemente le ubique con el correr de los años a la par de otros autores mexicanos imprescindibles, como Carlos Fuentes.
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.